“No llueve a gusto de todos”, “nunca le vas a caer bien a todo el mundo”. Son frases populares que todos escuchamos múltiples veces en el contexto de nuestras relaciones interpersonales. Sin embargo, esta aplastante verdad se encuentra también presente en el espacio político internacional. ¿Dónde? Se preguntarán. Actualmente, este refrán popular se plasma de forma clara en el triángulo, más parecido a un torbellino, que son las relaciones entre España, Marruecos y Argelia, situándonos en un camino bifurcado en el que ninguna dirección es correcta y quedarse quieto no es una opció
Fue esta misma senda la que se apoderó de James Baker al presentar su dimisión como enviado personal del secretario general de las Naciones Unidas para el Sáhara Occidental en 2004. La disputa se remonta al “Viento del cambio” (como lo llamó O.H. Morris) en 1960, el año de África. El principal incentivo, siendo la situación geográfica entre bordes nacionales y el Océano Atlántico, que proporcionarían una situación ventajosa enfocada al comercio y el futuro crecimiento, en una carrera contrarreloj por salir del llamado tercer mundo.Mauritania abandonó la competición, que se mantuvo entre Argelia y Marruecos, manifestada con la guerra de las arenas.
Desde entonces se han vivido tensiones como las Marchas Verdes, las cuales no debemos olvidar, contaban con el entusiástico apoyo de nuestros vecinos franceses y el superpoder norteamericano. Amenazados por un frente polisario con tendencia comunista y una historia turbulenta en sus intercambios con ambas naciones.
Lo que parecía un triángulo suficientemente alejado de la comunidad internacional, se convierte en una masa de intereses que guían las decisiones de las partes involucradas.
En el frente contrario, el estímulo de un movimiento de reivindicación de la independencia de las Canarias, llevó a la firma de un acuerdo de amistad para la cooperación económica y relaciones pacíficas entre Argelia y España. Tratado que comenzó considerando al país africano como un socio estratégico, sólido y fiable, afirmaciones revocadas 20 años más tarde a causa de la ruptura de dicho acuerdo.
Avanzamos en un movimiento pendular entre la falta de suministros y la crisis en fronteras. Acompañado de una emergencia humanitaria con casi 200000 refugiados Saharauis privados de su derecho de, como ciudadanos, influir en su destino mediante un referéndum constantemente aplazado por el gobierno marroquí.
La presión estadounidense, el control de 2 terceras partes del territorio saharaui y su estatus como nuestro principal socio comercial en África, presentaban Marruecos como un camino ligeramente más iluminado que su contrario, sin embargo, la decisión resulta la definición de inoportuno, presentada la necesidad de cubrir el agujero negro que es el 40% de gas precisado por Europa.
Ante un futuro incierto con relación al abastecimiento de energía y la protección de los límites nacionales, recientemente abiertos y cubiertos por Marruecos, bajo la estupefacta mirada del activismo por los derechos humanos. Cabe preguntarse, si la mejor opción sería obrar bajo nuestra propia norma, rompiendo la pared que nos mantiene entre ella y una espada causante de tratos inhumanos y desestabilización económica.
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