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La pomada para los ojos de José

Venancio Rodríguez Sanz
Lectores
martes, 5 de julio de 2022, 10:23 h (CET)

Erase que José nació ciego, aunque no lo sabía. Se pasó casi toda la vida tropezando de piedra en piedra, dándose coscorrones y culpando a Dios, a la vida, a sus padres, a los profesores, etc., por ser tan injustos con él. Como pensaba que él no se merecía el trato que recibía, su respuesta ante los contratiempos era de venganza. Y cuanto más se desquitaba de lo que le sucedía, con más obstáculos colisionaba. Quiere decirse que este círculo vicioso ascendente en el que José vivía se confirmaba a sí mismo: cuantos más golpes recibía, más guantazos propinaba y por lo tanto, más porrazos se encontraba… 


Realmente, José era digno de compasión porque su vida se estaba convirtiendo en un infierno. Un día le ocurrió algo que le iba a cambiar la vida. Verán: “Sucedió que alguien le desveló la verdad. Ese alguien le reveló que tenía los ojos enfermos y que esa era la razón por la que tropezaba tanto. Le descubrió que el ver no le iba a ahorrar leñazos pues en su camino iba a encontrar con muchos invidentes como él, aunque sí podría cambiar su respuesta ante los mismos y eso le reportaría paz porque comprendería su procedencia. 


Entonces, ese alguien le dio una pomada para sus ojos y poco a poco, José, empezó a ver. Y sí, José comprendió que la causa de todos sus males era la ceguera que padecía y de la que no tenía constancia porque nadie le informó de la misma. Y nadie le informó de la misma porque nadie sabía que, aunque poseían sanos los ojos, realmente nadie podía ver".

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Lo que voy a decir no se apoya -no lo pretende, además lo rechaza- en ningún argumento científico. Rechazo en general lo científico porque proviene, tal caudal de conocimiento, de la mente humana matemática, fajada y limitada, sobre todo no mente libre sino observante desde muchos filtros atascados de prejuicios.

No es ninguna novedad que vivimos en un tiempo donde el pulso de la coexistencia social parece haberse acelerado en una deriva incomprensible, enfrentándonos con la paradoja de una humanidad cada vez más próxima, sin que ello se traduzca necesariamente en la cercanía o comprensión mutua.

El filólogo humanista Noam Chomsky decía que “si no se está de acuerdo con una cuestión, el hecho de formular y escuchar críticas, forma parte de la convivencia, y así se espera que sea”. De este modo, Chomsky argumenta el derecho y obligación a ejercer la crítica como proceso para la construcción de la convivencia.

 
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