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Cultura
Etiquetas | Entrevista | Concha Romero Márquez | EXPOSICIÓN | Copla | Concha Piquer | Valencia
Exposición valenciana basada en el cómic “Doña Concha, la rosa y la espina”, de Carla Berrocal

“Doña Concha: una exploración en torno a la copla y Conchita Piquer”

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Amor, desengaño, distancia, olvido… son sólo algunos de los conceptos que pueblan las letras de un género, la copla, que surgió en las postrimerías del siglo XIX y que alcanzaría su cenit medio siglo después, con nombres que hacen evocar un tiempo, una época en la que el siglo XX avanzaba imparable, rompiendo a su paso mitos y arquetipos, aunque también creando otros nuevos. 


Un tiempo en que dos guerras devastaron a una buena parte del mundo; cuando además, en España, la Guerra Civil nos enfrentaría en una lucha entre hermanos, cuyas heridas tardarían mucho tiempo en restañarse. Raquel Meller, Imperio Argentina, Miguel de Molina, Juanita Reina, Pastora Imperio, Antonio Molina y tantos otros, cantaron esas pequeñas joyas de la canción popular. Pequeñas por su duración; pero siempre intensas y conmovedoras, directas al corazón. Durante los duros años de la posguerra, pero también mucho después, esas coplas resonaron no sólo en los oídos, sino sobre todo en las almas de personas de habla española a uno y otro lado del Atlántico.


Manuel Machado escribió algo respecto a la copla que no me resisto a reproducir:

“Hasta que el pueblo las canta/ las coplas coplas son/ y cuando las canta el pueblo/ ya nadie sabe el autor/ Tal es la gloria, Guillén,/ de los que escriben cantares:/ oír decir a la gente/ que no los ha escrito nadie”.


Y termina el poeta sevillano:

“Que al fundir el corazón en el alma popular/ lo que se pierde de nombre/ se gana de eternidad”. 


Y en esa eternidad se encuentran Quintero, León, Quiroga y muchos otros autores que aportaron su arte a la copla.


Cartel exposicion concha piquer valencia


Hay muchos indicios de que la copla sigue viva. Uno de ellos es la exposición, abierta en la sala del Ayuntamiento de Valencia, sobre el cómic de la artista Carla Berrocal, un itinerario en imágenes que recrea la vida de doña Concha Piquer. Y con su nieta mayor, Concha Romero Márquez, he tenido la siguiente conversación.


Concha  Romero


Tuviste siempre un trato muy íntimo con tu abuela, ¿qué es lo primero que te viene a la memoria al evocarla?

Lo primero sería esa relación tan estrecha que mencionas. Fue como una segunda madre; de hecho, la llamaba “mamá Concha”. Sin embargo, si ahora trato de evocarla desde otro ángulo, a través de tantos libros, exposiciones y actos que están teniendo lugar últimamente en torno a su figura, compruebo el gran valor que tuvo como mujer y como artista, algo que la hizo perdurar a lo largo de los años. Sus canciones se siguen escuchando, continúa teniendo seguidores y gente que aún la venera.  Y eso que hace más de treinta años que murió y más de sesenta que se retiró.


Doña Concha Piquer ejerce una fascinación de generación en generación, lo cual, para mí, indica que una personalidad que trasciende con su arte a su propia época es alguien que permanece en la memoria colectiva de un país, de una cultura.

Desde luego. Está claro que forma parte de la cultura española; pero además, cada vez se está valorando más el papel que tuvo como mujer emprendedora, adelantada a su tiempo; que con quince años cruzó el Atlántico para hacer carrera en los EEUU; alguien que llegó a tener una compañía con más de ochenta personas trabajando en ella. Fue una mujer muy moderna para su época y este hecho se está valorando mucho, teniendo en cuenta el tiempo que le tocó vivir.


Muchas de las letras de sus canciones están en la memoria de tres o cuatro generaciones ¿Crees que el legado artístico de tu abuela, a través de tantas canciones memorables, puede llegar a la juventud actual?

Está clarísimo que sí. Y el ejemplo lo tenemos aquí: la exposición de Valencia, inaugurada el pasado 14 de marzo, gira en torno a un libro en forma de cómic sobre su vida. La autora, Carla Berrocal, investigó la biografía de mi abuela y de ahí surgió el libro. Sin embargo, en ciertos aspectos sigue siendo una gran desconocida y espero que sea por medio de la creación de una fundación que lleve su nombre, cuando se pueda ahondar en todo ese legado, tanto artístico como social.


