La contraofensiva ucraniana, los referéndums en las zonas prorrusas y el aislamiento internacional, al que se suma el escaso o nulo apoyo de China e India, alimentan la beligerancia del Kremlin. Putin ha elevado el tono con una nueva amenaza nuclear y no ha dudado en trasladar la guerra a los hogares de sus conciudadanos.
Los varones rusos se enfrentan a la cárcel o al exilio. Los que acudan al frente se enfrentan a la muerte frente a un vecino que no tiene otra opción vital que la de resistir. Putin no está dispuesto a aceptar su derrota y ha optado por sacrificar a su pueblo. Los rusos no han reaccionado ante la indiferencia moral de su líder cuando de vidas ucranianas se trata. No está tan claro que vayan a perdonar que el tirano se revuelva contra su propio pueblo.
|