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Rutas alternativas

Girar a la izquierda también es un transito conocido
Manu Martín “Miko”
viernes, 15 de mayo de 2015, 00:43 h (CET)
De cara a las próximas elecciones a celebrarse en 2015 y dados los acontecimientos y al inédito escenario político que nos plantean los sondeos, en cuanto a la intención de voto, nos encontramos ante un momento histórico y decisivo para nuestro país.

Por ello es importante, como individuos y también como ciudadanos saber elegir qué dirección queremos tomar, como si de un peregrino se tratase decidiendo qué camino seguir para regresar a casa:

Si continua por el camino de la derecha, seguramente algún día llegue, pero el peaje y el esfuerzo que supone está siendo grande y ante la desconfianza de no saber si llegar, se hace necesario cambiar de ruta.

Girar a la izquierda, también es un transito conocido, allí se encuentra una fonda, dónde su amable dueño, acostumbra a invitar a todos los viandantes sin distinción, a pasar la noche para recuperar fuerzas y aclarar ideas...Pero si lo que desea el peregrino es llegar a casa antes de que las sombras de la oscuridad y las voces del bosque le vuelvan nuevamente a confundir, ha de seguir adelante decidido, sin miedo de elegir caminar por rutas alternativas, porque en esta ocasión ya no sirve lo malo conocido.

Un lugar donde algún peregrino escribió una vez:

“El miedo que arremete
Es el que compromete.
A quedarse quieto.
A dejarte inquieto.

Inquieto de no saberlo
De no gritarle al viento.
A no vivir el momento.
De ignorar este tiempo.

El tiempo del pacto.
El del por ahí no paso.
Al tiempo de la aurora.
En donde nadie llora.

El tiempo del mendigo
Que como se fue, vino.
Al tiempo del hombre
Que ya no se esconde.

El del pueblo que dice.
Y que sin miedo decide.

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La vida, sobre todo cuando se dilata por el transcurso de los años, te somete a momentos en las que tienes que hacer de tripas corazón, asumirlos con dignidad o rendirte. También con una buena dosis de dignidad. El encuentro con las diversas situaciones de tu vida van deteriorando tu capacidad de encaje, entonces te llega el momento en que te planteas si vale la pena seguir luchando o dejarte llevar por la corriente que te rodea y vivir en paz el presente. Pero sin futuro.

En un tiempo donde lo que se aparenta muchas veces vale más que lo que se es, hay quienes han hecho del estatus su escudo, del apellido su bandera y del dinero un pedestal desde el que miran al resto, como si el mundo fuese un teatro de castas en el que ellos, por supuesto, ocupan siempre el primer plano. Es el culto a la vanidad, esa enfermedad silenciosa del alma que disfraza la humildad de altivez.

He de aclarar que, si alguna vez alguien me quiere envenenar, que no lo intente con una manzana. Prefiero el bizcocho de chocolate o las chocolatinas de menta, tal vez un trozo de pizza de pepperoni o unas sabrosas cigalas, pero una manzana, lo que se dice una manzana… no.

 
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