Hoy los jóvenes disfrutan quizá de comodidades materiales inimaginables para ninguna generación anterior, pero al mismo tiempo ven con inseguridad su futuro y a menudo se encuentran solos frente a las grandes preguntas que les asaltan. El problema no es ya que la cultura dominante no les ofrezca respuestas que puedan satisfacer esa sed; el problema es que ni siquiera parece dejar a veces espacio para que se formulen sus preguntas.
De ahí la necesidad de espacios como el que ofrece la Peregrinación Europea a Santiago que culminará el 7 de agosto, con momentos de diálogo y recogimiento, de fiesta y de celebración eucarística. Siempre con el mensaje de fondo de que Jesús “no quita nada y lo da todo”, como les decía Benedicto XVI a los jóvenes, invitándoles a no tener miedo a seguirle. O lo que es lo mismo: no tener miedo a exprimir su vida al máximo.
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