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“Valoro la paz cuando no se compra a precio de decencias fundamentales” Elia Kazan

Los demagogos niegan la evidencia de la recuperación española

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El pedirles a los políticos seriedad, coherencia, memoria y decencia, cuando se trata de competir con sus eventuales adversarios, es algo que roza el imposible. Pero si los que intervienen en estas reyertas por el poder, si los implicados en los debates televisivos o en los mítines preelectorales pertenecen a partidos políticos de tendencia comunista, anarquista, antisistema, o de los calificados como progresistas, podemos afirmar con toda rotundidad que para conseguir sus objetivos no tendrán ningún inconveniente en tergiversar las verdades, mentir como bellacos, calumniar, descalificar, emplear los procedimientos más rufianescos y prescindir de toda decencia, si con ello consiguen desprestigiar de alguna forma a quien se opone a sus intereses.

Resulta irritante que señores como Pedro Sánchez, el líder del PSOE, una persona aparentemente instruida, con carrera universitaria, buenos modales y aspecto de persona decente, se comporten como tahúres de la palabra cuando hacen declaraciones públicas, se enfrentan a sus competidores políticos o se dirigen a sus propios seguidores, para afirmar con rotundidad y sin el menor asomo de vergüenza cosas que saben, positivamente, que nada tienen que ver con la realidad. Ya ni nos molestamos en hacer alusión a estos comunistas bolivarianos, discípulos del Maduro venezolano, bien instruidos en técnicas comunistas y convencidos de que “el fin justifica los medios”, frase atribuida al filósofo Maquiavelo o como decía Gracián “Todo lo dora un buen fin, aunque lo desmientan los desaciertos de los medios”, para los cuales el mentir y el calumniar no es más que una de las asignaturas que han de aprender para acabar y dominar a sus “enemigos” políticos ya que, en su caso, no existe la palabra “adversario”.

En estos momentos de precampaña electoral que estamos viviendo, a las puertas del inicio de la campaña para las elecciones legislativas del 20 de Diciembre, todos los candidatos se esfuerzan en aparecer en las TV, acudir a las radios para ser entrevistados, presentarse en lugares insólitos para formar parte de programas de entretenimiento, aunque no sea más que para aparecer unos minutos, hacer alguna payasada y largarse por el foro; pretendiendo imitar a aquellos a los que la izquierda tanto critica, los americanos estadounidenses, a los que, no obstante, no dudan en imitar cuando tienen la oportunidad de hacerlo y prevén que van a conseguir ganancias políticas de todo ello.

Desgraciadamente se ha puesto de moda que, aquellos que se presentan pretendiendo conseguir el apoyo de la ciudadanía, en lugar de exponer sus programas de gobierno, de informar de las medidas detalladas con las que pretenden mejorar el bienestar de los ciudadanos, de dar cuenta de cómo van a financiar todo lo que se proponen llevar a cabo y de los medios de que se van a valer para recibir, de Europa y de los bancos e inversores foráneos, las ayudas, inversiones y créditos con los que piensan poder desarrollar y mantener aquellas promesas a las que se comprometen; utilizan sus energías en atacar, ningunear, descalificar y renegar de todo lo que su adversario político ha llevado a cabo durante la legislatura en que ha gobernado. Nada se escapa de su crítica feroz y todo, incluso lo que ha resultado beneficioso para la ciudadanía, se presenta bajo la óptica derrotista y falseada de quienes han convertido en objetivo a conseguir el batir a sus adversarios políticos.

Estamos cansados de escucharles a los señores del PSOE, de Podemos e, incluso, en algunas ocasiones, al señor Rivera de Ciudadanos, que España necesita una reforma, que se han de cambiar las leyes, en especial las de reforma laboral que el Gobierno dictó, entre otras razones, porque se lo pedían desde Bruselas para que nuestro país iniciase la senda de la recuperación. El tiempo se ha encargado de demostrar la oportunidad y eficacia de aquellas medidas, que han coadyuvado de una forma eficaz al inicio de la recuperación de nuestra economía y al despegue de muchas empresas que, hace apenas un año, parecían inviables y a punto de echar el cierre.

