Muchas voces piden a la OTAN y a Biden que le hagan ver a Zelenski que una victoria completa de Ucrania, incluida la recuperación de Crimea, no es realista. La posibilidad de un acuerdo de paz parece encerrada en un laberinto. La fórmula de paz por territorios es rechazada por ambas partes. Moscú no la acepta, entre otras cosas, porque supondría admitir que ha sido el agresor. La caída de Jerson, hasta hace nada impensable, supone un duro golpe para los rusos. Zelenski ya no exige que Putin abandone el poder, le basta con un cese de hostilidades.
Pero Putin necesita la guerra para seguir en el Kremlin. Paradójicamente, una solución provisional, un simple alto el fuego sin definiciones, un armisticio como el que desde 1953 mantienen Corea del Norte y Corea del Sur podría ser más fácil. En cualquier caso, no habrá paz sin un proceso que haga posible una reparación. Quizás la reparación no consista en recuperar todo lo perdido, algo que puede ser imposible, sino en recibir un bien que permita recomenzar.
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