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Venancio Rodríguez Sanz

La conquista de la apatía

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Tedio. Nos pasamos mitad de la vida proyectando nuestro futuro. Desgana. Y cuando conseguimos hacer realizad aquello que habíamos soñado, cuando conseguimos tener la vida asegurada, llega doña rutina para desbaratar el chiringuito que habíamos montado con tanto esfuerzo. Hastió. En ocasiones nos quejamos por la monotonía con que pasan nuestros días. Apatía.  Pasan uno tras otro sin nada que los diferencie.


Inapetencia. Siempre las mismas acciones, los mismos caminos, la misma gente, el mismo café matutino, el mismo diario, los mismos problemas, los mismos padres, hermanos,  amigos, la misma mujer, los mismos hijos…  Indiferencia. Pero llega un día que nos saca de nuestra natural apatía. 


Hoy ha ocurrido algo que nos sacó de nuestra mortal languidez ¡aleluya, estamos vivos! Algo realmente conmovedor: un volcán. Nos quedamos embobados mirando en el televisor el lento y destructor progreso de la lava. Estupor. Y escuchamos una suplicante voz en off que dice:” ¡Toda la vida trabajando para esto!”.


Tristeza.  Pero no hay nada que hacer,  solo llevarse las manos a la cabeza y emitir sonidos de impotencia mientras las casas, los coches, las carreteras, las farolas, etc., son engullidas por el magma. Solo queda volver a empezar para conquistar de nuevo la rutina, el tedio, la desgana, el hastío, la apatía...

La conquista de la apatía

Venancio Rodríguez Sanz
Lectores
martes, 28 de septiembre de 2021, 12:01 h (CET)

Tedio. Nos pasamos mitad de la vida proyectando nuestro futuro. Desgana. Y cuando conseguimos hacer realizad aquello que habíamos soñado, cuando conseguimos tener la vida asegurada, llega doña rutina para desbaratar el chiringuito que habíamos montado con tanto esfuerzo. Hastió. En ocasiones nos quejamos por la monotonía con que pasan nuestros días. Apatía.  Pasan uno tras otro sin nada que los diferencie.


Inapetencia. Siempre las mismas acciones, los mismos caminos, la misma gente, el mismo café matutino, el mismo diario, los mismos problemas, los mismos padres, hermanos,  amigos, la misma mujer, los mismos hijos…  Indiferencia. Pero llega un día que nos saca de nuestra natural apatía. 


Hoy ha ocurrido algo que nos sacó de nuestra mortal languidez ¡aleluya, estamos vivos! Algo realmente conmovedor: un volcán. Nos quedamos embobados mirando en el televisor el lento y destructor progreso de la lava. Estupor. Y escuchamos una suplicante voz en off que dice:” ¡Toda la vida trabajando para esto!”.


Tristeza.  Pero no hay nada que hacer,  solo llevarse las manos a la cabeza y emitir sonidos de impotencia mientras las casas, los coches, las carreteras, las farolas, etc., son engullidas por el magma. Solo queda volver a empezar para conquistar de nuevo la rutina, el tedio, la desgana, el hastío, la apatía...

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