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Las verdades y la libertad casan mal con las coacciones que toleramos

Artimañas contra la libertad

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Pronto descubrimos ese canto engañoso de la libertad al que tantas vueltas le damos posteriormente. Con pequeñas muestras de su existencia, nos mantenemos ilusionados sin parar mientes en el fundamento de las limitaciones, ni tan siquiera en la existencia real de dichos impedimentos. La ignorancia también juega su baza a la hora de creernos libres en medio de las vivencias habituales; si desconocemos los obstáculos, ni pensamos en ellos. Resulta crucial el grado de CONCIENCIACIÓN de cada individuo al respecto. Funcionamos con un cierto automatismo que aligera nuestras responsabilidades; pero al tiempo contribuye al confusionismo y facilita las maniobras intempestivas de talante opresivo.


Cuando las necesidades primarias acucian (mantener a la familia, salud, inseguridad), las reflexiones se ubican en esferas secundarias. Lo primero son las urgencias indispensables para mantenerse en los mínimos vitales. A partir de ahí comienzan a cobrar significado aspectos de la libertad de gran repercusión sobre la calidad de la vida de cada ciudadano. Surge la PROGRESIVA percepción de los rasgos decisivos para que podamos hablar de sujetos libres, de los impedimentos, y también de las personas empeñadas en dificultar la libertad de los demás. Como colofón, esos rasgos detectados repercuten al final sobre la satisfacción de las necesidades básicas de grandes núcleos de población.


Por lo tanto, ¿Hasta qué punto nos interesa eso de la libertad a cada ciudadano y en cada momento? La respuesta dependerá de muchos condicionantes, sujeta a las variaciones sucesivas en la vida de cada cual. Ahora bien, de manera independiente a la atención prestada a estas circunstancias, estas pasan a la ejecución de sus INFLUENCIAS. Y lo peor del asunto radica en ese desdichado protagonismo de ciertos sujetos e instituciones forjando estrategias para coartar la espontaneidad de otras personas; se añaden a las dificultades naturales con demasiada frecuencia. Las actitudes contra la libertad son difíciles de justificar, pese a lo cual se les dedican pocas acciones de verdaderas réplicas.


Vivimos implantados en una sociedad acelerada en casi todas sus actividades, su influjo nos condiciona para cualquier iniciativa. De esa manera no parece existir nada importante más allá de la inmediatez de uno mismo y su pequeño círculo. Curiosamente, lejos de agrandarse la esfera particular, se empequeñece, queda reducida a sus modestas dimensiones. Las posibles libertades creativas se tornan innecesarias en aquel funcionamiento circunscrito al individuo y poco más. Abocamos con estas actitudes a la ABDICACIÓN en lo referente a las libertades, dejamos el campo libre a las iniciativas de ciertas personas o agrupaciones; con el consiguiente riesgo de sus aprovechamientos abusivos.


Si observamos las tendencias comunitarias predominantes en los ambientes actuales, destaca poderosamente el afán globalizador de cualquier mequetrefe para que todos pasen por su cuadriculado panorama. Lo denominaría como mal básico y radical UNIFORMISTA. Lo vemos aplicado a cualquier área de las actividades sociales. Resulta que lo políticamente correcto es único, enfrentado a la multiplicidad de pareceres latente en los diferentes cauces del pensamiento humano. Es una auténtica herejía eso de expresar afinidades distintas con respecto a los escritores del momento; también en eso pretenden dirigir las ideas. La pluralidad desaparece de los niveles educativos en un dirigismo nefasto.


En la línea de lo referido, sabedores de las atareadas actividades en las cuales estamos inmersos, no cesan de surgir elementos aprovechados para sacar partido de la dejadez del ciudadano medio. Proliferan los ADOCTRINAMIENTOS interesados por esa manipulación de las conductas; alejados de las reflexiones mínimas en torno a la verosimilitud de sus propuestas, siempre con el objetivo dirigido por unos manipuladores. Aunque parezca increíble, la simpleza de estos manejos es tolerada por una amplia mayoría de personas perjudicadas por esos ejercicios turbios. Se sienten liberados de los controles razonables, por lo tanto ellos establecen los nuevos criterios a tener en cuenta.


Una vez colocados en este tobogán de las renuncias ciudadanas de cara a sus libertades esenciales, la fluidez de la progresión en esas tendencias es notoria; sin los elementos de frenada, siempre surgen elementos dispuestos a servirse de las libertades anuladas para otras personas. Se desarrollan con toda lógica las amplificaciones de esos comportamientos en potentes ESPIRALES totalitarias, por cuanto no respetan los diferentes núcleos espontáneos reprimidos. Es más, la fuerza de la costumbre pasa a convertir a estas espirales en la práctica gestora de esa sociedad, incluso en los niveles legislativos. Desde la lengua a los libros de texto, aportan numerosos ejemplos de estas actividades.


