Siglo XXI. Diario digital independiente, plural y abierto. Noticias y opinión
Viajes y Lugares Tienda Siglo XXI Grupo Siglo XXI
21º ANIVERSARIO
Fundado en noviembre de 2003
Sociedad
Etiquetas | Pueblo | Argentina | Altura | Olvido
A casi 4100 metros sobre el nivel del mar, Olacapato es el pueblo más alto del país

​¿Cómo es vivir en el pueblo más alto de Argentina?

|

Olacapato


Existe un pueblo en Argentina donde la vida no se parece a ningún otro lugar del país: Olacapato, ubicado en el departamento Los Andes de la provincia de Salta, muy cerca de la frontera con Chile. Con tan solo 210 habitantes y a casi 4100 metros de altura sobre el nivel del mar, es el pueblo más alto del país. La vida en Olacapato no es fácil. Olvidado por las autoridades, la vida de sus habitantes está caracterizada por la lucha diaria por sobrevivir. En este rincón olvidado de Argentina, sus habitantes “hacen patria” todos los días del año.


Localizado en un valle rodeado de un cordón montañoso con cerros de más de 5000 metros de altura, su ubicación dificulta más el acceso al pueblo. Se encuentra cerca de la ruta nacional 51 y la localidad más cercana, San Antonio de los Cobres, está a 60 kilómetros. Además de su particular ubicación geográfica, el pueblo carece de un recurso fundamental para la vida: el agua potable. El agua baja directamente del volcán Quewar, es decir, que baja hacia las casas directamente sin ningún proceso potabilizador.


Olacapato Salta


La realidad de Olacapato no es diferente a lo que pasa en el resto de la provincia. Salta es la provincia con mayor cantidad de pobres de Argentina, según un informe del 2021 elaborado por el Instituto de Estudios Laborales y del Desarrollo Económico, dependiente de la Universidad Nacional de Salta. El 54% de la población de la provincia es pobre.


La señal de telefonía móvil e internet es casi inexistente en Olacapato. Es posible contar con acceso a la red únicamente en la escuela y el puesto policial. Las condiciones climáticas también son adversas para la vida en el pueblo más alto de Argentina. En el invierno las temperaturas pueden llegar a los 25 grados bajo cero y el viento puede ser extremadamente fuerte. Como en el resto de la región, el clima es árido y se caracteriza por una marcada amplitud térmica. La altura extrema obliga a los visitantes a realizar movimientos lentos para no agitarse. Los habitantes del pueblo están acostumbrados a recurrir al consumo de hojas de coca para soportar la altura y así de esta manera estabilizar el cuerpo. Sin embargo, los que no estamos acostumbrados a las alturas extremas, experimentamos el llamado “soroche” o “mal de montaña”.


En la escuela más alta del país, 4600 "Mayor Juan Carlos Leonetti" de Olacapato, las “chinitas” y los “changuitos” corren con una sonrisa. En el norte argentino, se les dice chinitas a las niñas y changuitos a los niños. La escuela también cuenta con el invernadero “más alto del mundo”. A 4100 metros sobre el nivel del mar, incluso supera al invernadero que está un pueblito llamado Pangboche, en Nepal, a 3.992 metros de altura sobre el nivel del mar. El invernadero fue construido por las firmas Ady Resources y Manufacturas de los Andes. Los chicos de la escuela allí trabajan y aprenden, cultivan y cosechan verduras a más de 4000 metros de altura y con temperaturas que por las noches bajan a menos de 25 grados bajo cero.


En Olacapato se venera a la Pachamama, o Madre Tierra, la más popular de las creencias mitológicas de la región andina que perdura con fuerza en numerosos lugares del norte de Argentina. La Pachamama es la diosa femenina de la tierra y la fertilidad, una divinidad agrícola benigna concebida como la madre que nutre, protege y sustenta a los seres humanos. En la tradición incaica es la deidad de la agricultura comunal.


Pueblo Olacapato


Las pocas calles del pueblo son de tierra y las casas están hechas de ladrillo de adobe, con aberturas de madera pintada de rojo o azul y con una puerta y dos ventanas pequeñas. Un humilde hospedaje con comedor recibe a los camioneros de las minas y a los viajeros que cruzan hacia Chile. Si bien Olacapato no tiene atractivos turísticos, es una parada obligada para llegar a los salares de Pocitos y Arizano, así como también al Desierto del Diablo,uno de los lugares más extraños del país por su color rojizo y su semejanza con el planeta Marte.


