
Con una trayectoria que abarca más de treinta años, Andoni Ferreño se ha consolidado como una figura imprescindible del panorama artístico español. Un actor que ha sabido transitar con naturalidad entre la televisión, el cine y, especialmente, el teatro, donde ha desarrollado una intensa actividad durante las últimas décadas. Su rostro es inolvidable para quienes vivieron la explosión televisiva de los años 90, pero su verdadera vocación —como él mismo ha confesado en más de una ocasión— siempre ha estado ligada a las tablas.
En esta ocasión, Ferreño regresa a escena con Se alquila, una comedia que reflexiona sobre las relaciones humanas desde el humor y la cotidianidad. Con su habitual cercanía y elegancia, nos habla sobre la obra, su pasión por la representación y los retos que aún lo entusiasman como artista.
1- Con una carrera tan extensa en las tablas, en televisión y la gran pantalla. ¿Cómo considera que ha evolucionado su forma de entender la profesión a lo largo de los años?
Ha cambiado mucho, no sé si para bien o para mal. Hay una extensa y buenísima producción, tanto de series, cine, teatro, y de la televisión. Es de otra manera, no es tan artesanal como cuando empezábamos nosotros.
Hay que amoldarse a las circunstancias y evolucionar con los tiempos, tener en cuenta que los mensajes que la gente quiere recibir ahora son más reducidos. Por ejemplo, la duración de la función, antes eran de dos horas, o dos horas y media, ahora el público espera una cosa rápida, setenta u ochenta minutos. Porque vivimos en un mundo TikTok. Las películas y las series duran menos, los capítulos suelen ser más cortos, antes alcanzaban la hora y media.
Vamos a una velocidad que no sabemos si es buena. Hay que enviar muchos mensajes en un breve espacio de tiempo y eso cuesta a la hora de escribir o conectar con los espectadores.
2. Actualmente protagoniza la comedia "Se alquila". ¿Qué le atrajo de este proyecto y qué fue lo que le impulso a formar parte de él?
El argumento de la obra me conquistó desde el primer momento por su ingenio y profundidad, un atractivo que incluso la crítica especializada y destacados miembros del sector teatral han sabido reconocer.
Es lo que más me atrajo, yo había estado trabajando con Agustín haciendo Boeing Boeing. Le propuse elaborar una versión con hombres más adultos. Somos él y yo contando una historia de dos personajes que ya han pasado los 60 años y están viviendo unas circunstancias especiales en su vida, así surgió.
3. Se alquila aborda temas muy actuales desde el humor. En su opinión, ¿qué tipo de reflexión le gustaría que se llevara el espectador al salir del de la comedia?
Cuando hago teatro, cuando escribo un guion para una obra yo no pienso en si hay alguna reflexión o moraleja. A mí me encanta ver los auditorios llenos, a rebosar, que los espectadores se lo pasen fenomenal.

La función tiene un desarrollo original e inesperado, nada es lo que parece. El público empieza enamorándose de los protagonistas, los quieren porque cada uno tiene un conflicto vital importante, a lo largo de la representación van viendo que nada es lo que parece, que esto no es lo que se les estaba contando al principio. Empiezan a pensar ¿Qué ocurre aquí? ¿Ocurre aquí? Hasta ahí puedo contar.
4. ¿Cómo es trabajar con Agustín Bravo? ¿Qué destacaría del ambiente que se ha generado entre bambalinas? Agustín y yo nos conocemos desde hace años, desde que éramos jovencitos, yo tenía aquí un prurito, porque yo sabía que Agustín era un buen actor, pero a él le daba reparo dedicarse a la actuación, conseguí convencerle. Le dije “tranquilo, que ya verás como sacamos de ti ese pedazo de actor que llevas dentro” y entonces lo hizo. Con Se Alquila se sale en la actuación.
Es una gozada trabajar con un amigo. Cuando trabajas con alguien cercano, la relación tiene todas sus consecuencias: hay conflictos, momentos fantásticos y otros más regulares. Alguna que otra pequeña discusión surge por diferencias, pero me parece un hombre muy amable, cariñoso y querido; es un gran tipo.
