Siglo XXI. Diario digital independiente, plural y abierto. Noticias y opinión
Viajes y Lugares Tienda Siglo XXI Grupo Siglo XXI
21º ANIVERSARIO
Fundado en noviembre de 2003
Opinión
Etiquetas | OBITUARIO | Hablemos sin tapujos
“Llegué a la cumbre azul de la esperanza/ y me encontré en la cumbre solitario” J. de Diego.

Nos ha dejado Lina Morgan, la “anti-diva” más popular y querida de España

|

Uno, a lo largo de su ya prolongada vida, ha ido conociendo a personas con las que ha tratado, convivido, apreciado y, en ocasiones, despreciado. Es inevitable que, en los años que Dios nos permite vivir entre los mortales, nos sintamos parte de este conjunto de personas que forma parte de las generaciones con las que compartimos los sucesos cotidianos, las penalidades, las contiendas, los momentos de gloria, los sufrimientos y las alegrías que, por desgracia, dada nuestra imperfección como seres humanos, pueden que para unos sean deseables, agradables y confortantes, mientras que para otros, pueden resultar, dolorosos, desagradables y odiosos. En todo caso, llegamos a tener una cierta empatía con determinados personajes, muchas veces sin conocerlos, artistas, personas públicas, políticos o literatos, inventores y científicos con los que, sin que exista una razón especial, nos sentimos mas compenetrados, nos caen mejor o nos hacen pasar buenos ratos cuando, a través de los distintos medios de comunicación o conocimiento, tenemos ocasión de establecer contacto, aunque sea meramente auditivo, visual o ambas cosas.

En el caso de la señora María de los Ángeles López Segovia, conocida en el mundo artístico como Lina Morgan, se puede decir que la hemos seguido, a través de su trayectoria artística, desde que dio sus primeros pasos como bailarina y más tarde, como artista de cine, de musicales, teatro y televisión; decididamente muy distinta de las demás vedettes con las que tuvo que competir, que disponían de figuras espectaculares, de voces prodigiosas o dotes especiales para la recitación o la gran comedia; pero, a la vez, seguramente que ninguna de ellas fueran capaces de emular la vis cómica, la gestualidad, la forma especial de mover su cuerpo y la habilidad, sin duda inigualable, con la que sabía moverse por los escenarios, ejerciendo el dificilísimo arte de conseguir que la gente se desternillase de risa con cada uno de sus gestos, de sus posturas inverosímiles y de su gracejo para meterse al público en el bolsillo.

Lina Morgan ha sido única. Durante muchos años supo mantenerse al pie del cañón, con su vitalidad inimitable, su simpatía arrebatadora y su humildad que le hizo conquistar, aparte de la admiración y el aprecio de la audiencia, un lugar reservado en el corazón de multitud de españoles. Una mujer hermética, de la que nadie ha podido achacarle ninguna aventura amorosa, incapaz de dar un escándalo, hogareña hasta la última fibra de su ser, se puede decir que tanto la muerte de su hermano, su apoyo y protector, como la de su hermana Julia (24 noviembre 2.012) con la que convivió los últimos años de su vida, cuidándola y ocupándose de su salud con todo el cariño que le pudiera haber dado su propia madre.

Durante los últimos años su salud le falló y, una neumonía, la envió al hospital donde, a duras penas, consiguieron estabilizarla, que no curarla. Más tarde estuvo ingresada en una institución en la que le prestaban los cuidados que precisaba y, finalmente, pudo regresar a su domicilio del barrio de la Latina, cercano a su mítico teatro, el Teatro de la Latina, que constituía su principal fuente de ingresos para poderse costear los gastos que, su enfermedad, le obligaba a asumir. Un teatro en el que había puesto toda su fe y sus ilusiones, que mantuvo en activo durante los 31 años que fue de su propiedad. De su vida íntima y de si, alguna vez, estuvo enamorada, parece ser que nadie sabe nada y esto es algo poco corriente en las personas que pertenecen al mundo de la farándula que, unas veces para adquirir fama y las otras, a causa de su inestabilidad emocional o sus caprichos propios de sus vidas irregulares y un tanto alocadas, suelen ser la comidilla de la prensa rosa de la que, en muchas ocasiones, sacan importantes ganancias vendiendo, a buen precio, la divulgación de sus matrimonios, divorcios, infidelidades y vicios.

Una gran cómica y una persona, a la vez, entrañable, sencilla y con una aureola de misterio en todo lo relativo a su vida íntima que, si en alguna ocasión, había conocido el amor por alguna persona, su discreción, prudencia y dominio de si misma, le hizo ocultarlo y mantenerlo en secreto hasta que su muerte se lo ha llevado con ella.

