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La sabiduría requiere tomar una decisión, si no lo hacemos lo único que tenemos es conocimiento

​Una batalla infantil

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«La propuesta está excelente, prepárala y lo haremos». Yo así lo hice, saqué los libros específicos y comencé a imaginar cómo adaptarlos al reto que teníamos por delante, punto por punto, primero, segundo, tercero, lo tuve listo. «Muy bien, esto está excelente, pero no podemos hacer los cambios en este momento». Lo entendí bien, me lavé la cara y dejé de mirarme en el espejo.


En el interior del aquel pequeño ser se hallaba enjaulada una increíble curiosidad, las preguntas revoloteaban alrededor, el peligro se pintaba de un tono distinto al que tendrá cuando crezca, tengo pena por él. Lo veo subir por una cuesta empinada, demasiado para su edad, resbala e intenta subir de nuevo, es su propósito, un dragón arriba lo aguarda, aun así, continúa. No es su primera batalla, ha peleado con grandes monstruos marinos que se ocultaban en el gran bosque de maleza y flores, también lo ha hecho con villanos que volviéndose invisibles intentaron controlar el lago perdido de la vida, él me salvó en una ocasión de los extraterrestres, hizo una barrera de colchones, almohadas y colchas. No temía al futuro ni el pasado se hallaba en su memoria, lo que lo llenaba y le daba fuerzas era el monstruo que se alzaba delante, imponente, pero no para él.


En mi mente asaltó el deseo de regresar a esa etapa infantil, aunque crecer significa muchas cosas, libertad (aunque nunca seremos estrictamente libres), independencia, la capacidad de tomar decisiones y superar momentos complicados y tristes que resultan más duros entre menos edad tenemos; y con esa libertad llega la responsabilidad por las consecuencias que nuestras decisiones han causado. En la vida algunos empiezan a vencer los retos desde que son pequeños; otros, al salir de la universidad, se pegan con una realidad distinta y deben dar saltos de fe sin que abajo exista una malla de seguridad, los abrazos mágicos ya no existen, aquellos que curan todo, los problemas no son ya una caída del gran roble del medio del mundo, capaz de salvar a la humanidad, los conflictos emocionales y físicos son más dolorosos, y, a veces, nos derriban, en otras palabra, nuestros problemas se han vuelto reales.


Nos da miedo, somos precavidos, algo que es bueno si no nos paralizamos. La sabiduría tiene como requisito el pensar antes de hablar o actuar, sin embargo, el miedo nace de darle demasiada importancia a la primera parte de la oración, la sabiduría requiere tomar una decisión, si no lo hacemos lo único que tenemos es conocimiento. El ruido aumenta, las preguntas se multiplican, agarramos un marcador rojo, y empezamos a tachar la hoja, el color poco a poco llena la página y los pros y contras se vuelven similares, nuestras emociones llenan nuestras mentes manchándolas de un rojo peligro, el miedo crece y nuestra visión se torna en imágenes de todo lo malo que podría pasar, imágenes reales, pero que han apartado aquellos resultados positivos y benevolentes, aquellas otras posibilidades que no hemos contemplado; cuando el pensamiento se vuelve una limitante nos hemos bloqueado y el bucle de la ansiedad ha iniciado. No es fácil, lo contrario sería más adecuado, sin embargo, tenemos que intentarlo y no dejar que el miedo nos nuble la razón.


Me senté en el suelo de mi cuarto y, apoyándome en el armario, rememoré el futuro... «Papá, es hora de enfrentarnos al ser más poderoso de la tierra». «Un poderoso ser, pirata que tiene atrapada en la isla a tu madre». «Sí, en una isla rodeada por tiburones gigantes...» «...tan grandes como un árbol que llega a los cielos». «Ayúdenme». «Ya... voy... mamá...». «Cuidado hijo, el cañón ha sido prendido». «¡No... papá... salva a mi madre que yo he muerto en batalla!». Intentemos recuperar el honor y la valentía de un niño, los conflictos se han vuelto reales y los peligros también, lo positivo es que nuestras capacidades crecen con nosotros. Además, ¿qué otra opción tenemos más que afrontar la vida y sus grandes y tristes obstáculos?

