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La tensa situación que atraviesan ambos territorios supone una de las mayores prioridades para la política exterior de las grandes potencias

Irán y Palestina, dos quebraderos de cabeza para el orden internacional

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Irán es uno de los países que más temor genera en las diferentes políticas exteriores de los países occidentales, y no es para menos. El acopio de material armamentístico que ha llevado y sigue llevando a cabo el país presidido por Hasan Rohaní pone alerta a la comunidad internacional. El apoyo que supone el Estado iraní para las milicias hutíes en la Guerra de Yemen es tan sólo una muestra de la peligrosidad que supone para el mundo. Una amenaza que “no estamos tomando suficientemente enserio”, según Suzanne Maloney, vicepresidenta y directora de Brookings Foreign Policy, que ha organizado una semana de ponencias bajo el nombre de “Oriente Medio y la nueva Administración de Estados Unidos”, para tratar en profundidad todos los asuntos diplomáticos que les unen.

Ante la amenaza iraní surge la postura de un Estados Unidos que pretende limar asperezas tras los cuatro años de Administración Trump. Uno de los intervinientes en la primera de las cuatro jornadas que tendrá este evento de Brookings Foreign Policy, Will Hurd, exmiembro de la Cámara de Representantes del país norteamericano por parte del partido Republicano, destacó que “Estados Unidos es una potencia mundial por sus valores y su liderazgo, no sólo por su poder económico”, y por eso tiene una responsabilidad frente al resto de países. Postura similar a la de la exasesora adjunta de Seguridad Nacional en Irak y Afganistán, Meghan O’Sullivan, que, aun teniendo en cuenta la importancia de su país y su papel mediador en territorio hostil, argumenta que “no tiene en su mano acabar con la crisis de Yemen”, en referencia al conflicto que les une con Irán. 

El conflicto yemení acarrea una de las mayores situaciones de tensión en todo el panorama internacional, entre otras cosas, por los diferentes países que se encuentran detrás de los continuos ataques que se producen por parte de ambos bandos. Una de las figuras que mayor peso tiene es la de Arabia Saudí, con quien Estados Unidos quiere emprender unas relaciones renovadas tras la salida de la Casa Blanca de un Donald Trump que los saudíes poco han tardado en echar de menos. “Se sentían cómodos con Trump, pero sabían que era una situación poco usual”, manifestaba O’Sullivan en cuanto a las relaciones entre Washington y Riad. Sin embargo, el cambio de presidente abre un nuevo panorama que, aun siendo muy diferente al de los pasados cuatro años, se pretende sea igual de fructífero, si no más.

Y es que son muchos los motivos que tiene la Administración Biden para acercarse a Arabia Saudí. El apoyo al Gobierno internacionalmente reconocido de Yemen – presidido por Abd Rabu Mansour Hadi – es uno de los principales, pero no el único. La misma exasesora adjunta de Seguridad Nacional hacía especial hincapié en que “Oriente Medio es uno de los pilares fundamentales para competir con Rusia y China por ser la mayor potencia mundial”. La carrera por ser el líder del orden internacional lleva tiempo en marcha y, como no podía ser de otra manera, el poder de un Oriente Medio en pleno auge económico y tecnológico – como bien se puede ver en las enormes inversiones que están llevando a cabo el Reino saudí y Emiratos Árabes Unidos en los últimos meses – se antoja clave para asegurar el liderazgo del futuro más próximo de la política internacional. 

Una de las llaves hacia ese acercamiento debe ser, al menos según Will Hurd, el poder de los diplomáticos. Hay decisiones que se toman desde la Casa Blanca, pero no debería ser así. Dotar de una mayor libertad y responsabilidad a embajadores y demás cuerpo diplomático es uno de los factores que podrían contribuir al necesario acercamiento que debe llevar a cabo Estados Unidos. Es más, el que en su día fuera representante del partido Republicano avisa que desde Oriente Medio ya han advertido de la posibilidad de acercarse a China en el mano a mano “China o nosotros”. Un motivo más por el que el país presidido por Joe Biden “debe tener un plan económico que esté preparado para competir con China”.

