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Corren tiempos en los que los viejos refranes vienen pintiparados: Nos crecen los “señores bajitos” o nuestra abuela se pone de parto

Éramos pocos...

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¿Cuál debe ser nuestra reacción? “Al mal tiempo… buena cara”. Estoy redactando este “segmento” mientras penetran por mi ventana una especie de rayos cósmicos procedentes de la calima que nos envuelve en el día de hoy. ¡A lavar de nuevo el coche! A patinar por las calles en medio de ese barro pegadizo y amarillento. Parece ser que, como nos hemos desligado del pueblo saharaui, el desierto se quiere vengar de nosotros en forma de lluvia persistente de “agüita amarilla”.

         

Por otra parte nos estamos quedando sin suministros. Durante la pandemia se agotó el papel higiénico. Esta vez nos ha dado por acaparar leche. Uno que, modestamente, ayuda a alimentar diariamente a unos doscientos niños de 0 a 24 meses, se las ve y se las desea por contar con los litros de leche que trasiegan esos benditos “mamoncillos”. Mis proveedores habituales no cuentan con esa cantidad y  menos mal que, como siempre, Bancosol me ha echado una mano y me ha solucionado el problema por un par de semanas.

        

¿Hasta cuando vamos a estar en esta situación tan inestable? Pienso que esto no lo sabe nadie. Tenemos a todos los medios de producción, transporte y distribución mosqueados. Los pescadores, los ganaderos, los camioneros, los transportistas de todo tipo, los tenderos, los consumidores de luz, agua y gasolina, etc., estamos bastante  mosqueados. Creo que con razón.

       

Me da la impresión de que estamos afrontando estas calamidades con menos fuerzas que asumimos la pandemia. Quizás es que nos ha llegado a una España muy cansada y preocupada por el cúmulo de adversidades que nos están agobiando día a día. Los políticos siguen dando bandazos y los sufridos gobernados no sabemos ya quienes son “los buenos o los malos”.

      

Estimo que afrontaremos todas estas dificultades con entereza. Estamos lo suficientemente endurecidos para “hacer de tripas… corazón”. Lo único que se escapa de nuestras capacidades es parar la maldita guerra que ha declarado, unilateralmente, un país regido por un ególatra con ansias de dominar lo propio y lo de los demás.

   

Por lo menos los españoles estamos ejerciendo de buen samaritano. Miles de refugiados ucranianos están siendo acogidos por este bendito país. Ahí si que estamos dando la talla los españoles. Sabemos compartir lo poco o lo mucho que tenemos. Ya vendrán tiempos mejores.

Éramos pocos...

Corren tiempos en los que los viejos refranes vienen pintiparados: Nos crecen los “señores bajitos” o nuestra abuela se pone de parto
Manuel Montes Cleries
viernes, 25 de marzo de 2022, 08:30 h (CET)

¿Cuál debe ser nuestra reacción? “Al mal tiempo… buena cara”. Estoy redactando este “segmento” mientras penetran por mi ventana una especie de rayos cósmicos procedentes de la calima que nos envuelve en el día de hoy. ¡A lavar de nuevo el coche! A patinar por las calles en medio de ese barro pegadizo y amarillento. Parece ser que, como nos hemos desligado del pueblo saharaui, el desierto se quiere vengar de nosotros en forma de lluvia persistente de “agüita amarilla”.

         

Por otra parte nos estamos quedando sin suministros. Durante la pandemia se agotó el papel higiénico. Esta vez nos ha dado por acaparar leche. Uno que, modestamente, ayuda a alimentar diariamente a unos doscientos niños de 0 a 24 meses, se las ve y se las desea por contar con los litros de leche que trasiegan esos benditos “mamoncillos”. Mis proveedores habituales no cuentan con esa cantidad y  menos mal que, como siempre, Bancosol me ha echado una mano y me ha solucionado el problema por un par de semanas.

        

¿Hasta cuando vamos a estar en esta situación tan inestable? Pienso que esto no lo sabe nadie. Tenemos a todos los medios de producción, transporte y distribución mosqueados. Los pescadores, los ganaderos, los camioneros, los transportistas de todo tipo, los tenderos, los consumidores de luz, agua y gasolina, etc., estamos bastante  mosqueados. Creo que con razón.

       

Me da la impresión de que estamos afrontando estas calamidades con menos fuerzas que asumimos la pandemia. Quizás es que nos ha llegado a una España muy cansada y preocupada por el cúmulo de adversidades que nos están agobiando día a día. Los políticos siguen dando bandazos y los sufridos gobernados no sabemos ya quienes son “los buenos o los malos”.

      

Estimo que afrontaremos todas estas dificultades con entereza. Estamos lo suficientemente endurecidos para “hacer de tripas… corazón”. Lo único que se escapa de nuestras capacidades es parar la maldita guerra que ha declarado, unilateralmente, un país regido por un ególatra con ansias de dominar lo propio y lo de los demás.

   

Por lo menos los españoles estamos ejerciendo de buen samaritano. Miles de refugiados ucranianos están siendo acogidos por este bendito país. Ahí si que estamos dando la talla los españoles. Sabemos compartir lo poco o lo mucho que tenemos. Ya vendrán tiempos mejores.

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