Tenemos muchas cosas en común y estamos felices juntos. Incluso cuando llevamos solo un par de días separados para descansar, nos estamos llamando continuamente, nos decimos ¿brother qué tal estás? 5. A lo largo de su carrera ha pasado por distintos formatos: televisión, teatro, celuloide, presentación de programas... ¿Dónde se siente más cómodo profesionalmente?
Lo que más me gusta en esta profesión es trabajar, es vocacional, no estoy aquí por accidente. Donde estoy más cómodo es en las tablas, puedo sentir al público, notarles. A veces te dan ganas, cuando te aplauden de bajar y abrazarles a todos.
Uno es dueño de su personaje, cuando salgo al escenario, el papel es mío, no es del director ni del autor, es completamente mío.
En la gran pantalla y en las series, se dependes más de otros profesionales, hay un director de fotografía, el director de la serie, el conductor, el que se encarga del montaje, en ese formato no eres tan dueño tú de tus actos. El cine y las series me encantan, sin embargo, en el anfiteatro es donde mejor me encuentro.
Había un actor mítico de este país que se llamaba Agustín González, que desapareció, él decía que el teatro es la aristocracia de este oficio.
6- ¿Nos podría contar alguna anécdota divertida o surrealista que le ha ocurrido sobre el escenario?
Debuté en el año 92, con una función preciosa, Solo para mujeres. Yo compartía escenario con Juan Ribó, mítico actor, con Kiti Manver y Doña María Isbert. Saludando, cuando se acabó la función, Juan Ribó y yo salíamos juntos para agradecer al público que hubieran venido. No sé por qué me despisté y le que quise decirle algo a Juan, como “qué bien has estado” o algo parecido, de repente me veo tropezando con el del escenario, volando al patío de butacas, me iba a caer encima de los espectadores. Era joven y estaba bastante ágil, hice un giro en el aire, en el pasillo, la gente empezó a aplaudir porque pensaban que mi actuación formaba parte de la función.
Me levanté, Juan, el pobre, estaba descompuesto. Kiti Manver y María Isbert salieron corriendo al escenario, me levanté, cuando me incorporé ya me había sacado la clavícula. Decía la gente, que pena que todos los días, este muchacho tenga que realizar esta caída, un día se hará daño. Poder improvisar es un arte, es un arte tremendo. Es el directo, esa es la magia del espectáculo.

7- ¿Qué experiencia profesional le ha marcado más personalmente?
Aprendo mucho de cada proyecto del que formo parte, me quedo con todos los trabajos que he hecho.
Por ejemplo, cuando me contrataron para viajar a Colombia a rodar La Pola, pude conocer otros actores de otros países, rodar fuera de España. Me marcó mucho porque vi el talento que había allí de otros compañeros, y directores. Tanto en España, como en el resto de los países, se hacen creaciones realmente interesantes con las que aprender y crecer. Para mí fue una experiencia de humildad.
El mundo está lleno de grandísimos actores. El que no está en Hollywood está rodando en Estados Unidos, el otro en Argentina, es magnífico, es como volver a empezar.
8- ¿Cómo actor que retos le queda por hacer? Me gustaría hacer más cine, puedo aportar mucho en el séptimo arte. Continuar con mi faceta en las tablas, que me apasiona, quiero tener 80 o 90 años y seguir subiéndome al escenario, viviendo de la actuación.
9- ¿Algún papel que no haya hecho?
Yo hice una función con Agustín González que es La huella, quiero esperar unos 10 años para poder ponerme en la piel del personaje del mayor, que es maravilloso. Además, en el celuloide lo interpretó Sir Laurence Olivier. Lo haría para divertirme.
10- ¿Tiene nuevos proyectos a la vista que pueda compartir con nosotros?
Ahora mismo estoy volcado en la comedia Se alquila, es mi prioridad y mi centro creativo. Siempre estoy pensando en lo que vendrá después, en esa próxima función que aún es una incógnita… y que será una sorpresa. Podría convertirse en un monólogo intimista, una tragicomedia cargada de ironía, un drama que remueva emociones o incluso una tragedia en toda regla. Lo bonito es que, por ahora, solo yo sé hacia dónde irá, y ni siquiera estoy seguro de querer revelarlo todavía.
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