​Una batalla infantil

La sabiduría requiere tomar una decisión, si no lo hacemos lo único que tenemos es conocimiento
Gabriel Lanswok
miércoles, 13 de octubre de 2021, 08:37 h (CET)

«La propuesta está excelente, prepárala y lo haremos». Yo así lo hice, saqué los libros específicos y comencé a imaginar cómo adaptarlos al reto que teníamos por delante, punto por punto, primero, segundo, tercero, lo tuve listo. «Muy bien, esto está excelente, pero no podemos hacer los cambios en este momento». Lo entendí bien, me lavé la cara y dejé de mirarme en el espejo.


En el interior del aquel pequeño ser se hallaba enjaulada una increíble curiosidad, las preguntas revoloteaban alrededor, el peligro se pintaba de un tono distinto al que tendrá cuando crezca, tengo pena por él. Lo veo subir por una cuesta empinada, demasiado para su edad, resbala e intenta subir de nuevo, es su propósito, un dragón arriba lo aguarda, aun así, continúa. No es su primera batalla, ha peleado con grandes monstruos marinos que se ocultaban en el gran bosque de maleza y flores, también lo ha hecho con villanos que volviéndose invisibles intentaron controlar el lago perdido de la vida, él me salvó en una ocasión de los extraterrestres, hizo una barrera de colchones, almohadas y colchas. No temía al futuro ni el pasado se hallaba en su memoria, lo que lo llenaba y le daba fuerzas era el monstruo que se alzaba delante, imponente, pero no para él.


En mi mente asaltó el deseo de regresar a esa etapa infantil, aunque crecer significa muchas cosas, libertad (aunque nunca seremos estrictamente libres), independencia, la capacidad de tomar decisiones y superar momentos complicados y tristes que resultan más duros entre menos edad tenemos; y con esa libertad llega la responsabilidad por las consecuencias que nuestras decisiones han causado. En la vida algunos empiezan a vencer los retos desde que son pequeños; otros, al salir de la universidad, se pegan con una realidad distinta y deben dar saltos de fe sin que abajo exista una malla de seguridad, los abrazos mágicos ya no existen, aquellos que curan todo, los problemas no son ya una caída del gran roble del medio del mundo, capaz de salvar a la humanidad, los conflictos emocionales y físicos son más dolorosos, y, a veces, nos derriban, en otras palabra, nuestros problemas se han vuelto reales.


Nos da miedo, somos precavidos, algo que es bueno si no nos paralizamos. La sabiduría tiene como requisito el pensar antes de hablar o actuar, sin embargo, el miedo nace de darle demasiada importancia a la primera parte de la oración, la sabiduría requiere tomar una decisión, si no lo hacemos lo único que tenemos es conocimiento. El ruido aumenta, las preguntas se multiplican, agarramos un marcador rojo, y empezamos a tachar la hoja, el color poco a poco llena la página y los pros y contras se vuelven similares, nuestras emociones llenan nuestras mentes manchándolas de un rojo peligro, el miedo crece y nuestra visión se torna en imágenes de todo lo malo que podría pasar, imágenes reales, pero que han apartado aquellos resultados positivos y benevolentes, aquellas otras posibilidades que no hemos contemplado; cuando el pensamiento se vuelve una limitante nos hemos bloqueado y el bucle de la ansiedad ha iniciado. No es fácil, lo contrario sería más adecuado, sin embargo, tenemos que intentarlo y no dejar que el miedo nos nuble la razón.


Me senté en el suelo de mi cuarto y, apoyándome en el armario, rememoré el futuro... «Papá, es hora de enfrentarnos al ser más poderoso de la tierra». «Un poderoso ser, pirata que tiene atrapada en la isla a tu madre». «Sí, en una isla rodeada por tiburones gigantes...» «...tan grandes como un árbol que llega a los cielos». «Ayúdenme». «Ya... voy... mamá...». «Cuidado hijo, el cañón ha sido prendido». «¡No... papá... salva a mi madre que yo he muerto en batalla!». Intentemos recuperar el honor y la valentía de un niño, los conflictos se han vuelto reales y los peligros también, lo positivo es que nuestras capacidades crecen con nosotros. Además, ¿qué otra opción tenemos más que afrontar la vida y sus grandes y tristes obstáculos?

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