Doña concha , la rosa y la espina, carla berrocal (1)

Existe desde hace años el Museo Concha Piquer en Valencia y ahora se celebra esta exposición en el Ayuntamiento, teniendo como hilo conductor al cómic de Carla Berrocal ¿Cómo surgió la idea de montarla y cuándo conociste a su autora?

Es una historia curiosa. Un día, hojeando una revista en casa de una amiga, encontré una entrevista a Carla en la que se hablaba del libro “Doña Concha, la rosa y la espina”. Se trataba de un cómic y al instante me llamó muchísimo la atención. Por las fotos vi que Carla era muy joven y me entraron ganas de darle las gracias y el deseo de preguntarle qué la había llevado a investigar sobre la figura de mi abuela. Me contó algo muy bonito: Un día que había ido a visitar a su abuela, que padecía Alzheimer y se hallaba en una residencia, se le ocurrió poner una de las canciones de Concha Piquer para entretenerla, y al comprobar su reacción, tan expresiva, decidió indagar más en la biografía y personalidad de mi abuela. Posteriormente surgió la idea del cómic.


A raíz de ese contacto inicial surge una relación amistosa entre vosotras ¿En qué medida crees que Carla ha logrado captar la personalidad de doña Concha a través del cómic?

De forma absoluta. Ha realizado un trabajo de investigación prodigioso en todos los sentidos. En una ocasión me mandó un mensaje desde Uruguay para preguntarme si sabía en qué registro civil se habían casado mis abuelos. Su interés por el personaje alcanza hasta los últimos detalles y ha realizado, tanto en la vertiente artística como en los aspectos biográficos, un trabajo de gran importancia.


Hay una serie de libros, publicados recientemente, en torno a la figura de Concha Piquer. Uno de ellos, del gran Manuel Vicent, recrea también su biografía ¿Puedes hablarme un poco de ellos?

Manuel Vicent es, en efecto, uno de los mejores escritores de este país. Su libro apareció en octubre de 2022 y creo que va por la cuarta o quinta edición. El propio título, Retrato de una mujer moderna, dice mucho del enfoque que el autor ha dado a la narración. Los ambientes de la época están maravillosamente descritos y capta muy bien su espíritu. Por otro lado, hace unos dos años, la autora norteamericana Stephanie Sieburth publicó Coplas para sobrevivir (Ediciones Cátedra) que no es novela sino un ensayo en el que se trata de explicar lo que significaron las letras de, sobre todo, León, Quintero y Quiroga, y su impacto en la sociedad de la época. Los tres hicieron una verdadera simbiosis con mi abuela, una unidad indisoluble.


El legado de doña Concha se mantiene en el acervo cultural español a través de grabaciones memorables, pero también como un símbolo, como algo incorporado a la tradición, incluso en frases hechas; como la famosa “viajas más que el baúl de la Piquer” (alguno de cuyos ejemplares puede, por cierto, contemplarse en la exposición)

Sin duda. Por ejemplo, “Ojos verdes”, una de sus canciones más conocidas, ha tenido múltiples versiones, incluso en estilo pop y rock. Y con otras muchas ha sucedido lo mismo.


De regreso a la “mujer moderna” que retrata Manuel Vicent, hace poco me comentabas que tu abuela pagaba un canon (vamos, una multa) por cantar una determinada canción en su versión original, sin someterla a los cortes impuestos por la censura.

Sí ¡Eran quinientas pesetas de la época! (risas) Y era precisamente “Ojos verdes”. Hay que tener en cuenta que estas coplas eran como novelas en pequeño, con su exposición, nudo y desenlace. Ésta, en concreto, es la historia de una prostituta y dice: “Apoyada en el quicio de la mancebía” , es decir, del burdel. Y los censores no se lo permitieron; sugiriendo que esta frase fuera reemplazada por “apoyada en el balcón de mi casa un día”. Ella se negó rotundamente a semejante ridiculez y mantuvo la versión original, con lo que cada vez que la cantaba tenía que pagar la dichosa multa, que no era poco dinero en aquellos tiempos.


