Me siento en la absoluta necesidad de escribir. Soy un profesional de la Educación que lleva ocho años dentro del cuerpo de la educación pública, disfrutando de una profesión apasionante, siempre y cuando entendamos por tal la impartición de unos conocimientos, la demostración con tu ejemplo de ciertos valores y el favorecimiento eterno de la libertad de expresión y la autosuperación, con el objetivo de que tus alumnos sean ciudadanos de provecho el día de mañana en el campo que ellos quieran.
Sin embargo, tristemente, de un tiempo a esta parte leo en un informe del Defensor del Profesor que se han multiplicado los casos de ansiedad y de depresión entre el cuerpo docente. Por desgracia, soy uno de ellos. Me faltan mucho mis alumnos; añoro su cariño y, a juzgar por sus escritos y su interés por mí, creo que ellos también añoran el mío. Pese a todo ello, debo estar fuera por un tiempo porque en lo que se ha convertido la educación en España me hace mucho daño y me ha provocado los síntomas, que, al parecer, son bastante comunes en el cuerpo. Quizá es momento de repensar en lo que se ha convertido la educación en España en estos últimos cuatro años…
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