En contra del deseado florecimiento de las libertades actúa el enfoque cultural al uso en nuestros ambientes. Cuando uno pensaría en la ilustración progresiva dedicada a la mejor calidad de la vida, nos encontramos con un cambio radical de paradigma, estableciendo como directriz incuestionable la simple preferencia de los individuos al margen de criterios mejor elaborados. La MEDIOCRIDAD hace estallar los razonamientos al servicio de una pretendida pluralidad. Esta se convierte en una algarabía truculenta porque ya no quiere saber de las peculiaridades de cada persona, desaparecen los niveles de atención para las cualidades; predominan los impulsos arbitrarios como eje comunitario.


Una de las áreas afectadas por estos dislates está difundida por la sociedad entera, nadie permanece aislado de sus efectos. Me refiero a ese amplio territorio de las actividades COMERCIALES. Si algo está claro en estos sectores es que sus fundamentos no surgen de las necesidades e intereses de cada ciudadano; estos se quedan más bien al margen, para luego permanecer expuestos a las consecuencia de los mecanismos pergeñados desde otros focos. Como resultado lógico, las libertades se fraguan en las alturas de esas gestiones, en torno al capital y las posiciones de fuerza. Estamos ante una nueva espiral demoledora para las libertades teóricas de un ciudadano corriente y de sus familias.


La víctima propiciatoria de los diferentes artilugios en contra de la libertad individual queda reflejada en la desvirtuación de los ATRIBUTOS personales intransferibles. Se invierte el sentido vital de la presencia humana, la supuesta suma de participaciones queda relegada a un segundo término; aparece una extraña proliferación de elementos dominadores injustificados.


No conviene desdeñar la mención de la otra víctima de tales conductas, las numerosas coacciones sutiles o escandalosas impiden el necesario aireamiento de las razones esgrimidas por cada ciudadano. Con ello queda adulterada la posible VERDAD, destrozada por esa serie de estrategias unilaterales, no por difundidas, menos perniciosas.

Artimañas contra la libertad

Las verdades y la libertad casan mal con las coacciones que toleramos
Rafael Pérez Ortolá
viernes, 7 de octubre de 2022, 10:34 h (CET)

Pronto descubrimos ese canto engañoso de la libertad al que tantas vueltas le damos posteriormente. Con pequeñas muestras de su existencia, nos mantenemos ilusionados sin parar mientes en el fundamento de las limitaciones, ni tan siquiera en la existencia real de dichos impedimentos. La ignorancia también juega su baza a la hora de creernos libres en medio de las vivencias habituales; si desconocemos los obstáculos, ni pensamos en ellos. Resulta crucial el grado de CONCIENCIACIÓN de cada individuo al respecto. Funcionamos con un cierto automatismo que aligera nuestras responsabilidades; pero al tiempo contribuye al confusionismo y facilita las maniobras intempestivas de talante opresivo.


Cuando las necesidades primarias acucian (mantener a la familia, salud, inseguridad), las reflexiones se ubican en esferas secundarias. Lo primero son las urgencias indispensables para mantenerse en los mínimos vitales. A partir de ahí comienzan a cobrar significado aspectos de la libertad de gran repercusión sobre la calidad de la vida de cada ciudadano. Surge la PROGRESIVA percepción de los rasgos decisivos para que podamos hablar de sujetos libres, de los impedimentos, y también de las personas empeñadas en dificultar la libertad de los demás. Como colofón, esos rasgos detectados repercuten al final sobre la satisfacción de las necesidades básicas de grandes núcleos de población.


Por lo tanto, ¿Hasta qué punto nos interesa eso de la libertad a cada ciudadano y en cada momento? La respuesta dependerá de muchos condicionantes, sujeta a las variaciones sucesivas en la vida de cada cual. Ahora bien, de manera independiente a la atención prestada a estas circunstancias, estas pasan a la ejecución de sus INFLUENCIAS. Y lo peor del asunto radica en ese desdichado protagonismo de ciertos sujetos e instituciones forjando estrategias para coartar la espontaneidad de otras personas; se añaden a las dificultades naturales con demasiada frecuencia. Las actitudes contra la libertad son difíciles de justificar, pese a lo cual se les dedican pocas acciones de verdaderas réplicas.


