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Como paradójico es que, si bien hay ingenieros sociales detrás de esta ley, la Ley Trans quiero decir, también haya gente de buena voluntad que la recibe entusiasmada convencida del mismo espíritu inclusivo que ha llevado a revisar adjetivos en los libros de Dahl: que nadie se sienta despreciado ni diferente.
Pues bien. Tanto entre los ideólogos manipuladores como entre los ingenuos de buena voluntad que les votan, abunda la inmadurez. Porque la madurez tiene que ver con aceptar la realidad y, la inmadurez, con crearte un mundo paralelo si no te gusta. La Ley Trans es esto último.
La felicidad está en la realidad o no está. Y la realidad es lo que Dios ha creado. Y la imaginación o la capacidad artística son maravillosas cuando te llevan a descubrirla. Da igual que sea a través de mundos fantásticos, fábulas, hadas, ogros o elfos. Si se trata de una utopía, una novela realista o un cuento naturalista. Lo fundamental es que revele la vida, que no es políticamente correcta, sino dramática, y, sobre todo, lo que hay en el corazón del hombre, capaz de trascender cualquier drama.
Un 23 de abril de 1934, según el diario El Mundo de Buenos Aires, la Sociedad de las Naciones había desmentido actos de canibalismo en las tropas bolivianas que combatían en el Chaco. El New York Times había publicado trascendidos que circulaban en La Paz, dando cuenta de que nativos del Chaco, sin ningún respeto, habían matado y devorado a oficiales bolivianos, en protesta por el reclutamiento forzozo de los pueblos originarios.
Tenemos un país donde miles de personas votan a asesinos. Algo no está bien. Adoctrinados en el odio a España, desde pequeños, votan. El problema es que representan el 0,7% pero influyen en España al 100%. Poco que hacer. Puede ir a peor. Aficiones y aflicciones del personal de allí, allá o acullá; y el de aquí. Por lo que hay y pueda ocurrir, el resultado importa. En el País Vasco sobre todo, también en el resto de España y en la UE.
Las conductas de riesgo son aquellos comportamientos que implican un efecto placentero inmediato pero carecen de una valoración de las consecuencias posteriores. Es preciso comprender que son los mecanismos cognitivos los que guían al adolescente y joven a la asunción de conductas de riesgo.
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