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Abuso de los seguros médicos: Asisa

María Jósé Barona (Sevilla)
Redacción
sábado, 17 de noviembre de 2007, 16:12 h (CET)
Quiero denunciar el abuso que cometen los seguros médicos privados. Me refiero en concreto el seguro de ASISA. Mi marido y yo llevamos asegurados en ASISA cuatro años y pagamos religiosamente nuestras mensualidades. A mi hijo también lo aseguramos desde el día que nació, pero, por circunstancias personales, lo tengo que dar de baja en junio. Para cursar la baja me dicen que tengo que enviar un fax con dos meses de antelación, por lo que procedo.

Me siguen pasando los recibos, por lo que los devuelvo y les reclamo que yo ya había comunicado la baja de mi hijo. Mi hijo debería estar dado de baja a 30 de junio y desde esa fecha no ha utilizado los servicios de médico privado, ya que se suponía estaba de baja. Pero me comunican 6 meses después que la baja sólo se puede hacer efectiva a 31 de diciembre, por lo que tengo que seguir pagando el seguro a pesar de todo. ¿Cómo? ¡Qué abuso! Da igual entonces cuando comuniques la baja, si de todas formas te van a seguir cobrando hasta final de año. Así que proceden a denunciarme judicialmente para que pague las mensualidades. He actuado de buena fe en todo momento, me he preocupado de comunicar la baja, etc. y la respuesta que obtengo es una denuncia, así me pagan después de estar con ellos tantos años. Lo único que van a conseguir con eso es, por supuesto, que anule mi seguro con ASISA y el de mi familia y denunciar los hechos para que todo el mundo sepa cómo se las gasta ASISA. Tened cuidado, asegurados.

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María Jósé Barona Rasco (Sevilla) es arquitecto técnico.

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No suelo salir a comer por ahí. Soy casero por naturaleza, y frecuento poco bares y restaurantes. Pero a veces pasa, sea por vicio culinario u obligaciones sociales. Como entonces fuera, sí. Y con frecuencia para disgusto propio ―que no ajeno, por lo que aprecio y desprecio―, pues veo cosas harto desagradables para mi ética particular. Me refiero a la basura.

La esencia de la calle debería ser el reflejo de eso que dicen “guardar las formas con los ojos”. Luego están las calles de lo que defino como “verano peligroso”, donde muchos insolentes suelen dejar volar su sucia alma y dejan que aceras, plazas y calzadas huelan a rancio. Así queda resumida la vida, el modo de vida, de nuestras calles en período estival.

En estas fechas podemos contemplar, en las diversas cadenas televisivas, extensos reportajes sobre el camino hacía el Rocío que culmina el domingo de Pentecostés. Por otra parte, a lo largo de todo el año, riadas de peregrinos se encaminan, desde muchas partes y por diversas rutas, en dirección a Compostela a fin de acercarse a la tumba del Apóstol.

 
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