Vivimos implantados en una sociedad acelerada en casi todas sus actividades, su influjo nos condiciona para cualquier iniciativa. De esa manera no parece existir nada importante más allá de la inmediatez de uno mismo y su pequeño círculo. Curiosamente, lejos de agrandarse la esfera particular, se empequeñece, queda reducida a sus modestas dimensiones. Las posibles libertades creativas se tornan innecesarias en aquel funcionamiento circunscrito al individuo y poco más. Abocamos con estas actitudes a la ABDICACIÓN en lo referente a las libertades, dejamos el campo libre a las iniciativas de ciertas personas o agrupaciones; con el consiguiente riesgo de sus aprovechamientos abusivos.


Si observamos las tendencias comunitarias predominantes en los ambientes actuales, destaca poderosamente el afán globalizador de cualquier mequetrefe para que todos pasen por su cuadriculado panorama. Lo denominaría como mal básico y radical UNIFORMISTA. Lo vemos aplicado a cualquier área de las actividades sociales. Resulta que lo políticamente correcto es único, enfrentado a la multiplicidad de pareceres latente en los diferentes cauces del pensamiento humano. Es una auténtica herejía eso de expresar afinidades distintas con respecto a los escritores del momento; también en eso pretenden dirigir las ideas. La pluralidad desaparece de los niveles educativos en un dirigismo nefasto.


En la línea de lo referido, sabedores de las atareadas actividades en las cuales estamos inmersos, no cesan de surgir elementos aprovechados para sacar partido de la dejadez del ciudadano medio. Proliferan los ADOCTRINAMIENTOS interesados por esa manipulación de las conductas; alejados de las reflexiones mínimas en torno a la verosimilitud de sus propuestas, siempre con el objetivo dirigido por unos manipuladores. Aunque parezca increíble, la simpleza de estos manejos es tolerada por una amplia mayoría de personas perjudicadas por esos ejercicios turbios. Se sienten liberados de los controles razonables, por lo tanto ellos establecen los nuevos criterios a tener en cuenta.


Una vez colocados en este tobogán de las renuncias ciudadanas de cara a sus libertades esenciales, la fluidez de la progresión en esas tendencias es notoria; sin los elementos de frenada, siempre surgen elementos dispuestos a servirse de las libertades anuladas para otras personas. Se desarrollan con toda lógica las amplificaciones de esos comportamientos en potentes ESPIRALES totalitarias, por cuanto no respetan los diferentes núcleos espontáneos reprimidos. Es más, la fuerza de la costumbre pasa a convertir a estas espirales en la práctica gestora de esa sociedad, incluso en los niveles legislativos. Desde la lengua a los libros de texto, aportan numerosos ejemplos de estas actividades.


En contra del deseado florecimiento de las libertades actúa el enfoque cultural al uso en nuestros ambientes. Cuando uno pensaría en la ilustración progresiva dedicada a la mejor calidad de la vida, nos encontramos con un cambio radical de paradigma, estableciendo como directriz incuestionable la simple preferencia de los individuos al margen de criterios mejor elaborados. La MEDIOCRIDAD hace estallar los razonamientos al servicio de una pretendida pluralidad. Esta se convierte en una algarabía truculenta porque ya no quiere saber de las peculiaridades de cada persona, desaparecen los niveles de atención para las cualidades; predominan los impulsos arbitrarios como eje comunitario.


Una de las áreas afectadas por estos dislates está difundida por la sociedad entera, nadie permanece aislado de sus efectos. Me refiero a ese amplio territorio de las actividades COMERCIALES. Si algo está claro en estos sectores es que sus fundamentos no surgen de las necesidades e intereses de cada ciudadano; estos se quedan más bien al margen, para luego permanecer expuestos a las consecuencia de los mecanismos pergeñados desde otros focos. Como resultado lógico, las libertades se fraguan en las alturas de esas gestiones, en torno al capital y las posiciones de fuerza. Estamos ante una nueva espiral demoledora para las libertades teóricas de un ciudadano corriente y de sus familias.


La víctima propiciatoria de los diferentes artilugios en contra de la libertad individual queda reflejada en la desvirtuación de los ATRIBUTOS personales intransferibles. Se invierte el sentido vital de la presencia humana, la supuesta suma de participaciones queda relegada a un segundo término; aparece una extraña proliferación de elementos dominadores injustificados.


No conviene desdeñar la mención de la otra víctima de tales conductas, las numerosas coacciones sutiles o escandalosas impiden el necesario aireamiento de las razones esgrimidas por cada ciudadano. Con ello queda adulterada la posible VERDAD, destrozada por esa serie de estrategias unilaterales, no por difundidas, menos perniciosas.

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