Si hay algo claro es que Estados Unidos debe contar con el inestimable apoyo de su mayor aliado en Oriente Medio, Israel. A menos de un mes de afrontar las que serán sus cuartas elecciones en dos años, dos candidatos a arrebatar el puesto de primer ministro a Benjamín Netanyahu, como son Yair Lapid, líder de la oposición, y Gideon Saar, candidato por el partido Nueva Esperanza, han participado en el primer día de ponencias organizado por Brookings Foreign Policy. Si en algo están de acuerdo ambos candidatos es en la vital importancia del Plan de Acción Integral Conjunto y del riesgo que supone Irán “para todo el mundo, no sólo para Israel”, afirmaba Lapid. A lo que el candidato de Nueva Esperanza añadía que “Oriente Medio está más unido que nunca contra la amenaza iraní”, por lo que “deben compartir esfuerzos con Estados Unidos”. 

Tanto el líder de la oposición como Saar han querido detenerse en otro de los escenarios que suponen un auténtico dolor de cabeza para cualquier política exterior, la cuestión Palestina. Si bien Yair Lapid ha querido dejar claro que “no son una democracia real”, asegura que “uno de los objetivos fundamentales es que lo sea”. Y por eso “deben sentarse a negociar con Palestina”. Acercar posturas en un conflicto histórico como es el que une Israel con sus vecinos palestinos ocupa uno de los primeros lugares en la lista de prioridades de ambos candidatos, como piden que también lo sea para su aliado norteamericano.

Pero el primer día de ponencias que contó con todos estos protagonistas quiso ahondar un poco más en la cuestión palestina y tuvo el placer de sumar la presencia del que fuera en 2013 primer ministro de Palestina, Salam Fayyad. “El objetivo de Biden debe ser restaurar la confianza con la que Trump arrasó”, afirmaba con rotundidad el exprimer ministro. Sentar las bases de una nueva relación entre Palestina y Estados Unidos es posible, pero también recalca que el verdadero frente al que deben dar prioridad es Israel, siendo el país liderado por Joe Biden un mediador entre ambos pueblos. 

No parece del todo sencillo que posturas tan alejadas consigan llevar a cabo un acercamiento que se antoja más próximo a lo idílico que a lo realista. Principalmente porque una de las condiciones que dice Fayyad, Israel debe respetar antes de cualquier contacto es el reconocimiento de su territorio e instituciones. La situación de Palestina no parece cerca de resolverse, aunque sí es cierto que se ha progresado respecto a las inflexibles pretensiones que tenían todas las partes hace no demasiado tiempo. Mucho camino por recorrer y algunos dolores de cabeza que aún tardarán en desaparecer.

Irán y Palestina, dos quebraderos de cabeza para el orden internacional

La tensa situación que atraviesan ambos territorios supone una de las mayores prioridades para la política exterior de las grandes potencias
Redacción
martes, 23 de febrero de 2021, 14:42 h (CET)

Irán es uno de los países que más temor genera en las diferentes políticas exteriores de los países occidentales, y no es para menos. El acopio de material armamentístico que ha llevado y sigue llevando a cabo el país presidido por Hasan Rohaní pone alerta a la comunidad internacional. El apoyo que supone el Estado iraní para las milicias hutíes en la Guerra de Yemen es tan sólo una muestra de la peligrosidad que supone para el mundo. Una amenaza que “no estamos tomando suficientemente enserio”, según Suzanne Maloney, vicepresidenta y directora de Brookings Foreign Policy, que ha organizado una semana de ponencias bajo el nombre de “Oriente Medio y la nueva Administración de Estados Unidos”, para tratar en profundidad todos los asuntos diplomáticos que les unen.

