Caen cientos de semillas al suelo. Unas se las comen los animales. Otras caen sobre las rocas. Otras se las lleva el agua. Otras las ahogan las plantas. Solo unas pocas agarran y más adelante echan fruto, ¿por qué? ¿Es casualidad? A ciencia cierta, nadie puede contestar a esta pregunta. Pero hay quien dice que todo tiene un porqué. Que todos los acontecimientos guardan una estrecha relación. Hace tiempo me comentó una señora que fue al psicólogo porque había caído en una depresión, de esas que llaman de caballo y el médico le recetó pastillas.
Y, después de muchas sesiones, el doctor le dijo que su mal provenía de las lágrimas que no derramó cuando su marido murió hacía 10 años. Su esposo falleció de un cáncer de páncreas ¿se imaginan? Su deterioro fue muy duro y lento, pero ella no vertió ni una sola lágrima para que su hija no sufriera. Todas esas emociones reprimidas, según el terapeuta, con el tiempo acabaron con su salud. El galeno le aconsejó que hablara con su hija de aquello y que llorasen juntas las lágrimas que no derramaron en aquel entonces.
Causas y efectos, todo está íntimamente relacionado según creo yo, lo difícil es encontrar la conexión. Lo milagroso es acertar con el diagnóstico… ¿Y saben qué? Ya puestos, yo me pregunto:”¿De qué causa será el volcán de La Palma el efecto?".
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