Cuando escuchamos los mítines de estas izquierdas, escuchamos a sus lideres decir que España tiene necesidad de reformas para sacar al pueblo de la “miseria” no podemos menos de echar una ojeada a nuestro entorno e intentar ver esta terrible situación que se nos pinta; observar la “tristeza” en nuestros conciudadanos y ver en sus “rostros macilentos” los síntomas de esta pobreza que se nos anuncia de una manera apocalíptica. Es curioso, pero lo que vemos es que las calles están iluminadas ( a pesar de los intentos de los alcaldes comunistas de evitarlo) que la gente está alegre pensando en las Navidades, que los escaparates están adornados e iluminados, que la gente sale a la calle a comprar; que nadie se escandaliza de que imitemos al pueblo americano con un “blackfriday” en el que cientos de miles de ciudadanos se gasten importante cantidades de dinero en comprar lo necesario y, curiosamente, lo que no lo es tanto, para celebra las fiestas que se acercan. Y no conformes con ello nos encontramos con otro evento el “cibermonday”, otra copia americana, en este caso de venta de nuevas tecnologías, que también ha resultado ser un éxito de compras muy superior, como ha sido el caso del “blackfriday”, a lo recaudado en el pasado 2014, año en el que se empezaron a notar los primeros síntomas de recuperación.

La prensa y no precisamente la más adicta al Gobierno, reconoce que las ventas y el empleo del comercio suben desde hace ya quince meses. ¿Son esto signos preocupantes para los españoles o, acaso, lo que quieren, estos derrotistas de la izquierda, es crear un mal ambiente, engañar al votante, exagerar los defectos y negarle los méritos al gobierno del PP que, si bien exigió a los españoles sacrificios y recortes, ha sido consecuente con sus promesas y ha conseguido, aparte de recobrar la confianza de Europa en nosotros; que los inversores hayan vuelto a comprar nuestros valores en Bolsa y que nuestra prima de riesgo y los intereses de la deuda bajaran espectacularmente en unos pocos años, de modo que nuestra nación, entonces situada a la cola de Europa y a punto de tener que pedir el rescate para poder sobrevivir; no sólo ha conseguido, sin rescate alguno, sobreponerse a sus problemas económicos, situarse entre las principales economías europeas y formar parte del círculo de naciones que hoy en día son escuchadas en los foros internacionales.

Y uno se pregunta, cuando en ocasiones hemos sido muy críticos con el gobierno de Mariano Rajoy, si lo que se nos ofrece por los partidos de las izquierdas, si lo que pretenden imponer en Catalunya es un gobierno, dirigido por los anarquistas de la CUP, y si el programa económico que propugna el señor Sánchez de los socialistas no es más que un calco del que propuso Zapatero, con las consecuencias que todos los españoles que tenemos memoria conocemos; ¿estamos en condiciones de arriesgarnos a perder todo lo conseguido, a malgastar los sacrificios que hemos hecho para llegar a la situación actual?, donde el desempleo va menguando, los salarios recuperándose, las empresas fortaleciéndose y somos bien vistos por todos los países de nuestro entorno; siendo uno de los países preferidos de los turistas, que nos dejan buenos dividendos, y refugio de capitales ajenos que han visto, en España, un país serio y de fiar, de modo que hay inversiones en las que el interés es negativo.

O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, no podemos menos que condenar a los que, con fines espurios y empleando el arte del engaño y la confusión, están pretendiendo llevar a España a una situación como la que estaba el país durante los infumables años de la II República, con el peligro de involución que esto supondría y la penosa situación en la que nos veríamos ante una Europa crítica con gobierno extremistas, algo que, sin duda, nos llevaría fuera del euro y de la CE, con las letales consecuencias que ello representaría para los ciudadanos.

