Siglo XXI. Diario digital independiente, plural y abierto. Noticias y opinión
Viajes y Lugares Tienda Siglo XXI Grupo Siglo XXI
21º ANIVERSARIO
Fundado en noviembre de 2003
Opinión
Etiquetas | La buena noticia | China | Invasión | Comercios | Cohete

¡Que vienen los chinos!

Todos los indicios nos hacen vaticinar que la invasión de nuestro país por parte del pueblo chino seguirá en aumento
Manuel Montes Cleries
lunes, 7 de noviembre de 2022, 09:41 h (CET)

A lo largo de la pasada semana nos han estado anunciando la posible caída de los restos de un cohete espacial chino sobre alguna zona de España. De hecho estuvo amenazado el tráfico durante unas horas en el espacio aéreo hispano. La buena noticia, que hemos conocido posteriormente, es que esos restos cayeron en el Pacífico Sur hace un par de días.


Además del susto que nos han hecho pasar, nos queda la impresión de que los chinos se han soltado la coleta y han pasado de una invasión pacífica, en forma de tiendas “de chinos”, a una incursión, no tan ingenua, en la economía de los países europeos en forma de inversiones multimillonarias que se están haciendo con mercados de mucha importancia.

          

Los chinos son amables, obsequiosos, excelentes comerciantes, tenaces, trabajadores en grado sumo y muy formales en sus negocios. Parece ser que los que han venido a España provienen todos de una pequeña zona de la gran China. Menos mal. Cuando vengan de todo su territorio nos van a echar de España. Se apoyan económica y laboralmente entre ellos y se adaptan inmediatamente al lenguaje y las costumbres de nuestro país, envían a sus niños a nuestros colegios y hablan un hispano-chino desde el primer día.


Tiendas de chinos

      

Se han quedado con “el tinglado comercial” de inmediato. En España todo empezó con el “todo a cien” (que pasó al “todo a un euro” -la subida porcentual de precios más espectacular de los últimos años-) y continuó con unos “tiendones” que parecen sucursales del Corte Inglés. En mi barrio hay un par de ellas con más departamentos que tienen los almacenes Harrods londinenses.

      

En el lenguaje diario de los españoles, ya no se escucha “voy a la ferretería, al establecimiento de tejidos y confecciones, a la tienda de regalos, de muebles y complementos, incluso colmados o panaderías”. Se dice tan solo: voy al chino. Su horario es abierto mientras que haya clientes. Y siempre hay lo que buscas en el “último pasillo a la izquielda”.

      

Su otro brazo, los restaurantes económicos, se sigue manteniendo. No sé el porqué. Los veo bastante vacíos. Jamás he osado pisar sus umbrales, coger los palillos y comerme un “lollito de primavera”. Pero todo se andará. Ya mismo estarán haciendo espetos o cocinando hamburguesas. Se adaptan pronto.

      

¡Cómo cambian los tiempos y las costumbres! Los jóvenes han pasado de estudiar inglés y francés, a aprender ruso y chino (mandarín por supuesto). Por cierto, no olvidemos el árabe. Las pelas vienen de por allí.

     

Insisto. El que no nos caiga un meteorito o basura espacial en lo alto de la cocorota, es una buena noticia. Tenemos el espacio sideral con más desperdicios que la calle Larios después de una noche de feria. Me imagino que en el futuro deberemos andar con casco por las calles. Camine pero seguro.

Noticias relacionadas

Los legisladores actuales se han acostumbrado, de una forma que yo llamaría indecente, a lo que se le ocurre (sea lo que sea) a alguno de esos personajes (masculinos, femeninos y neutros) de la rampante y vulgar moda de los pijos progres. Estamos observando en los últimos tiempos que el legislador actual se entromete en ámbitos privados sin ningún recato, creando normas para regular los modelos que necesita para la promoción de su disparatada ideología.

En medio de la escalada del aluvión de desastres climáticos que nos acorralan y de los incesantes conflictos que nos persiguen, defender los valores humanos y la ética humanitaria, es una de las más urgentes necesidades del momento. Hoy más que nunca precisamos reponernos, trabajar en los valores interiores de cada cual, para encontrar el reposo necesario y la primordial quietud que generan las razones de la esperanza, que todos nos merecemos por el mismo hecho de nacer.

Ni teléfono ni internet, lo justo para sentirse desnortado y pensar en otras posibilidades. Al abrir la ventana escuché a varias personas que llevaban un transistor en la mano, pegado al oído como aquel fatídico 23F o las tardes de domingo para conocer los resultados del fútbol. Decidí no esperar más y pensé dónde podía estar alguno de los dos transistores que tenía en otra época. No tardé en encontrarlos y, tras poner pilas nuevas, resulta que funcionaban como el primer día.

 
Quiénes somos  |   Sobre nosotros  |   Contacto  |   Aviso legal  |   Suscríbete a nuestra RSS Síguenos en Linkedin Síguenos en Facebook Síguenos en Twitter   |  
© 2025 Diario Siglo XXI. Periódico digital independiente, plural y abierto | Director: Guillermo Peris Peris
© 2025 Diario Siglo XXI. Periódico digital independiente, plural y abierto