La brillante idea del Sr. Rajoy y la ejecutiva de su partido, de prescindir de Gallardón en la carrera hacia la Moncloa es el punto y final a la breve y paupérrima aventura política del Partido Popular de volver al poder.
Aventurados todos los medios de comunicación estatales de un signo político u otro en establecer ese tan socorrido “empate técnico” entre populares y socialistas de cara a las próximas elecciones generales del 9 de Marzo, como gesto inequívoco de movilización del electorado indeciso, ocultan la verdad y la realidad de una sociedad, la española, harta de reaccionarios y extremistas que sólo generan crispación y enfrentamiento político. Ningún medio de comunicación importante se atreve con la verdad, se atreve a decir lo que todos sabemos y yo hoy digo con firmeza. El PSOE va por delante del PP y salvo catástrofe ganará las elecciones el próximo 9 de Marzo.
Las recientes palabras de Gallardón, una persona moderada dentro del monstruo ultraconservador que representa su partido, el Partido Popular, han recorrido y ocupado espacios en todos los medios de comunicación estatales. Gallardón asume su derrota. Asume la imposibilidad desde su persona de luchar contra ese gigante con pies de barrio. Ese gigante de tres cabezas – Acebes, Zaplana y Rajoy – que lucha por establecer una idea de España que muchos niegan y que muchos rechazan. Ese enfrentamiento con la idea de un Estado que mira más al futuro que al pasado. Sólo hace falta recordar sus alabanzas al franquismo.
El Partido Popular se ha convertido, sino lo ha sido desde su fundación, en un partido retrógrado, antiprogresista y dictatorial. ¿Dónde se ha visto que un presidente saliente coloque a dedo a su sucesor? ¿Dónde se ha visto que las listas electorales las elija unilateralmente una persona o en su defecto, un triunvirato?. Este tipo de cosas sólo suceden en el Partido Popular, donde el peso de los caciques roza la omnipresencia.
Mayor Oreja, Acebes, Zaplana, Aguirre dirigen a su antojo un partido donde la pluralidad brilla por su ausencia. Donde los críticos son conducidos amablemente a la puerta de salida de su isla política llamada “Génova”.
La decisión de prescindir de Gallardón y su anuncio de abandonar la política ha sumido más si cabe al Partido Popular en el ostracismo político que representa la ultraderecha en España. Cualquier analista político identificaría esta postura como absurda y un intento fallido de aspirar al poder, ya que el electorado indeciso se decanta siempre por posturas centrales y moderadas, nunca por extremos. Por tanto, prescindir de Gallardón, un cordero entre hienas, es la renuncia tácita al poder por parte del PP.
Detrás de esta decisión veo un objetivo. Un intento mundano y repugnante dentro de cualquier formación política. Esperar que tu “compañero” arda solo en el infierno. La decisión tomada desde el triunvirato, representa las ganas de que Rajoy arda a lo “bonzo”, acabando así con su carrera política y dejar paso a ese triunvirato encabezado por Zaplana, para reflotar la barca popular. Desde las propias filas populares están deseando no sólo que Rajoy pierda las elecciones, sino que las pierda ampliando la distancia que les separa con el PSOE.
De esta manera, se erige necesario empezar desde cero y crear un nuevo lenguaje, un nuevo discurso y una nueva maquinaria al servicio de la derecha. Dado por perdido y amortizado el peso de Rajoy, ahora se contempla luchar por las próximas elecciones generales del 2012, con una maquinaria completamente renovada y dejar atrás errores garrafales que tuvieron en el pasado.
Un intento de desprenderse de la herencia Aznar, sin desprenderse de sus “logros”. Un intento de cortar las alas a cualquier disidencia que obstaculice este proceso de reconversión. El primero ya ha caído, Gallardón.
Gallardón, un discurso al servicio del “aparato”, que ha pretendido luchar contra el mismo desde dentro. La pregunta es ¿Qué pesará más en el futuro, el aparato o la persona?