En algún momento del siglo veintipocos alguien recibiría un premio nobel de física por descubrir que las realidades alternativas no están exentas de compartir las mismas desgracias. Veamos sin ir más lejos el mundo paralelo 13, donde el ente Carlitos ha recibido el desagradable encargo de rellenar una redacción con las cosas más destacables que le hayan acontecido el día anterior, aunque éste haya tenido menos aristas que un sismógrama en Paris (el Paris paralelo). La crónica de Carlitos ha transitado por lugares comunes con tal de rellenar los 1500 caracteres demandados: Se ha despertado en un punto entre las siete treinta y las siete treinta y cinco. Ha desayunado unos cereales que no flotaban sino se hundían en el tazón de leche de arroz mientras su padre escuchaba en la radio que era insoportable el “actitudeo” de cierta gente metida en política. En el autocar que le llevaba a clase ha preguntado a un compañero por el significado de esa palabra. El otro se ha se ha limitado a indicar que el novio de su madre opina que los que hablan por hablar son unos “tios-segundos”. Carlitos ha pensado inmediatamente en su tio-segundo Jaume, que está en estado de busca y captura por haber realizado un intercambio de billetes morados que ahora gusta de llamarse “gnomeo”.
En la primera clase Carlitos ha aprendido a distinguir metros cuadrados de cúbicos, y en el recreo ha aceptado colaborar en un “colectiapoyo” con el que sus amigos quieren financiar un viaje para que uno de ellos concurse en un programa de “criochefs” que cantan. Con Carla, que le gusta un poquito, ha querido propiciar un pequeño avance pero cuando le ha ofrecido compartir una bebida isotónica, ella le ha dado un “repli-zas” que le ha sacado los colores. Alguien que ha visto la escena (y la ha filmado), ha decidido colgarla en la “telaraña social” con el “etiquetado” ZASCARLITOS. Y así ha pasado realmente el día.