Olacapato se encuentra a 50 kilómetros del Paso Internacional Sico, el cual, a través de la ruta nacional 51, une a la provincia de Salta en Argentina con San Pedro de Atacama, en la Región de Antofagasta, en Chile. A escasos metros del pueblo también se encuentra el Parque Solar Caucharí, el parque solar más grande de América Latina. Consiste en un complejo con más de un millón paneles solares ubicados en la Puna jujeña a 4020 metros sobre el nivel del mar. Para su construcción, requirió el trabajo de 1200 personas, en el cual un 60% son miembros de comunidades originarias. Sin embargo, los habitantes de Olacapato no gozan de los beneficios del moderno complejo solar. En cambio, un viejo generador mecánico trabaja durante todo el día para producir energía para el pueblo. Una de las tantas desigualdades expuestas a la vista de todos en el noroeste argentino, a la que se le suman la pobreza y el desempleo.


La mayoría de los habitantes del pueblo pertenecen a la etnia colla. La denominación genérica “colla” o “kolla” para la población indígena del noroeste argentino proviene Kollasuyu, nombre utilizado para denominar el área meridional del sistema incaico. De modo que como grupo central son relativamente recientes. Habitan lo que hoy es Bolivia, el norte de Chile – llegando por el sur hasta Santiago – y las actuales provincias argentinas de Jujuy, Salta, Tucumán, Catamarca, norte de Santiago del Estero, noroeste de Córdoba, La Rioja y San Juan.


El noroeste argentino y norte de Chile estuvieron poblados por grupos de cazadores-recolectores que se instalaron en los Andes y Sierras Centrales hace más de diez mil años. La penetración de los Incas hacia fines del siglo XV, comenzó la aculturación de los pueblos nativos del noroeste argentino. Instalaron sus tradicionales estructuras de asentamientos: tambos y pucarás, e introdujeron la lengua quechua que estaba tan generalizada en tiempos de la colonia que la Declaración de la Independencia argentina fue también redactada y publicada en quechua.


Olacapato iglesia


A mediados del siglo XVI, llegan los españoles, que completaron el proceso con la implementación del destierro.La cultura colla resultante no es estrictamente indígena sino mestiza, lo cual de todas maneras nos permite ubicarla en el campo aborigen, no sólo por su historia cultural sino por su inserción en el contexto regional y nacional. El símbolo del pueblo, el imponente volcán Quewar, de 6130 metros de altura, es una montaña sagrada para los collas.


Aislados del resto de Argentina, la población más cercana es San Antonio de los Cobres, a 60 kilómetros. Las mercaderías llegan desde allí luego de transitar por la peligrosa ruta 51 que asciende por los Andes cruzando abismos. En Olacapato los vecinos se ayudan entre sí y existe una verdadera comunidad entre sus pocos habitantes.


Las montañas y las quebradas de la zona son ricas en recursos minerales, como el litio. Hablar de las mineras del norte argentino es hablar de un tema controversial. Y en Olacapato, no es la excepción. A dos kilómetros del pueblo está la mina Los Andes, que extrae ulexita para producir ácido bórico hasta sulfúrico. A pesar de ser la única fuente de trabajo del pueblo, existen fuertes sospechas de contaminación entre los habitantes del pueblo.


La planta está dentro de una reserva provincial que protege especies en vías de extinción como la vicuña y el gato andino. Al lado de la industria en cuestión hay otra que produce ácido bórico: ambas pertenecen a la firma Los Andes, una de las principales proveedoras de las mineras de la zona. El año pasado el gobierno argentino anunció una inversión de 400 millones de dólares de capitales franceses y chinos para extraer litio en la provincia de Salta. Este mineral, consume grandes cantidades de agua y provoca serios impactos ambientales y socioeconómicos que ya se sufren en las zonas cordilleranas con el aval de los autoridades locales y nacionales.


Su producción consume una enorme cantidad de agua en los territorios de las comunidades de los pueblos originarios. Para producir una tonelada de carbonato de litio se evapora aproximadamente medio millón de litros de salmuera y se usan 30000 litros de agua dulce.


Entre los impactos ambientales, esta actividad, en líneas generales, hace uso de químicos tóxicos, provoca la salinización del suelo y la contaminación del agua y el aire, y afecta las producciones locales lo que se traduce también en la pérdida de biodiversidad y sobre todo en el desequilibrio del sistema hidrológico de la región. La mayoría de los enclaves mineros como el litio se encuentran en la parte alta de la cordillera de Los Andes, lo que puede conducir a una potencial contaminación aguas abajo de los ríos que abastecen a las comunidades y sus tierras productivas.