No tuve el gusto de conocerla personalmente, sólo a través de sus actuaciones, pero si puedo decir que cuando he sabido la noticia de su fallecimiento he sentido un pinchazo en el corazón, como me ocurre cada vez que una persona que ha sido parte, de alguna manera, aunque fuere lejanamente, de lo que han sido mis vivencias desde que tuve uso de razón. Es posible que, los que ya nos encontramos en las postrimerías de nuestra vida, los que no acabamos de entender las nuevas costumbres, las inmoralidades, las nuevas formas de relacionarse las personas entre sí y las nuevas familias surgidas de un nuevo sentido de la decencia que no compartimos; no podemos menos que lamentar que una persona como Lina Morgan, o mejor dicho, Mª de los Ángeles López Segovia, nos haya abandonado, demasiado pronto, dejándonos a todos los que la admirábamos y nos divertíamos con ella y su talento, un poco huérfanos, un poco tristes y, por qué no decirlo, decaídos de ánimo, como sucede cada vez que un personaje querido, familiar o amigo emprende este camino desde el que nunca se vuelve, rumbo a lo ignoto.

Dios acoja a esta buena mujer en su seno y le premie todo el bien que nos ha hecho a todos con su gracejo y alegría que, en ocasiones, como le sucedía al Pierrot, el payaso de la Comédie Italienne, el mimo silencioso y taciturno, que escondía en su corazón sus pesares sin que trascendieran fuera de sí mismo; supo mostrar cara de felicidad para alegrar a su público aunque, quizá, en lo más hondo de su corazón de mujer, sintiera los zarpazos de la más amarga soledad. Descanse en paz allí donde se encuentre ahora que, con toda seguridad, estará haciendo reír, con sus gracias, muecas y sus especiales posturas corporales, a sus compañeros de la Comedia de la vida, que ya se le han adelantado en este último viaje.

Nos ha dejado Lina Morgan, la “anti-diva” más popular y querida de España

“Llegué a la cumbre azul de la esperanza/ y me encontré en la cumbre solitario” J. de Diego.
Miguel Massanet
jueves, 20 de agosto de 2015, 22:00 h (CET)
Uno, a lo largo de su ya prolongada vida, ha ido conociendo a personas con las que ha tratado, convivido, apreciado y, en ocasiones, despreciado. Es inevitable que, en los años que Dios nos permite vivir entre los mortales, nos sintamos parte de este conjunto de personas que forma parte de las generaciones con las que compartimos los sucesos cotidianos, las penalidades, las contiendas, los momentos de gloria, los sufrimientos y las alegrías que, por desgracia, dada nuestra imperfección como seres humanos, pueden que para unos sean deseables, agradables y confortantes, mientras que para otros, pueden resultar, dolorosos, desagradables y odiosos. En todo caso, llegamos a tener una cierta empatía con determinados personajes, muchas veces sin conocerlos, artistas, personas públicas, políticos o literatos, inventores y científicos con los que, sin que exista una razón especial, nos sentimos mas compenetrados, nos caen mejor o nos hacen pasar buenos ratos cuando, a través de los distintos medios de comunicación o conocimiento, tenemos ocasión de establecer contacto, aunque sea meramente auditivo, visual o ambas cosas.

En el caso de la señora María de los Ángeles López Segovia, conocida en el mundo artístico como Lina Morgan, se puede decir que la hemos seguido, a través de su trayectoria artística, desde que dio sus primeros pasos como bailarina y más tarde, como artista de cine, de musicales, teatro y televisión; decididamente muy distinta de las demás vedettes con las que tuvo que competir, que disponían de figuras espectaculares, de voces prodigiosas o dotes especiales para la recitación o la gran comedia; pero, a la vez, seguramente que ninguna de ellas fueran capaces de emular la vis cómica, la gestualidad, la forma especial de mover su cuerpo y la habilidad, sin duda inigualable, con la que sabía moverse por los escenarios, ejerciendo el dificilísimo arte de conseguir que la gente se desternillase de risa con cada uno de sus gestos, de sus posturas inverosímiles y de su gracejo para meterse al público en el bolsillo.

Lina Morgan ha sido única. Durante muchos años supo mantenerse al pie del cañón, con su vitalidad inimitable, su simpatía arrebatadora y su humildad que le hizo conquistar, aparte de la admiración y el aprecio de la audiencia, un lugar reservado en el corazón de multitud de españoles. Una mujer hermética, de la que nadie ha podido achacarle ninguna aventura amorosa, incapaz de dar un escándalo, hogareña hasta la última fibra de su ser, se puede decir que tanto la muerte de su hermano, su apoyo y protector, como la de su hermana Julia (24 noviembre 2.012) con la que convivió los últimos años de su vida, cuidándola y ocupándose de su salud con todo el cariño que le pudiera haber dado su propia madre.

