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NIEVA
No recuerdo ni el año ni el día
de la lejana infancia cuando
gritábamos “ está nevando, nieva”
desde la ventana todos en coro.
Nevaba, las heladas detenidas,
el viento estremecía algo misterioso.
En los brazos, tu a mí
con ternura me sostenías.
“Está nevando”, dijimos al unísono
con tanta convicción mágica
que siento aún, es por eso
que regresa la nieve cada año.
Y en vísperas de invierno siempre,
apena traen los vientos la ventisca
tengo contigo ese sueño otra vez,
gritamos desde la ventana.....
Fue silencioso el amanecer,
no sé por qué sentí un pálpito...
El teléfono y una voz, - “se nos fue”-.
Era mi hermana que llamó temprano,
se cortó la frase, hubo un silencio,
La nieve estaba de nuevo ahí.
Quise gritar y no pude.
En la garganta se atascó la frase.
Iba y venía la nieve en alegre vaivén,
en remolinos como si eco fuera...
No es verdad hermana, no te fuiste.
Afuera, mira, otra vez nieva.
EXCEPTO TÚ
Rompí todas tus fotografía.
No me sirvió. Te seguía recordando.
Me marché al otro lado del mundo
Para no regresar nunca más.
No me sirvió. Te recordaba.
Di con mujeres que me amaron.
No me servía. Te seguí recordando.
Me emborraché hasta quedar casi muerto, Como un zapatero,
Como un condenado,
Como una bestia.
No me sirvió. Te seguía recordando.
Me casé, crié hijos, me he vuelto ejemplar
¿De qué me sirvió?.
Te seguí recordando.
Me volví viejo.
Todo se me borra de la memoria Todo. Excepto tú.
EN MEMORIA DEL GEODESTA
Ni en el mundo blanco ni en el negro
ni en el sueño ni en realidad,
tu bajo este cielo de orfandad
no volverás a ir al lado mío.....
Fue tu partida temeraria, imprevista:
Y tu corazón se convirtió en un trozo de hielo. ¡Te saco, patrón, aguanta!
Retumbaba la obstinada motonieve.
Y aullaba enmudeciendo a la ventisca,
iba, en círculo daba vueltas,
llevaba una hora atrás al jinete vivo...
¡Eh tú, despierta! Mira entre la nieve y la tiniebla,
como si hubiéramos atravesado medio globo,
¡Van a llegar por ti tus colegas!
¡Aquí están, llegaron!
Cómo hiela y está oscuro en la invernal tundra,
pero hacia allá donde destella una claridad
en los brazos cargan al geodesta
sus hermanos en la inmortalidad.
Sobre el autor:
Eldar Akhadov (Nació en Bakú, Azerbaiyán. Habita en Siberia Oriental, Rusia). Miembro honorario de la Unión de escritores de Azerbaiyán, miembro de la Unión de escritores de Rusia y la Unión de escritores del sur de Rusia (Ucrania, Odessa). Miembro del Club internacional de escritores PEN. Es autor 68 de los libros publicados en rusos, inglés, español y serbio. Sus libros están en la biblioteca del Congreso de los Estados Unidos, en la biblioteca nacional Británica, en las bibliotecas de las universidades de los Estados Unidos, Alemania, México, Serbia, Rusia y otros países. Premios: medalla de Plata del Festival literario de Eurasia para la preservación de la identidad nacional, ganador de los premios literarios "por el bien de la paz", "pluma de plata de Rusia", premio del gobernador de la región ártica más septentrional de Rusia. Explorador polar, trabajó durante 15 años en el Ártico, miembro de la sociedad geográfica nacional Rusa (fundada en 1845 por el emperador Nicolás I de Rusia).
A Mercedes Isabel: A mi edad, me pregunto, sin pretender escribir los versos mas triste esta tarde. Como olvidarte, flor de mi vida. Desventurado sería, no haberte tenido.
El hombre ocupa el área ocre de la pista. La mujer, el área aceituna. El hombre, debajo de una mesa liviana. Cerca y silencioso, un enanito disfrazado de enanito de jardín. El haz del “buscador”, quieto, lo ilumina. Se enloquece. Se pasea por el área ocre. Se detiene en el hombre: Romeo, el italiano. Habrán de imaginárselo: candor.
Resulta admirable encontrarse con un libro que guarda sus raíces en la investigación académica y en la fusión de las pasiones por la tradición oral y la ilustración. La cantidad de datos, citas, reflexiones minuciosas, relatos, trazos y nombres aparecen de una manera tan acertada, que en conjunto configuran ese terreno seguro donde entregarnos confiadamente a la lectura.
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