Uno de los proyectos actuales es el Nodo Logístico Minero Puna. Es la construcción de un pueblo que dará servicios a las mineras, incluso contará con una pista de aterrizaje para aviones a 10 kilómetros del pueblo. Este Nodo constituirá un área de servicios autosustentable que concentrará todas las prestaciones y asistencias para la actividad minera que se desarrolla en la zona. Los servicios que se prevé incluir en el Nodo Logístico Minero son:  área industrial, playa de transferencia, planta de residuos mineros y metales pesados, alojamiento, estación de servicios, locales comerciales, estacionamiento; oficinas públicas y privadas; centro de salud, entre otras cosas. El objetivo es “satisfacer los requerimientos que la actividad minera y energética demandan para su desarrollo”, según las autoridades.


Pueblo


Alejados de los grandes centros urbanos, los habitantes de Olacapato nos demuestran que quizás no sea solamentela tecnología del mundo moderno lo que haga prosperar a una sociedad, sino más bien, la voluntad del ser humano, la solidaridad y el amor por la tierra. Como dice la canción de Atahualpa Yupanqui, “¿A qué le llaman distancia? Solo están lejos las cosas que no sabemos mirar”, tal vez Olacapato, olvidado por las autoridades, no esté tan lejos – o “tan alto” – sino que simplemente no lo sepamos mirar. 

​¿Cómo es vivir en el pueblo más alto de Argentina?

A casi 4100 metros sobre el nivel del mar, Olacapato es el pueblo más alto del país
Bruno Sabella
miércoles, 9 de noviembre de 2022, 11:09 h (CET)

Olacapato


Existe un pueblo en Argentina donde la vida no se parece a ningún otro lugar del país: Olacapato, ubicado en el departamento Los Andes de la provincia de Salta, muy cerca de la frontera con Chile. Con tan solo 210 habitantes y a casi 4100 metros de altura sobre el nivel del mar, es el pueblo más alto del país. La vida en Olacapato no es fácil. Olvidado por las autoridades, la vida de sus habitantes está caracterizada por la lucha diaria por sobrevivir. En este rincón olvidado de Argentina, sus habitantes “hacen patria” todos los días del año.


Localizado en un valle rodeado de un cordón montañoso con cerros de más de 5000 metros de altura, su ubicación dificulta más el acceso al pueblo. Se encuentra cerca de la ruta nacional 51 y la localidad más cercana, San Antonio de los Cobres, está a 60 kilómetros. Además de su particular ubicación geográfica, el pueblo carece de un recurso fundamental para la vida: el agua potable. El agua baja directamente del volcán Quewar, es decir, que baja hacia las casas directamente sin ningún proceso potabilizador.


Olacapato Salta


La realidad de Olacapato no es diferente a lo que pasa en el resto de la provincia. Salta es la provincia con mayor cantidad de pobres de Argentina, según un informe del 2021 elaborado por el Instituto de Estudios Laborales y del Desarrollo Económico, dependiente de la Universidad Nacional de Salta. El 54% de la población de la provincia es pobre.


La señal de telefonía móvil e internet es casi inexistente en Olacapato. Es posible contar con acceso a la red únicamente en la escuela y el puesto policial. Las condiciones climáticas también son adversas para la vida en el pueblo más alto de Argentina. En el invierno las temperaturas pueden llegar a los 25 grados bajo cero y el viento puede ser extremadamente fuerte. Como en el resto de la región, el clima es árido y se caracteriza por una marcada amplitud térmica. La altura extrema obliga a los visitantes a realizar movimientos lentos para no agitarse. Los habitantes del pueblo están acostumbrados a recurrir al consumo de hojas de coca para soportar la altura y así de esta manera estabilizar el cuerpo. Sin embargo, los que no estamos acostumbrados a las alturas extremas, experimentamos el llamado “soroche” o “mal de montaña”.


En la escuela más alta del país, 4600 "Mayor Juan Carlos Leonetti" de Olacapato, las “chinitas” y los “changuitos” corren con una sonrisa. En el norte argentino, se les dice chinitas a las niñas y changuitos a los niños. La escuela también cuenta con el invernadero “más alto del mundo”. A 4100 metros sobre el nivel del mar, incluso supera al invernadero que está un pueblito llamado Pangboche, en Nepal, a 3.992 metros de altura sobre el nivel del mar. El invernadero fue construido por las firmas Ady Resources y Manufacturas de los Andes. Los chicos de la escuela allí trabajan y aprenden, cultivan y cosechan verduras a más de 4000 metros de altura y con temperaturas que por las noches bajan a menos de 25 grados bajo cero.


