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En noviembre se cumplirán cuarenta años de la Marcha Verde a través de la cual Marruecos recuperó el Sahara, del cual surgieron varias dinastías que lo gobernaron

Cuatro décadas de mentiras sobre el Sáhara Occidental

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El 16 de octubre de 1975, el Tribunal Internacional de Justicia de la Haya dictaminó que al momento de la llegada de los españoles al Sáhara, fijado en 1884, el territorio hoy conocido como Sahara Occidental no era una tierra de nadie, sino que estaba habitado por tribus organizadas que tenían sus propias autoridades.

El fallo también reconocía que el Sultán de Marruecos ejercía autoridad sobre estas tribus que ejercían su nomadismo por este territorio.

Hubiera sido absurdo desconocerlo, tanto como desconocer que alguna vez existió un imperio marroquí denominado imperio almorávide, gestado por una confederación de estas tribus.

Fundado por una confederación de tribus bereberes del Sahara, este imperio extendió su dominio a lo que hoy es España, controlando ambas riberas. Iba desde el valle del Ebro hasta la Mauritania actual (siglos XI y XII)

Varias dinastías de sultanes que gobernaron Marruecos en aquel tiempo surgieron del territorio conocido hoy como Sahara Occidental. A pesar de ello, algunos pretenden dudar de su marroquinidad.

Fue con estos argumentos que el rey Hassan II decidió recuperar su desierto a fines del año 1975, ante las vacilaciones de la España paralizada por la agonía del dictador Francisco Franco.

Poco antes de la retirada española, en 1973, un grupo de militantes saharauis habían fundado el Frente Popular de Liberación de Seguía del Hambra y Rio de Oro (Frente Polisario), con un programa socialista y panárabe, y proclamando como modelo al de la revolución argelina. En la perspectiva actual, estas opciones ideológicas fueron determinantes para que ningún gobierno occidental poderoso se mostrara dispuesto a apoyar la independencia de un nuevo estado frágil y potencialmente hostil.

Vale decir, los mismos militantes que crearon dicho frente fueron así los arquitectos de su propio destino, vistiéndose de marginales ante la misma comunidad internacional a la que hoy reprochan su indiferencia.

Paralelamente, bajo el influjo de los espejismos ideológicos gestados por irradiación de las dos superpotencias que se disputaban entonces la supremacía mundial, Estados Unidos y la Unión Soviética, se fabricó el mito de que Marruecos era instrumentado por Washington para imponerse en el Sáhara.

Creer esta versión también implica una aguda ignorancia de la verdadera historia. La amistad entre Marruecos y Estados Unidos es mucho más longeva que el conflicto del Sáhara Occidental.

En marzo de 1963 el rey Hassan fue homenajeado en Washington por John Kennedy, allí el presidente de Estados Unidos recordó en su discurso que Marruecos "fue el primer país del mundo en reconocer la independencia de los Estados Unidos en los días más difíciles de nuestra revolución"...

Kennedy desempolvó la carta de George Washington para el Sultán Mohammed III en 1789, donde el general norteamericano agradecía "por la ayuda temprana de Marruecos a la nueva nación (EEUU)" También elogió aquel” Tratado de Amistad y Paz “, ahora el tratado más antiguo de su tipo en EE.UU".

Por lo tanto, Marruecos no solo fue el primer país en reconocer a los Estados Unidos como una nación independiente en el año 1777, también el primero en suscribir un tratado de amistad con él. Este Tratado es considerado como el más antiguo tratado de su género en los Estados Unidos, y está firmado por John Adams y Thomas Jefferson, y ha estado en continuo efecto desde 1783

Para mayores precisiones, la primera propiedad de la que Estados Unidos fue dueña fuera de su propio territorio en Norteamérica, fue precisamente su antiguo consulado en Tánger, otorgado por el Sultán Mulay Sulayman en 1820.

Vale decir, la historia desmiente de manera categórica que el problema del Sahara fue utilizado por Washington para intervenir en el desierto, dado que los lazos entre Marruecos y EEUU se remontan a los tiempos del general George Washinton y el sultan Mohamed III.

Dijo un pensador que aquel que inventa una mentira, no sabe qué tarea asume porque deberá inventar muchas más para sostener la primera. Es lo que ha venido sucediendo a lo largo de cuarenta años con el tema del Sáhara Occidental.