¿Por qué se retiró tan pronto?

Aplicó ese dicho tan conocido de que “una retirada a tiempo es una virtud”. Era tremendamente perfeccionista, cuidaba con todo esmero su voz, su arte, su compañía. Y fue a raíz de un fallo en su voz; que la mantuvo tres años sin hablar para poder recuperarla, con la enorme fuerza de voluntad que ello implica. Al poco tiempo de volver al escenario, en Isla Cristina, en Huelva, se dio cuenta de que su voz no estaba al ciento por ciento y decidió, sin haberlo hablado antes con nadie, que aquella sería la última vez que cantaría en público. Tras una larguísima carrera iniciada a los catorce años, se encontró arropada por los suyos, por su familia, amigos y colaboradores, y consideró que era el momento de dejarlo e iniciar otro tipo de vida menos errante, más sosegado.


¿Qué representó la figura de Antonio Márquez en la vida de Concha Piquer?

Fue una historia de amor en toda regla. Es sabido que él estaba casado y contra viento y marea lucharon por esa relación, hasta que él pudo separarse (en España no había divorcio) y por fin pudieron casarse en Uruguay. Mi abuela escribió el “Romance de la otra”, que es, desde luego, una canción biográfica:


“Yo soy la otra/

y a nada tengo derecho/

porque no llevo un anillo

con una fecha por dentro”


Hasta el final de sus días se mostraron un amor profundo. He sido testigo de ello. Mi abuelo era un hombre muy peculiar. Gran torero. Le llamaban “El Belmonte rubio”. Tenía un enorme sentido del humor. Era elegante y también sibarita. Experto en vinos; un gourmet, aunque no comiera mucho. Siempre estaba pendiente de su mujer y se retiró de los ruedos relativamente joven. A partir de entonces se convirtió en el manager de mi abuela; sobre todo en lo relacionado con la prensa y las relaciones públicas. Ella tenía el arte y él el saber hacer. Fueron un tándem maravilloso.

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La exposición estará abierta en la Sala de Exposiciones del Ayuntamiento de Valencia, hasta el 11 de junio de 2023.

(Fotos de la entrevista: IGNACIO CERMEÑO)

“Doña Concha: una exploración en torno a la copla y Conchita Piquer”

Exposición valenciana basada en el cómic “Doña Concha, la rosa y la espina”, de Carla Berrocal
Luis del Palacio
jueves, 27 de abril de 2023, 12:31 h (CET)

Amor, desengaño, distancia, olvido… son sólo algunos de los conceptos que pueblan las letras de un género, la copla, que surgió en las postrimerías del siglo XIX y que alcanzaría su cenit medio siglo después, con nombres que hacen evocar un tiempo, una época en la que el siglo XX avanzaba imparable, rompiendo a su paso mitos y arquetipos, aunque también creando otros nuevos. 


Un tiempo en que dos guerras devastaron a una buena parte del mundo; cuando además, en España, la Guerra Civil nos enfrentaría en una lucha entre hermanos, cuyas heridas tardarían mucho tiempo en restañarse. Raquel Meller, Imperio Argentina, Miguel de Molina, Juanita Reina, Pastora Imperio, Antonio Molina y tantos otros, cantaron esas pequeñas joyas de la canción popular. Pequeñas por su duración; pero siempre intensas y conmovedoras, directas al corazón. Durante los duros años de la posguerra, pero también mucho después, esas coplas resonaron no sólo en los oídos, sino sobre todo en las almas de personas de habla española a uno y otro lado del Atlántico.


Manuel Machado escribió algo respecto a la copla que no me resisto a reproducir:

“Hasta que el pueblo las canta/ las coplas coplas son/ y cuando las canta el pueblo/ ya nadie sabe el autor/ Tal es la gloria, Guillén,/ de los que escriben cantares:/ oír decir a la gente/ que no los ha escrito nadie”.


Y termina el poeta sevillano:

“Que al fundir el corazón en el alma popular/ lo que se pierde de nombre/ se gana de eternidad”. 


Y en esa eternidad se encuentran Quintero, León, Quiroga y muchos otros autores que aportaron su arte a la copla.