En Olacapato se venera a la Pachamama, o Madre Tierra, la más popular de las creencias mitológicas de la región andina que perdura con fuerza en numerosos lugares del norte de Argentina. La Pachamama es la diosa femenina de la tierra y la fertilidad, una divinidad agrícola benigna concebida como la madre que nutre, protege y sustenta a los seres humanos. En la tradición incaica es la deidad de la agricultura comunal.


Pueblo Olacapato


Las pocas calles del pueblo son de tierra y las casas están hechas de ladrillo de adobe, con aberturas de madera pintada de rojo o azul y con una puerta y dos ventanas pequeñas. Un humilde hospedaje con comedor recibe a los camioneros de las minas y a los viajeros que cruzan hacia Chile. Si bien Olacapato no tiene atractivos turísticos, es una parada obligada para llegar a los salares de Pocitos y Arizano, así como también al Desierto del Diablo,uno de los lugares más extraños del país por su color rojizo y su semejanza con el planeta Marte.


Olacapato se encuentra a 50 kilómetros del Paso Internacional Sico, el cual, a través de la ruta nacional 51, une a la provincia de Salta en Argentina con San Pedro de Atacama, en la Región de Antofagasta, en Chile. A escasos metros del pueblo también se encuentra el Parque Solar Caucharí, el parque solar más grande de América Latina. Consiste en un complejo con más de un millón paneles solares ubicados en la Puna jujeña a 4020 metros sobre el nivel del mar. Para su construcción, requirió el trabajo de 1200 personas, en el cual un 60% son miembros de comunidades originarias. Sin embargo, los habitantes de Olacapato no gozan de los beneficios del moderno complejo solar. En cambio, un viejo generador mecánico trabaja durante todo el día para producir energía para el pueblo. Una de las tantas desigualdades expuestas a la vista de todos en el noroeste argentino, a la que se le suman la pobreza y el desempleo.


La mayoría de los habitantes del pueblo pertenecen a la etnia colla. La denominación genérica “colla” o “kolla” para la población indígena del noroeste argentino proviene Kollasuyu, nombre utilizado para denominar el área meridional del sistema incaico. De modo que como grupo central son relativamente recientes. Habitan lo que hoy es Bolivia, el norte de Chile – llegando por el sur hasta Santiago – y las actuales provincias argentinas de Jujuy, Salta, Tucumán, Catamarca, norte de Santiago del Estero, noroeste de Córdoba, La Rioja y San Juan.


El noroeste argentino y norte de Chile estuvieron poblados por grupos de cazadores-recolectores que se instalaron en los Andes y Sierras Centrales hace más de diez mil años. La penetración de los Incas hacia fines del siglo XV, comenzó la aculturación de los pueblos nativos del noroeste argentino. Instalaron sus tradicionales estructuras de asentamientos: tambos y pucarás, e introdujeron la lengua quechua que estaba tan generalizada en tiempos de la colonia que la Declaración de la Independencia argentina fue también redactada y publicada en quechua.


Olacapato iglesia


A mediados del siglo XVI, llegan los españoles, que completaron el proceso con la implementación del destierro.La cultura colla resultante no es estrictamente indígena sino mestiza, lo cual de todas maneras nos permite ubicarla en el campo aborigen, no sólo por su historia cultural sino por su inserción en el contexto regional y nacional. El símbolo del pueblo, el imponente volcán Quewar, de 6130 metros de altura, es una montaña sagrada para los collas.


Aislados del resto de Argentina, la población más cercana es San Antonio de los Cobres, a 60 kilómetros. Las mercaderías llegan desde allí luego de transitar por la peligrosa ruta 51 que asciende por los Andes cruzando abismos. En Olacapato los vecinos se ayudan entre sí y existe una verdadera comunidad entre sus pocos habitantes.


Las montañas y las quebradas de la zona son ricas en recursos minerales, como el litio. Hablar de las mineras del norte argentino es hablar de un tema controversial. Y en Olacapato, no es la excepción. A dos kilómetros del pueblo está la mina Los Andes, que extrae ulexita para producir ácido bórico hasta sulfúrico. A pesar de ser la única fuente de trabajo del pueblo, existen fuertes sospechas de contaminación entre los habitantes del pueblo.


