Sí es profundamente progresista reivindicar el ser femenino en su naturaleza y mostrar sin complejos la genuina diferencia y complementariedad que existe entre los dos sexos.
Es progresista reconocer el valor de la maternidad y hablar del específico cuidado que solo la mujer puede aportar. Es progresista huir del sectarismo ideológico y no dejarse enredar por la trampa de una artificial lucha de sexos. Es progresista, al fin, celebrar el Día Internacional de la Mujer dando visibilidad a tantas mujeres que, junto a los hombres, van tejiendo los hilos invisibles de la historia, con su trabajo callado y diario; emprendedoras valientes que, con sus vidas entregadas, son ejemplos vivos de lo que el Papa Francisco llama la santidad de la puerta de al lado.
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