Cartel exposicion concha piquer valencia


Hay muchos indicios de que la copla sigue viva. Uno de ellos es la exposición, abierta en la sala del Ayuntamiento de Valencia, sobre el cómic de la artista Carla Berrocal, un itinerario en imágenes que recrea la vida de doña Concha Piquer. Y con su nieta mayor, Concha Romero Márquez, he tenido la siguiente conversación.


Concha  Romero


Tuviste siempre un trato muy íntimo con tu abuela, ¿qué es lo primero que te viene a la memoria al evocarla?

Lo primero sería esa relación tan estrecha que mencionas. Fue como una segunda madre; de hecho, la llamaba “mamá Concha”. Sin embargo, si ahora trato de evocarla desde otro ángulo, a través de tantos libros, exposiciones y actos que están teniendo lugar últimamente en torno a su figura, compruebo el gran valor que tuvo como mujer y como artista, algo que la hizo perdurar a lo largo de los años. Sus canciones se siguen escuchando, continúa teniendo seguidores y gente que aún la venera.  Y eso que hace más de treinta años que murió y más de sesenta que se retiró.


Doña Concha Piquer ejerce una fascinación de generación en generación, lo cual, para mí, indica que una personalidad que trasciende con su arte a su propia época es alguien que permanece en la memoria colectiva de un país, de una cultura.

Desde luego. Está claro que forma parte de la cultura española; pero además, cada vez se está valorando más el papel que tuvo como mujer emprendedora, adelantada a su tiempo; que con quince años cruzó el Atlántico para hacer carrera en los EEUU; alguien que llegó a tener una compañía con más de ochenta personas trabajando en ella. Fue una mujer muy moderna para su época y este hecho se está valorando mucho, teniendo en cuenta el tiempo que le tocó vivir.


Muchas de las letras de sus canciones están en la memoria de tres o cuatro generaciones ¿Crees que el legado artístico de tu abuela, a través de tantas canciones memorables, puede llegar a la juventud actual?

Está clarísimo que sí. Y el ejemplo lo tenemos aquí: la exposición de Valencia, inaugurada el pasado 14 de marzo, gira en torno a un libro en forma de cómic sobre su vida. La autora, Carla Berrocal, investigó la biografía de mi abuela y de ahí surgió el libro. Sin embargo, en ciertos aspectos sigue siendo una gran desconocida y espero que sea por medio de la creación de una fundación que lleve su nombre, cuando se pueda ahondar en todo ese legado, tanto artístico como social.


Doña concha , la rosa y la espina, carla berrocal (1)

Existe desde hace años el Museo Concha Piquer en Valencia y ahora se celebra esta exposición en el Ayuntamiento, teniendo como hilo conductor al cómic de Carla Berrocal ¿Cómo surgió la idea de montarla y cuándo conociste a su autora?

Es una historia curiosa. Un día, hojeando una revista en casa de una amiga, encontré una entrevista a Carla en la que se hablaba del libro “Doña Concha, la rosa y la espina”. Se trataba de un cómic y al instante me llamó muchísimo la atención. Por las fotos vi que Carla era muy joven y me entraron ganas de darle las gracias y el deseo de preguntarle qué la había llevado a investigar sobre la figura de mi abuela. Me contó algo muy bonito: Un día que había ido a visitar a su abuela, que padecía Alzheimer y se hallaba en una residencia, se le ocurrió poner una de las canciones de Concha Piquer para entretenerla, y al comprobar su reacción, tan expresiva, decidió indagar más en la biografía y personalidad de mi abuela. Posteriormente surgió la idea del cómic.


A raíz de ese contacto inicial surge una relación amistosa entre vosotras ¿En qué medida crees que Carla ha logrado captar la personalidad de doña Concha a través del cómic?

De forma absoluta. Ha realizado un trabajo de investigación prodigioso en todos los sentidos. En una ocasión me mandó un mensaje desde Uruguay para preguntarme si sabía en qué registro civil se habían casado mis abuelos. Su interés por el personaje alcanza hasta los últimos detalles y ha realizado, tanto en la vertiente artística como en los aspectos biográficos, un trabajo de gran importancia.


Hay una serie de libros, publicados recientemente, en torno a la figura de Concha Piquer. Uno de ellos, del gran Manuel Vicent, recrea también su biografía ¿Puedes hablarme un poco de ellos?

