Con la llegada del verano, las playas se llenan, las ciudades se vacían y, lamentablemente, una sombra se cierne sobre el bienestar animal: el pico más alto de abandonos de mascotas de todo el año. Cada verano, miles de animales, especialmente perros, son dejados a su suerte en carreteras, parques o perreras saturadas, víctimas de una irresponsabilidad que mancha la imagen de una sociedad que presume de amar a los animales. Este fenómeno, lejos de disminuir, se mantiene como una triste constante que exige una reflexión profunda y la implementación de medidas efectivas para su erradicación.

La protección de los animales abandonados, especialmente en los meses de verano, es la causa del Grupo Siglo XXI a lo largo de este mes de agosto.
Las cifras, actualizadas a 2025 y recabadas de informes de las principales asociaciones protectoras y datos de registros oficiales, son desoladoras. Se estima que, en España, más de 280.000 perros y gatos son abandonados anualmente. De esta alarmante cifra, entre un 25% y un 35% de los abandonos se concentran específicamente en los meses de junio, julio y agosto. Esto significa que solo en el período estival, decenas de miles de animales son cruelmente desechados. Esta escalada estacional no es una casualidad; responde a una serie de factores interconectados que revelan una preocupante falta de compromiso por parte de algunos propietarios. Uno de los motivos más recurrentes es la incompatibilidad de las mascotas con los planes vacacionales. Muchas familias, al enfrentarse a la logística de viajar con un animal o a la dificultad de encontrar alojamiento que los acepte, optan por la solución más fácil y cruel: el abandono. A esto se suma la adquisición impulsiva de cachorros o gatitos en primavera, sin una planificación a largo plazo, lo que lleva a muchos a deshacerse de ellos cuando el animal crece y sus necesidades se vuelven más evidentes o demandantes. Aunque en menor medida que en años anteriores, la situación económica sigue siendo un factor para algunos casos, así como el desconocimiento de la responsabilidad que implica tener un animal de compañía, incluyendo los gastos veterinarios y de alimentación.
Consecuencias devastadoras y saturación de recursos Las consecuencias de este abandono masivo son devastadoras. Para los animales, significa un futuro incierto, lleno de miedo, hambre y exposición a peligros como atropellos, enfermedades o maltrato. Un alto porcentaje de estos animales no logra sobrevivir o termina en refugios. Para las protectoras y refugios, representa un colapso operativo y financiero. Estas organizaciones, la mayoría sostenidas por voluntarios, donaciones y algunas subvenciones públicas limitadas, ven cómo sus instalaciones se saturan hasta límites insostenibles. Datos de las redes de albergues de animales indican que la ocupación puede superar el 120% de su capacidad en los meses de verano, llevando a situaciones extremas de hacinamiento. Sus recursos económicos se agotan y su personal, tanto asalariado como voluntario, se ve desbordado ante la inmensa cantidad de animales que necesitan auxilio urgente, desde atención veterinaria a rehabilitación y búsqueda de familias adoptivas. La escasez de espacio obliga, en muchos casos, a tomar decisiones difíciles o a limitar la entrada de nuevos animales, dejando a muchos a su suerte en la calle.
La conciencia como primer paso y soluciones concretas
La concienciación se erige como la primera y más fundamental herramienta en la lucha contra el abandono. Es imperativo educar a la sociedad sobre la tenencia responsable de animales. Un perro o un gato no es un juguete, ni un capricho estacional. Son seres vivos con sentimientos, necesidades y una esperanza de vida que supera con creces el periodo vacacional. La adopción debe ser un acto meditado y consciente, precedido por una evaluación realista de la capacidad del futuro propietario para ofrecer al animal los cuidados, el tiempo y el cariño que necesita durante toda su vida.
Campañas informativas y educativas, tanto en escuelas como a través de medios de comunicación y redes sociales, son esenciales para promover un cambio de mentalidad duradero. Muchas administraciones públicas, en colaboración con protectoras, ya impulsan programas en esta dirección, pero necesitan una mayor dotación y alcance.
Además de la concienciación, es fundamental implementar y fortalecer soluciones prácticas. Una de ellas es la promoción activa de alternativas al abandono. Las residencias caninas y felinas de calidad, que ofrecen espacios seguros y profesionales para el cuidado de mascotas durante las vacaciones, deben ser más accesibles y promocionadas. Asimismo, fomentar el uso de cuidadores a domicilio o "pet-sitters", que permiten al animal permanecer en su entorno habitual, puede ser una excelente opción.
La identificación obligatoria y el registro de animales de compañía en censos municipales son herramientas cruciales. Según datos de los registros autonómicos de animales de compañía, un alto porcentaje de animales abandonados no están correctamente identificados, lo que dificulta enormemente la localización de sus propietarios. Un microchip y un censo actualizado facilitan esta labor, permitiendo aplicar las sanciones correspondientes y disuadir futuras irresponsabilidades. La legislación vigente en materia de protección animal debe ser rigurosa y su cumplimiento, efectivo. Las multas por abandono deben ser lo suficientemente elevadas como para actuar como un verdadero elemento disuasorio, y los procesos judiciales para sancionar a los infractores deben ser ágiles y transparentes.
Finalmente, el fomento de la esterilización y castración es una medida preventiva de gran impacto. La sobrepoblación de animales, especialmente de perros y gatos, es un factor determinante en el aumento de abandonos. Al controlar la natalidad de forma responsable, se reduce el número de camadas no deseadas, disminuyendo así la cantidad de animales que terminan en la calle o en refugios. Numerosas campañas promovidas por ayuntamientos y clínicas veterinarias con precios reducidos han demostrado su efectividad en este ámbito.
El verano debería ser sinónimo de disfrute y descanso para todos, incluyendo a nuestros fieles compañeros. La triste realidad de los decenas de miles de abandonos de mascotas nos interpela como sociedad. Es una llamada a la acción, a la responsabilidad individual y colectiva. Solo a través de la educación, el compromiso y la implementación de soluciones efectivas podremos construir un futuro donde el abandono sea una triste página del pasado y donde cada animal tenga la oportunidad de vivir una vida digna y feliz, lejos del abandono estacional.
|