Los demagogos niegan la evidencia de la recuperación española

“Valoro la paz cuando no se compra a precio de decencias fundamentales” Elia Kazan
Miguel Massanet
martes, 1 de diciembre de 2015, 23:38 h (CET)
El pedirles a los políticos seriedad, coherencia, memoria y decencia, cuando se trata de competir con sus eventuales adversarios, es algo que roza el imposible. Pero si los que intervienen en estas reyertas por el poder, si los implicados en los debates televisivos o en los mítines preelectorales pertenecen a partidos políticos de tendencia comunista, anarquista, antisistema, o de los calificados como progresistas, podemos afirmar con toda rotundidad que para conseguir sus objetivos no tendrán ningún inconveniente en tergiversar las verdades, mentir como bellacos, calumniar, descalificar, emplear los procedimientos más rufianescos y prescindir de toda decencia, si con ello consiguen desprestigiar de alguna forma a quien se opone a sus intereses.

Resulta irritante que señores como Pedro Sánchez, el líder del PSOE, una persona aparentemente instruida, con carrera universitaria, buenos modales y aspecto de persona decente, se comporten como tahúres de la palabra cuando hacen declaraciones públicas, se enfrentan a sus competidores políticos o se dirigen a sus propios seguidores, para afirmar con rotundidad y sin el menor asomo de vergüenza cosas que saben, positivamente, que nada tienen que ver con la realidad. Ya ni nos molestamos en hacer alusión a estos comunistas bolivarianos, discípulos del Maduro venezolano, bien instruidos en técnicas comunistas y convencidos de que “el fin justifica los medios”, frase atribuida al filósofo Maquiavelo o como decía Gracián “Todo lo dora un buen fin, aunque lo desmientan los desaciertos de los medios”, para los cuales el mentir y el calumniar no es más que una de las asignaturas que han de aprender para acabar y dominar a sus “enemigos” políticos ya que, en su caso, no existe la palabra “adversario”.

En estos momentos de precampaña electoral que estamos viviendo, a las puertas del inicio de la campaña para las elecciones legislativas del 20 de Diciembre, todos los candidatos se esfuerzan en aparecer en las TV, acudir a las radios para ser entrevistados, presentarse en lugares insólitos para formar parte de programas de entretenimiento, aunque no sea más que para aparecer unos minutos, hacer alguna payasada y largarse por el foro; pretendiendo imitar a aquellos a los que la izquierda tanto critica, los americanos estadounidenses, a los que, no obstante, no dudan en imitar cuando tienen la oportunidad de hacerlo y prevén que van a conseguir ganancias políticas de todo ello.

Desgraciadamente se ha puesto de moda que, aquellos que se presentan pretendiendo conseguir el apoyo de la ciudadanía, en lugar de exponer sus programas de gobierno, de informar de las medidas detalladas con las que pretenden mejorar el bienestar de los ciudadanos, de dar cuenta de cómo van a financiar todo lo que se proponen llevar a cabo y de los medios de que se van a valer para recibir, de Europa y de los bancos e inversores foráneos, las ayudas, inversiones y créditos con los que piensan poder desarrollar y mantener aquellas promesas a las que se comprometen; utilizan sus energías en atacar, ningunear, descalificar y renegar de todo lo que su adversario político ha llevado a cabo durante la legislatura en que ha gobernado. Nada se escapa de su crítica feroz y todo, incluso lo que ha resultado beneficioso para la ciudadanía, se presenta bajo la óptica derrotista y falseada de quienes han convertido en objetivo a conseguir el batir a sus adversarios políticos.

Estamos cansados de escucharles a los señores del PSOE, de Podemos e, incluso, en algunas ocasiones, al señor Rivera de Ciudadanos, que España necesita una reforma, que se han de cambiar las leyes, en especial las de reforma laboral que el Gobierno dictó, entre otras razones, porque se lo pedían desde Bruselas para que nuestro país iniciase la senda de la recuperación. El tiempo se ha encargado de demostrar la oportunidad y eficacia de aquellas medidas, que han coadyuvado de una forma eficaz al inicio de la recuperación de nuestra economía y al despegue de muchas empresas que, hace apenas un año, parecían inviables y a punto de echar el cierre.

