“La oración, la caridad y el ayuno pueden cambiar la historia”. Estas palabras del Papa Francisco al inicio de la Cuaresma recogen el sentir de millones de cristianos de todas las confesiones que asisten, con un nudo en la garganta, a los terribles sucesos que llegan de Ucrania.
La mirada que aporta la fe no ahorra la estupefacción ante unos sucesos que esta generación jamás imaginó que presenciaría en Europa, pero invita a un ejercicio de purificación, importante para no perder el norte. En este sentido, llama la atención la valentía de muchos cristianos ortodoxos rusos, desmarcándose del tradicional alineamiento con el poder de las Iglesias nacionales, para denunciar sin paliativos la agresión a Ucrania, y solidarizarse con su población.
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