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Por líquido elemento se te cita,
por ser fuente de vida se te adora,
por aplacar la sed desde la aurora,
a dar gracias al Cielo, nos invita.
Por ser obra de Dios, eres bendita,
por apagar el fuego, salvadora,
por llenar ríos y embalses, bienhechora,
al darnos lo que el mundo necesita.
Sin tí la Tierra no tendría color;
porque sería un lugar sin vida,
sin rosas, sin claveles, sin verdor.
Honor y gloria a Nuestro Señor,
que desde el Cielo nos regala el agua
y, como siempre, Su infinito amor.
Parece ser, que este hermoso oficio de escribir toma desde diferentes vertientes en la América Latina y nos lleva por rumbos en los que nos podemos reencontrar y cavilar casi de manera diaria. Es así que, surge por ejemplo la poesía como verdadera lanza para combatir esta terrible posmodernidad y sus atroces caminos. El día de hoy, nuestra entrevista nos lleva a conocer al escritor argentino Eduardo Alberto Nico.
Minnie Gregoria tiene once años y en mayo cumple los doce, le falla el hígado y un riñón no le funciona bien, pero la virgen de Fátima y el doctor José Gregorio Hernández Cisneros le darán una mano o un brazo o lo que le haga falta, se salvará, vaciará su riñón y celebraremos un año más el cumpleaños con ella entre nosotras. No es la primera vez que le ayudan a seguir viviendo. Eso está hecho y no hay más que hablar.
Me duele, me duele tanto, es el dolor que me anuncia el fin de esta vida, que fue mía. No sé bien lo que me queda, pero por lo mal que estoy será pronto, se acerca la hora de mi partida y debo hacer las maletas.
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