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Se podría decir aquello de que “para este viajeno hacían falta alforjas” y, con mayor motivo todavía, si tomamos en cuenta que esta guerra de Afganistán ha durado 20 años y ha costado muchos cientos sino miles de muertos, tanto a las tropas de la ONU como a las del resto de naciones que han intervenido en ella, principalmente EEUU y Canadá.
Probablemente si leemos la prensa de estos días una cantidad muy numerosa de periodistas, tertulianos, políticos y enterados nos pretenderán vender sus respectivas versiones de las causas, motivos, maquinaciones, contubernios y demás zarandajas que se les ocurran para intentar darnos una explicación plausible del porqué una contienda que lleva dos décadas de luchas, muertes, asesinatos, torturas, hambrunas y miserias.
Tanto unos como otros parece que han decidido (otra explicación no parece que exista) que todo lo pasado no cuenta, que pelillos a la mar y que, en aras a no se sabe que intereses, que tipo de confabulaciones o que clase de sinvergonzonerías, ahora resulta más conveniente entregarles el mando a los talibanes que ¡Oh milagro de la diplomacia! Parece que, de pronto se han convertido de asesinos inmisericordes, de torturadores de masas y de esclavizadores de mujeres en seres civilizados, que hablan en inglés, que comprometen a crear un gobierno con participación del resto de ciudadanos no talibanes y que, de pronto, de salvajes doctrinarios se van a tornar en educados, sensatos y experimentados gobernantes capaces de sacar a esta pobre nación de las vicisitudes que llevan años padeciendo gracias, precisamente, al fanatismo religioso de estos señores de la guerra.
Me he criado en una familia religiosa, sin llegar a ser beata, que ha vivido muy de cerca la festividad del Jueves Santo desde siempre. Mis padres se casaron en Santo Domingo, hemos vivido en el pasillo del mismo nombre, pusimos nuestro matrimonio a los pies de la Virgen de la Esperanza, de la que soy hermano, y he llevado su trono durante 25 años.
Gladio (espada en latín), fue el nombre que se le dio a la "red de agentes durmientes desplegados por la OTAN en Italia y preparados para entrar en acción en caso de que los soviéticos invadieran Europa Occidental", y serían la fuerza aliada que permanecería detrás de las líneas soviéticas para facilitar el contraataque.
El diccionario es permisivo, incluye la rigidez en la delimitación de las entradas y salidas; al tiempo que acoge la pérdida de los formatos cerebrales a la hora de regular las ideas entrantes o las emitidas tras elucubraciones varias. A veces no está tan claro si apreciamos más los desajustes o seguimos fieles a ciertos límites establecidos.
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