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La movilización social en Francia a causa de la reforma de las pensiones y la edad de jubilación pone de manifiesto la profunda crisis sobre la que descansan las sociedades desarrolladas. Hoy, en Francia, la edad de jubilación está en los 62 años. El Gobierno propone elevarla a los 64. Un millón de personas se manifestó contra esta medida el pasado 19 de enero. El primero de febrero, se calcula que solo en París se manifestaron, de nuevo, medio millón de personas.
Macron se enfrenta a la calle y a los sindicatos, pero también a la Asamblea Nacional. No goza de mayoría, no todos los republicanos quieren aprobar esta reforma y ni siquiera las fuerzas macronistas comparten las mismas tesis en esta cuestión. El país también está dividido. Los trabajadores industriales son los más opuestos a la reforma mientras que los cuadros profesionales y con mayor cualificación son los que muestran menor oposición.
Ayer, día 1 de junio, se celebraba el absurdo Día de la Leche. ¿Qué es exactamente lo que hay que celebrar en la explotación y muerte de animales sumado al impacto medioambiental de estas industrias sin escrúpulos? La industria láctea no deja de lloriquear para recibir más subvenciones ya que, al fin y al cabo, viven de eso en lugar de fomentar las alternativas vegetales para sustituir la leche y disfrutar también del queso, lácteos o cualquier receta de repostería.
Por fas o por las tribulaciones acechantes de una manera denodada, por el carácter pusilánime acentuado con cada frustración o por las poco atinadas propuestas vitales emprendidas; escuchamos esa frase tan manida de no encontrarle sentido a la vida. Dicha expresión denota una situación lamentable de por sí, pero especialmente dolorosa si prestamos atención a los sufrimientos que la acompañan.
Un consuelo es una esperanza, como la de Sísifo, como también de Penélope, entre otras (os) que, incesantemente lucharon y lucharon hasta lograr sus objetivos. De tal suerte, la esperanza, es lo último que se debe perder, porque sino, nuestra mente podría colapsar, desembocar en una obsesión.
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