Siglo XXI. Diario digital independiente, plural y abierto. Noticias y opinión
Viajes y Lugares Tienda Siglo XXI Grupo Siglo XXI [ Cambiar a versión móvil ]
19º ANIVERSARIO
Fundado en noviembre de 2003
Opinión
Etiquetas:   Carta al director  

​Derribar las Cruces

José Morales Martín, Gerona
Lectores
jueves, 16 de marzo de 2023, 08:50 h (CET)

La Cruz de Cristo seguirá levantada en los cruces de caminos, en las cumbres de las montañas, en los senderos que transitan los hombres, hasta el final de la historia sobre la tierra. La Cruz da sentido a la historia; es más, sin la Cruz, la historia de los hombres no tiene ningún sentido. En la Cruz, Cristo nos sigue anunciando que ha redimido el pecado, sigue invitándonos a mirarle, a contemplarle, a adorarle, para que, pidiendo perdón de nuestros pecados y arrepentidos, podamos llegar a descubrir el Amor de Dios.


¿Qué mueve el corazón de los hombres que mandan y disponen derribar las Cruces? ¿Qué mueve la mente de unos hombres que incluso pagan para que otros derriben una Cruz?


Quizá una mirada ligera puede tratar de descubrir un motivo muy superficial: el recuerdo de una situación política, social, económica, etc., por no decir una experiencia muy personal, que relacione la presencia de la Cruz con una injusticia cometida, un abuso de poder, o algún gesto semejante, engendrador de odio y de deseos de venganza. Hay más.


Quienes han levantado esas Cruces lo han hecho con la conciencia clara de que en la Cruz había un Crucificado. Jesucristo, Dios y hombre verdadero. Y al alzarlas sobre la tierra, sobre las rocas de nuestros caminos, han elevado la mirada al Cielo abierto en el corazón del Crucificado al recibir la lanzada del soldado romano. Y han rezado; pidiendo perdón de sus pecados, y pidiendo al Crucificado que les ayudase a resucitar con Él. La Cruz, lo sabían bien, es el lugar de la muerte, de la muerte vencida y derrotada, el lugar de la Resurrección.


El derribo de las Cruces es, en cierto modo, una señal de que esos hombres que las derriban quieren desvincularse de su relación con el Crucificado. Quizá alguno confiese que es ateo, pero seguramente ni él mismo cree lo que dice. A un ateo, la Cruz no tendría que decirle nada. Si Dios no existe, pensaría, la Cruz es un madero cualquier, dos palos cruzados a una cierta altura, un símbolo de nada. Y la nada no tiene ninguna fuerza para disturbar el espíritu del hombre. ¿Por qué, entonces, derribarla? Me parece importante considerar estos durante los días de cuaresma que estamos viviendo.

Noticias relacionadas

¿Desvaría el ‘Homo sapiens’?

La naturaleza somos todos, y sus leyes inmutables

Erguidos por dignidad

La comunidad será deplorable sin individuos dignos

Los Médanos del Chaco no se tocan

Una iniciativa descabellada fue abortada en el Senado paraguayo

El boom y el crash de la industria tecnológica

Nuestro futuro está plagado de direcciones tecnológicas impredecibles e innovadoras

​Excesiva ciberdelincuencia sin control

Los hackeos a empresas de todo tipo, tanto públicas como privadas, están a la orden del día
 
Quiénes somos  |   Sobre nosotros  |   Contacto  |   Aviso legal  |   Código Bonus México  |   Suscríbete a nuestra RSS Síguenos en Linkedin Síguenos en Facebook Síguenos en Twitter   |  
© Diario Siglo XXI. Periódico digital independiente, plural y abierto | Director: Guillermo Peris Peris