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En el siglo II a. C. la economía era un auténtico desastre: la inflación se disparó, el comercio se paralizó y las provincias quedaron aisladas entre sí.

La tetrarquía destructiva

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El siglo III d. C. supuso para el Imperio romano un periodo de crisis, posiblemente de las peores que pudo sufrir. En el lapso de cincuenta años, se sucedieron, uno tras otro casi treinta emperadores. Era el ejército quien los nombraba y deponía, a veces de forma simultánea en distintos lugares, cuando no perecían asesinados víctimas de intrigas o de pretensiones de los militares de más alta graduación.


La economía era un auténtico desastre: la inflación se disparó, el comercio se paralizó y las provincias quedaron aisladas entre sí. Los desorbitados impuestos, aparte de la dificultad de su recaudación, la mayoría de las veces no llegaban a Roma, asfixiaban a los ciudadanos, y estas estaban desabastecidas de los productos de primera necesidad. La semejanza con la actualidad española es irrefutable.


Allá por los finales del mencionado siglo el emperador Diocleciano, en un intento de remediar y poner fin al caos en el que estaba sumido el Imperio decidió nombrar dos emperadores mayores que serían denominados augustos, que se encargarían de las provincias occidentales y orientales respectivamente, y dos césares, sus subalternos y sucesores designados, que se llamarían césares, cada uno desempeñaría funciones específicas, que se encargarían de que las decisiones de los augustos se llevaran a cabo. Pero esta decisión no puso fin al maremágnum en el que estaba hundido el imperio, es más se fue deslizando por una pendiente que, entre otras causas que no viene al caso enumerar, posibilitó las invasiones bárbaras que dieron al traste con el mismo.


Nuestro Gobierno se asemeja a esta época del Imperio romano en que está regido por una tetrarquía, cuyos césares solo buscan acrecentar su poder, aunque sea en detrimento y la destrucción de España. Pedro Sánchez no es que haya dividido a España en una tetrarquía es que no ha tenido más remedio que, para poder gobernar, subdividir el poder en cuatro facciones que malamente lo mantienen en el Gobierno.


Ha tenido que apoyarse en partidos que desean la desmembración de España como son los nacionalistas catalanes, los filo etarras de Bildu, de ideología independentista vasca comandados por Otegui quien no ha vacilado al decir: “Tenemos a 200 presos en la cárcel y si para sacarlos hay que votar los Presupuestos, pues los votamos”. Los presos encarcelados son etarras que han cometido acciones terroristas, luego si reconoce que tiene presos terroristas de ETA en la cárcel, no hace falta aclarar que se considera etarra como ellos, pero es que además fue condenado a seis años de prisión por el secuestro en 1979 del director de la fábrica de Michelín Luis Abaitua, que cumplió entre 1987 y 1993. También fue inculpado a 15 meses por el enaltecimiento a un etarra; y en la hidra de múltiples cabezas aunada en PODEMOS que ideología comunistas, y dirigentes amigos de regímenes comunistas como Venezuela, Cuba, Corea del Norte y toda la hez del comunismo internacional.


El PSOE (Partido Sanchista Opresivo de Españoles), los independentistas catalanes, los  filoetarras de Bildu (este partido es la ETA, cuasi domesticada) y los comunistas de podemos forman la tetrarquía en la que se ha constituido nuestro Gobierno a mayor gloria de Pedro Sánchez, felón y traidor a sus propias palabras que, como dice el castizo: miente más que habla.


La Historia se lo tomará en cuenta.

La tetrarquía destructiva

En el siglo II a. C. la economía era un auténtico desastre: la inflación se disparó, el comercio se paralizó y las provincias quedaron aisladas entre sí.
Manuel Villegas
viernes, 9 de diciembre de 2022, 00:37 h (CET)

El siglo III d. C. supuso para el Imperio romano un periodo de crisis, posiblemente de las peores que pudo sufrir. En el lapso de cincuenta años, se sucedieron, uno tras otro casi treinta emperadores. Era el ejército quien los nombraba y deponía, a veces de forma simultánea en distintos lugares, cuando no perecían asesinados víctimas de intrigas o de pretensiones de los militares de más alta graduación.


La economía era un auténtico desastre: la inflación se disparó, el comercio se paralizó y las provincias quedaron aisladas entre sí. Los desorbitados impuestos, aparte de la dificultad de su recaudación, la mayoría de las veces no llegaban a Roma, asfixiaban a los ciudadanos, y estas estaban desabastecidas de los productos de primera necesidad. La semejanza con la actualidad española es irrefutable.


Allá por los finales del mencionado siglo el emperador Diocleciano, en un intento de remediar y poner fin al caos en el que estaba sumido el Imperio decidió nombrar dos emperadores mayores que serían denominados augustos, que se encargarían de las provincias occidentales y orientales respectivamente, y dos césares, sus subalternos y sucesores designados, que se llamarían césares, cada uno desempeñaría funciones específicas, que se encargarían de que las decisiones de los augustos se llevaran a cabo. Pero esta decisión no puso fin al maremágnum en el que estaba hundido el imperio, es más se fue deslizando por una pendiente que, entre otras causas que no viene al caso enumerar, posibilitó las invasiones bárbaras que dieron al traste con el mismo.


Nuestro Gobierno se asemeja a esta época del Imperio romano en que está regido por una tetrarquía, cuyos césares solo buscan acrecentar su poder, aunque sea en detrimento y la destrucción de España. Pedro Sánchez no es que haya dividido a España en una tetrarquía es que no ha tenido más remedio que, para poder gobernar, subdividir el poder en cuatro facciones que malamente lo mantienen en el Gobierno.


Ha tenido que apoyarse en partidos que desean la desmembración de España como son los nacionalistas catalanes, los filo etarras de Bildu, de ideología independentista vasca comandados por Otegui quien no ha vacilado al decir: “Tenemos a 200 presos en la cárcel y si para sacarlos hay que votar los Presupuestos, pues los votamos”. Los presos encarcelados son etarras que han cometido acciones terroristas, luego si reconoce que tiene presos terroristas de ETA en la cárcel, no hace falta aclarar que se considera etarra como ellos, pero es que además fue condenado a seis años de prisión por el secuestro en 1979 del director de la fábrica de Michelín Luis Abaitua, que cumplió entre 1987 y 1993. También fue inculpado a 15 meses por el enaltecimiento a un etarra; y en la hidra de múltiples cabezas aunada en PODEMOS que ideología comunistas, y dirigentes amigos de regímenes comunistas como Venezuela, Cuba, Corea del Norte y toda la hez del comunismo internacional.


El PSOE (Partido Sanchista Opresivo de Españoles), los independentistas catalanes, los  filoetarras de Bildu (este partido es la ETA, cuasi domesticada) y los comunistas de podemos forman la tetrarquía en la que se ha constituido nuestro Gobierno a mayor gloria de Pedro Sánchez, felón y traidor a sus propias palabras que, como dice el castizo: miente más que habla.


La Historia se lo tomará en cuenta.

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