Durante los últimos años su salud le falló y, una neumonía, la envió al hospital donde, a duras penas, consiguieron estabilizarla, que no curarla. Más tarde estuvo ingresada en una institución en la que le prestaban los cuidados que precisaba y, finalmente, pudo regresar a su domicilio del barrio de la Latina, cercano a su mítico teatro, el Teatro de la Latina, que constituía su principal fuente de ingresos para poderse costear los gastos que, su enfermedad, le obligaba a asumir. Un teatro en el que había puesto toda su fe y sus ilusiones, que mantuvo en activo durante los 31 años que fue de su propiedad. De su vida íntima y de si, alguna vez, estuvo enamorada, parece ser que nadie sabe nada y esto es algo poco corriente en las personas que pertenecen al mundo de la farándula que, unas veces para adquirir fama y las otras, a causa de su inestabilidad emocional o sus caprichos propios de sus vidas irregulares y un tanto alocadas, suelen ser la comidilla de la prensa rosa de la que, en muchas ocasiones, sacan importantes ganancias vendiendo, a buen precio, la divulgación de sus matrimonios, divorcios, infidelidades y vicios.

Una gran cómica y una persona, a la vez, entrañable, sencilla y con una aureola de misterio en todo lo relativo a su vida íntima que, si en alguna ocasión, había conocido el amor por alguna persona, su discreción, prudencia y dominio de si misma, le hizo ocultarlo y mantenerlo en secreto hasta que su muerte se lo ha llevado con ella.

No tuve el gusto de conocerla personalmente, sólo a través de sus actuaciones, pero si puedo decir que cuando he sabido la noticia de su fallecimiento he sentido un pinchazo en el corazón, como me ocurre cada vez que una persona que ha sido parte, de alguna manera, aunque fuere lejanamente, de lo que han sido mis vivencias desde que tuve uso de razón. Es posible que, los que ya nos encontramos en las postrimerías de nuestra vida, los que no acabamos de entender las nuevas costumbres, las inmoralidades, las nuevas formas de relacionarse las personas entre sí y las nuevas familias surgidas de un nuevo sentido de la decencia que no compartimos; no podemos menos que lamentar que una persona como Lina Morgan, o mejor dicho, Mª de los Ángeles López Segovia, nos haya abandonado, demasiado pronto, dejándonos a todos los que la admirábamos y nos divertíamos con ella y su talento, un poco huérfanos, un poco tristes y, por qué no decirlo, decaídos de ánimo, como sucede cada vez que un personaje querido, familiar o amigo emprende este camino desde el que nunca se vuelve, rumbo a lo ignoto.

Dios acoja a esta buena mujer en su seno y le premie todo el bien que nos ha hecho a todos con su gracejo y alegría que, en ocasiones, como le sucedía al Pierrot, el payaso de la Comédie Italienne, el mimo silencioso y taciturno, que escondía en su corazón sus pesares sin que trascendieran fuera de sí mismo; supo mostrar cara de felicidad para alegrar a su público aunque, quizá, en lo más hondo de su corazón de mujer, sintiera los zarpazos de la más amarga soledad. Descanse en paz allí donde se encuentre ahora que, con toda seguridad, estará haciendo reír, con sus gracias, muecas y sus especiales posturas corporales, a sus compañeros de la Comedia de la vida, que ya se le han adelantado en este último viaje.

Noticias relacionadas

Estimula tu mente para construir el futuro anhelado, arraigados en nuestra población está el clamor y pensamientos desconcertante que ahoga en profundas aguas a tantas personas sumergiéndolos con dilemas desafiantes que los insta a constantes cambios: sociales, climáticos, migratorios, políticos, también las críticas destructivas, escasez en conocimiento, inconsciencia, como pérdida en valores morales persiguen a cada individuo y su descendencia.

La experimentación animal está obsoleta, es cruel y además no tiene efectividad, pues las reacciones no son las mismas en animales que en personas y, sin embargo, en nombre de la ciencia se mantiene un oscuro negocio, el negocio del horror siendo de nuevo los animales las víctimas inocentes que lo padecen.

He mostrado públicamente mis diferencias con algunas medidas que ha tomado el presidente del Gobierno Pedro Sánchez y con su política de alianzas en los últimos tiempos. Lo hice por convicción y lealtad y por esas mismas razones quiero expresarle ahora mi completo apoyo, mi solidaridad, mi afecto y mi agradecimiento.

 
Quiénes somos  |   Sobre nosotros  |   Contacto  |   Aviso legal  |   Suscríbete a nuestra RSS Síguenos en Linkedin Síguenos en Facebook Síguenos en Twitter   |  
© Diario Siglo XXI. Periódico digital independiente, plural y abierto | Director: Guillermo Peris Peris
© Diario Siglo XXI. Periódico digital independiente, plural y abierto