Manuel Vicent es, en efecto, uno de los mejores escritores de este país. Su libro apareció en octubre de 2022 y creo que va por la cuarta o quinta edición. El propio título, Retrato de una mujer moderna, dice mucho del enfoque que el autor ha dado a la narración. Los ambientes de la época están maravillosamente descritos y capta muy bien su espíritu. Por otro lado, hace unos dos años, la autora norteamericana Stephanie Sieburth publicó Coplas para sobrevivir (Ediciones Cátedra) que no es novela sino un ensayo en el que se trata de explicar lo que significaron las letras de, sobre todo, León, Quintero y Quiroga, y su impacto en la sociedad de la época. Los tres hicieron una verdadera simbiosis con mi abuela, una unidad indisoluble.


El legado de doña Concha se mantiene en el acervo cultural español a través de grabaciones memorables, pero también como un símbolo, como algo incorporado a la tradición, incluso en frases hechas; como la famosa “viajas más que el baúl de la Piquer” (alguno de cuyos ejemplares puede, por cierto, contemplarse en la exposición)

Sin duda. Por ejemplo, “Ojos verdes”, una de sus canciones más conocidas, ha tenido múltiples versiones, incluso en estilo pop y rock. Y con otras muchas ha sucedido lo mismo.


De regreso a la “mujer moderna” que retrata Manuel Vicent, hace poco me comentabas que tu abuela pagaba un canon (vamos, una multa) por cantar una determinada canción en su versión original, sin someterla a los cortes impuestos por la censura.

Sí ¡Eran quinientas pesetas de la época! (risas) Y era precisamente “Ojos verdes”. Hay que tener en cuenta que estas coplas eran como novelas en pequeño, con su exposición, nudo y desenlace. Ésta, en concreto, es la historia de una prostituta y dice: “Apoyada en el quicio de la mancebía” , es decir, del burdel. Y los censores no se lo permitieron; sugiriendo que esta frase fuera reemplazada por “apoyada en el balcón de mi casa un día”. Ella se negó rotundamente a semejante ridiculez y mantuvo la versión original, con lo que cada vez que la cantaba tenía que pagar la dichosa multa, que no era poco dinero en aquellos tiempos.


¿Por qué se retiró tan pronto?

Aplicó ese dicho tan conocido de que “una retirada a tiempo es una virtud”. Era tremendamente perfeccionista, cuidaba con todo esmero su voz, su arte, su compañía. Y fue a raíz de un fallo en su voz; que la mantuvo tres años sin hablar para poder recuperarla, con la enorme fuerza de voluntad que ello implica. Al poco tiempo de volver al escenario, en Isla Cristina, en Huelva, se dio cuenta de que su voz no estaba al ciento por ciento y decidió, sin haberlo hablado antes con nadie, que aquella sería la última vez que cantaría en público. Tras una larguísima carrera iniciada a los catorce años, se encontró arropada por los suyos, por su familia, amigos y colaboradores, y consideró que era el momento de dejarlo e iniciar otro tipo de vida menos errante, más sosegado.


¿Qué representó la figura de Antonio Márquez en la vida de Concha Piquer?

Fue una historia de amor en toda regla. Es sabido que él estaba casado y contra viento y marea lucharon por esa relación, hasta que él pudo separarse (en España no había divorcio) y por fin pudieron casarse en Uruguay. Mi abuela escribió el “Romance de la otra”, que es, desde luego, una canción biográfica:


“Yo soy la otra/

y a nada tengo derecho/

porque no llevo un anillo

con una fecha por dentro”


Hasta el final de sus días se mostraron un amor profundo. He sido testigo de ello. Mi abuelo era un hombre muy peculiar. Gran torero. Le llamaban “El Belmonte rubio”. Tenía un enorme sentido del humor. Era elegante y también sibarita. Experto en vinos; un gourmet, aunque no comiera mucho. Siempre estaba pendiente de su mujer y se retiró de los ruedos relativamente joven. A partir de entonces se convirtió en el manager de mi abuela; sobre todo en lo relacionado con la prensa y las relaciones públicas. Ella tenía el arte y él el saber hacer. Fueron un tándem maravilloso.

................................................


La exposición estará abierta en la Sala de Exposiciones del Ayuntamiento de Valencia, hasta el 11 de junio de 2023.

(Fotos de la entrevista: IGNACIO CERMEÑO)

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