Hoy he leído y he oído por Internet el patético discurso de Joe Biden calificando al trumpismo de “amenaza contra la democracia” y he sentido vergüenza. He sentido bochorno porque ha fundamentado sus argumentos en un desesperado intento, más que en plantear soluciones contra la galopante inflación que sufre EE.UU. gracias a su gobierno, de criminalizar a Trump.
En un discurso sembrado de rimbombantes palabras, en resumidas cuentas, dijo:” Elegidme a mí a pesar de haber amenazado la soberanía, la libertad, la democracia de muchos países. De haber puesto en peligro la vida en el planeta con una guerra nuclear. De haber sumergido a la UE en la crisis asfixiante. De haber hundido el dólar como nunca antes lo había estado”. Muy tonto se ha de ser para no darse cuenta de que, si esto lo hubiese provocado Trump, hoy todo el mundo estaría diciendo:” ¡Lo ves, ya lo decía yo!”. Pero no, ha sido el demócrata, Joe Biden y con ello ha defecado en las siglas de su partido. Y con ello, ha hundido la palabra “democracia” en el retrete del sarcasmo y la ha convertido en el desecho pestilente de algo que estaba contaminado y el cuerpo lo eliminó de malas maneras.
A las palabras les ocurre como a las personas: la nombre de "Judas" no tiene nada de malo ¿verdad? el problema es que esa palabra está teñida de connotaciones negativas gracias al hombre que la portó... Eso le pasará a la democracia después de Biden.
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