Cuatro décadas de mentiras sobre el Sáhara Occidental

En noviembre se cumplirán cuarenta años de la Marcha Verde a través de la cual Marruecos recuperó el Sahara, del cual surgieron varias dinastías que lo gobernaron
Luis Agüero Wagner
lunes, 10 de agosto de 2015, 07:27 h (CET)
El 16 de octubre de 1975, el Tribunal Internacional de Justicia de la Haya dictaminó que al momento de la llegada de los españoles al Sáhara, fijado en 1884, el territorio hoy conocido como Sahara Occidental no era una tierra de nadie, sino que estaba habitado por tribus organizadas que tenían sus propias autoridades.

El fallo también reconocía que el Sultán de Marruecos ejercía autoridad sobre estas tribus que ejercían su nomadismo por este territorio.

Hubiera sido absurdo desconocerlo, tanto como desconocer que alguna vez existió un imperio marroquí denominado imperio almorávide, gestado por una confederación de estas tribus.

Fundado por una confederación de tribus bereberes del Sahara, este imperio extendió su dominio a lo que hoy es España, controlando ambas riberas. Iba desde el valle del Ebro hasta la Mauritania actual (siglos XI y XII)

Varias dinastías de sultanes que gobernaron Marruecos en aquel tiempo surgieron del territorio conocido hoy como Sahara Occidental. A pesar de ello, algunos pretenden dudar de su marroquinidad.

Fue con estos argumentos que el rey Hassan II decidió recuperar su desierto a fines del año 1975, ante las vacilaciones de la España paralizada por la agonía del dictador Francisco Franco.

Poco antes de la retirada española, en 1973, un grupo de militantes saharauis habían fundado el Frente Popular de Liberación de Seguía del Hambra y Rio de Oro (Frente Polisario), con un programa socialista y panárabe, y proclamando como modelo al de la revolución argelina. En la perspectiva actual, estas opciones ideológicas fueron determinantes para que ningún gobierno occidental poderoso se mostrara dispuesto a apoyar la independencia de un nuevo estado frágil y potencialmente hostil.

Vale decir, los mismos militantes que crearon dicho frente fueron así los arquitectos de su propio destino, vistiéndose de marginales ante la misma comunidad internacional a la que hoy reprochan su indiferencia.

Paralelamente, bajo el influjo de los espejismos ideológicos gestados por irradiación de las dos superpotencias que se disputaban entonces la supremacía mundial, Estados Unidos y la Unión Soviética, se fabricó el mito de que Marruecos era instrumentado por Washington para imponerse en el Sáhara.

Creer esta versión también implica una aguda ignorancia de la verdadera historia. La amistad entre Marruecos y Estados Unidos es mucho más longeva que el conflicto del Sáhara Occidental.

En marzo de 1963 el rey Hassan fue homenajeado en Washington por John Kennedy, allí el presidente de Estados Unidos recordó en su discurso que Marruecos "fue el primer país del mundo en reconocer la independencia de los Estados Unidos en los días más difíciles de nuestra revolución"...

Kennedy desempolvó la carta de George Washington para el Sultán Mohammed III en 1789, donde el general norteamericano agradecía "por la ayuda temprana de Marruecos a la nueva nación (EEUU)" También elogió aquel” Tratado de Amistad y Paz “, ahora el tratado más antiguo de su tipo en EE.UU".

Por lo tanto, Marruecos no solo fue el primer país en reconocer a los Estados Unidos como una nación independiente en el año 1777, también el primero en suscribir un tratado de amistad con él. Este Tratado es considerado como el más antiguo tratado de su género en los Estados Unidos, y está firmado por John Adams y Thomas Jefferson, y ha estado en continuo efecto desde 1783

Para mayores precisiones, la primera propiedad de la que Estados Unidos fue dueña fuera de su propio territorio en Norteamérica, fue precisamente su antiguo consulado en Tánger, otorgado por el Sultán Mulay Sulayman en 1820.

Vale decir, la historia desmiente de manera categórica que el problema del Sahara fue utilizado por Washington para intervenir en el desierto, dado que los lazos entre Marruecos y EEUU se remontan a los tiempos del general George Washinton y el sultan Mohamed III.

Dijo un pensador que aquel que inventa una mentira, no sabe qué tarea asume porque deberá inventar muchas más para sostener la primera. Es lo que ha venido sucediendo a lo largo de cuarenta años con el tema del Sáhara Occidental.

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