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Ante unas inmediatas elecciones, antes de votar pienso que los laicos hemos de ser protagonistas y plantearnos a quien votar, hemos de tener en cuenta la misión que través de una cultura plasmada por el Evangelio hemos de desarrollar: con la propuesta de la familia como fuente de vida y cohesión social; con la promoción de un sistema educativo que respete la libertad de los padres; con la defensa de la vida desde la concepción hasta la muerte natural, integrando en el ámbito de la defensa de la vida humana el cuidado de las personas que llegan a nuestras fronteras, la mayoría de las veces en condiciones trágicas.
En medio de muchas dificultades, se constata cada vez con más fuerza un anhelo de Dios entre nuestros coetáneos. Y eso supone un enorme desafío a la hora de anunciar el Evangelio y de ofrecer el hogar de la Iglesia en todo tiempo y lugar.
Tal y como vaticiné en mi columna del domingo pasado, la noche del 28M fue tan infartante para el partido socialista que ni en sus peores crisis se había producido tan espectacular desolación en su sede de la calle Ferraz. A partir de esa noche, todo hacía presagiar que mientras más de ocho millones de ciudadanos festejábamos el brillante éxito electoral del centro y la derecha, Pedro Sánchez debería estar rumiando su reacción desde la madriguera de su fortaleza monclovita.
El pasado viernes 2 de junio acudí a FNAC San Agustín de Valencia en cuál acogía en su Fórum de cultura la presentación de la novela "Mundo al revés: HISTORY" (Ediciones Hades, 2023), del poeta y novelista valenciano Ángel Padilla, quien ha publicado muchos libros en distintas editoriales, tanto de novela como de poesía, y ha ganado varios premios literarios, como el Ignotus o el de lecturas poéticas en Abastos organizado por el Ayuntamiento de Valencia.
EH Bildu estaría integrada por militantes de Aralar, Alternativa, EA e Independientes, todos ellos fagocitados por la estrella-alfa Sortu, pero seguiría estigmatizada por su negativa a condenar el terrorismo de ETA, lo que le habría convertido a ojos del establishment navarrista UPN-PSN en un "paria político" al que hay que condenar al ostracismo y mediante pactos públicos o acuerdos tácitos impedir que acceda a ninguna instancia de poder en Navarra.
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