La planta está dentro de una reserva provincial que protege especies en vías de extinción como la vicuña y el gato andino. Al lado de la industria en cuestión hay otra que produce ácido bórico: ambas pertenecen a la firma Los Andes, una de las principales proveedoras de las mineras de la zona. El año pasado el gobierno argentino anunció una inversión de 400 millones de dólares de capitales franceses y chinos para extraer litio en la provincia de Salta. Este mineral, consume grandes cantidades de agua y provoca serios impactos ambientales y socioeconómicos que ya se sufren en las zonas cordilleranas con el aval de los autoridades locales y nacionales.


Su producción consume una enorme cantidad de agua en los territorios de las comunidades de los pueblos originarios. Para producir una tonelada de carbonato de litio se evapora aproximadamente medio millón de litros de salmuera y se usan 30000 litros de agua dulce.


Entre los impactos ambientales, esta actividad, en líneas generales, hace uso de químicos tóxicos, provoca la salinización del suelo y la contaminación del agua y el aire, y afecta las producciones locales lo que se traduce también en la pérdida de biodiversidad y sobre todo en el desequilibrio del sistema hidrológico de la región. La mayoría de los enclaves mineros como el litio se encuentran en la parte alta de la cordillera de Los Andes, lo que puede conducir a una potencial contaminación aguas abajo de los ríos que abastecen a las comunidades y sus tierras productivas.


Uno de los proyectos actuales es el Nodo Logístico Minero Puna. Es la construcción de un pueblo que dará servicios a las mineras, incluso contará con una pista de aterrizaje para aviones a 10 kilómetros del pueblo. Este Nodo constituirá un área de servicios autosustentable que concentrará todas las prestaciones y asistencias para la actividad minera que se desarrolla en la zona. Los servicios que se prevé incluir en el Nodo Logístico Minero son:  área industrial, playa de transferencia, planta de residuos mineros y metales pesados, alojamiento, estación de servicios, locales comerciales, estacionamiento; oficinas públicas y privadas; centro de salud, entre otras cosas. El objetivo es “satisfacer los requerimientos que la actividad minera y energética demandan para su desarrollo”, según las autoridades.


Pueblo


Alejados de los grandes centros urbanos, los habitantes de Olacapato nos demuestran que quizás no sea solamentela tecnología del mundo moderno lo que haga prosperar a una sociedad, sino más bien, la voluntad del ser humano, la solidaridad y el amor por la tierra. Como dice la canción de Atahualpa Yupanqui, “¿A qué le llaman distancia? Solo están lejos las cosas que no sabemos mirar”, tal vez Olacapato, olvidado por las autoridades, no esté tan lejos – o “tan alto” – sino que simplemente no lo sepamos mirar. 

Noticias relacionadas

Cada 18 de abril, el mundo se une bajo la bandera del Día Internacional de los Monumentos y Sitios para celebrar la riqueza cultural y la diversidad de nuestro patrimonio compartido. Desde que la UNESCO y el Consejo Internacional de Monumentos y Sitios (ICOMOS) establecieron esta conmemoración en 1983, se ha convertido en una oportunidad anual para concienciar sobre la importancia de preservar los tesoros que han definido a civilizaciones a lo largo de los milenios.

Roberto, nutricionista y entrenador personal, es el director de la clínica Medex, que fundó con el objetivo de democratizar el trabajo de fuerza como la base para la mejora de la masa muscular, optó por cambiar la vida de las personas, a través de hábitos sostenibles, más allá de las dietas restrictivas y el ejercicio agotador, creando un programa de acompañamiento y formación, diseñando planes nutricionales personalizados y entrenamientos de fuerza efectivos.

Existen tantas formas de viajar como personas en el mundo. Aunque creamos que la mayoría elegiría playas paradisíacas o turismo cultural, hay personalidades que buscan otro tipo de experiencias que despierten la adrenalina. Para estos espíritus intrépidos en busca de experiencias únicas y emocionantes, los viajes de aventura se presentan como la vía perfecta.

 
Quiénes somos  |   Sobre nosotros  |   Contacto  |   Aviso legal  |   Suscríbete a nuestra RSS Síguenos en Linkedin Síguenos en Facebook Síguenos en Twitter   |  
© Diario Siglo XXI. Periódico digital independiente, plural y abierto | Director: Guillermo Peris Peris
© Diario Siglo XXI. Periódico digital independiente, plural y abierto