Cuando escuchamos los mítines de estas izquierdas, escuchamos a sus lideres decir que España tiene necesidad de reformas para sacar al pueblo de la “miseria” no podemos menos de echar una ojeada a nuestro entorno e intentar ver esta terrible situación que se nos pinta; observar la “tristeza” en nuestros conciudadanos y ver en sus “rostros macilentos” los síntomas de esta pobreza que se nos anuncia de una manera apocalíptica. Es curioso, pero lo que vemos es que las calles están iluminadas ( a pesar de los intentos de los alcaldes comunistas de evitarlo) que la gente está alegre pensando en las Navidades, que los escaparates están adornados e iluminados, que la gente sale a la calle a comprar; que nadie se escandaliza de que imitemos al pueblo americano con un “blackfriday” en el que cientos de miles de ciudadanos se gasten importante cantidades de dinero en comprar lo necesario y, curiosamente, lo que no lo es tanto, para celebra las fiestas que se acercan. Y no conformes con ello nos encontramos con otro evento el “cibermonday”, otra copia americana, en este caso de venta de nuevas tecnologías, que también ha resultado ser un éxito de compras muy superior, como ha sido el caso del “blackfriday”, a lo recaudado en el pasado 2014, año en el que se empezaron a notar los primeros síntomas de recuperación.

La prensa y no precisamente la más adicta al Gobierno, reconoce que las ventas y el empleo del comercio suben desde hace ya quince meses. ¿Son esto signos preocupantes para los españoles o, acaso, lo que quieren, estos derrotistas de la izquierda, es crear un mal ambiente, engañar al votante, exagerar los defectos y negarle los méritos al gobierno del PP que, si bien exigió a los españoles sacrificios y recortes, ha sido consecuente con sus promesas y ha conseguido, aparte de recobrar la confianza de Europa en nosotros; que los inversores hayan vuelto a comprar nuestros valores en Bolsa y que nuestra prima de riesgo y los intereses de la deuda bajaran espectacularmente en unos pocos años, de modo que nuestra nación, entonces situada a la cola de Europa y a punto de tener que pedir el rescate para poder sobrevivir; no sólo ha conseguido, sin rescate alguno, sobreponerse a sus problemas económicos, situarse entre las principales economías europeas y formar parte del círculo de naciones que hoy en día son escuchadas en los foros internacionales.

Y uno se pregunta, cuando en ocasiones hemos sido muy críticos con el gobierno de Mariano Rajoy, si lo que se nos ofrece por los partidos de las izquierdas, si lo que pretenden imponer en Catalunya es un gobierno, dirigido por los anarquistas de la CUP, y si el programa económico que propugna el señor Sánchez de los socialistas no es más que un calco del que propuso Zapatero, con las consecuencias que todos los españoles que tenemos memoria conocemos; ¿estamos en condiciones de arriesgarnos a perder todo lo conseguido, a malgastar los sacrificios que hemos hecho para llegar a la situación actual?, donde el desempleo va menguando, los salarios recuperándose, las empresas fortaleciéndose y somos bien vistos por todos los países de nuestro entorno; siendo uno de los países preferidos de los turistas, que nos dejan buenos dividendos, y refugio de capitales ajenos que han visto, en España, un país serio y de fiar, de modo que hay inversiones en las que el interés es negativo.

O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, no podemos menos que condenar a los que, con fines espurios y empleando el arte del engaño y la confusión, están pretendiendo llevar a España a una situación como la que estaba el país durante los infumables años de la II República, con el peligro de involución que esto supondría y la penosa situación en la que nos veríamos ante una Europa crítica con gobierno extremistas, algo que, sin duda, nos llevaría fuera del euro y de la CE, con las letales consecuencias que ello representaría para los ciudadanos.

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