Ante la amenaza iraní surge la postura de un Estados Unidos que pretende limar asperezas tras los cuatro años de Administración Trump. Uno de los intervinientes en la primera de las cuatro jornadas que tendrá este evento de Brookings Foreign Policy, Will Hurd, exmiembro de la Cámara de Representantes del país norteamericano por parte del partido Republicano, destacó que “Estados Unidos es una potencia mundial por sus valores y su liderazgo, no sólo por su poder económico”, y por eso tiene una responsabilidad frente al resto de países. Postura similar a la de la exasesora adjunta de Seguridad Nacional en Irak y Afganistán, Meghan O’Sullivan, que, aun teniendo en cuenta la importancia de su país y su papel mediador en territorio hostil, argumenta que “no tiene en su mano acabar con la crisis de Yemen”, en referencia al conflicto que les une con Irán. 

El conflicto yemení acarrea una de las mayores situaciones de tensión en todo el panorama internacional, entre otras cosas, por los diferentes países que se encuentran detrás de los continuos ataques que se producen por parte de ambos bandos. Una de las figuras que mayor peso tiene es la de Arabia Saudí, con quien Estados Unidos quiere emprender unas relaciones renovadas tras la salida de la Casa Blanca de un Donald Trump que los saudíes poco han tardado en echar de menos. “Se sentían cómodos con Trump, pero sabían que era una situación poco usual”, manifestaba O’Sullivan en cuanto a las relaciones entre Washington y Riad. Sin embargo, el cambio de presidente abre un nuevo panorama que, aun siendo muy diferente al de los pasados cuatro años, se pretende sea igual de fructífero, si no más.

Y es que son muchos los motivos que tiene la Administración Biden para acercarse a Arabia Saudí. El apoyo al Gobierno internacionalmente reconocido de Yemen – presidido por Abd Rabu Mansour Hadi – es uno de los principales, pero no el único. La misma exasesora adjunta de Seguridad Nacional hacía especial hincapié en que “Oriente Medio es uno de los pilares fundamentales para competir con Rusia y China por ser la mayor potencia mundial”. La carrera por ser el líder del orden internacional lleva tiempo en marcha y, como no podía ser de otra manera, el poder de un Oriente Medio en pleno auge económico y tecnológico – como bien se puede ver en las enormes inversiones que están llevando a cabo el Reino saudí y Emiratos Árabes Unidos en los últimos meses – se antoja clave para asegurar el liderazgo del futuro más próximo de la política internacional. 

Una de las llaves hacia ese acercamiento debe ser, al menos según Will Hurd, el poder de los diplomáticos. Hay decisiones que se toman desde la Casa Blanca, pero no debería ser así. Dotar de una mayor libertad y responsabilidad a embajadores y demás cuerpo diplomático es uno de los factores que podrían contribuir al necesario acercamiento que debe llevar a cabo Estados Unidos. Es más, el que en su día fuera representante del partido Republicano avisa que desde Oriente Medio ya han advertido de la posibilidad de acercarse a China en el mano a mano “China o nosotros”. Un motivo más por el que el país presidido por Joe Biden “debe tener un plan económico que esté preparado para competir con China”.

Si hay algo claro es que Estados Unidos debe contar con el inestimable apoyo de su mayor aliado en Oriente Medio, Israel. A menos de un mes de afrontar las que serán sus cuartas elecciones en dos años, dos candidatos a arrebatar el puesto de primer ministro a Benjamín Netanyahu, como son Yair Lapid, líder de la oposición, y Gideon Saar, candidato por el partido Nueva Esperanza, han participado en el primer día de ponencias organizado por Brookings Foreign Policy. Si en algo están de acuerdo ambos candidatos es en la vital importancia del Plan de Acción Integral Conjunto y del riesgo que supone Irán “para todo el mundo, no sólo para Israel”, afirmaba Lapid. A lo que el candidato de Nueva Esperanza añadía que “Oriente Medio está más unido que nunca contra la amenaza iraní”, por lo que “deben compartir esfuerzos con Estados Unidos”. 

Tanto el líder de la oposición como Saar han querido detenerse en otro de los escenarios que suponen un auténtico dolor de cabeza para cualquier política exterior, la cuestión Palestina. Si bien Yair Lapid ha querido dejar claro que “no son una democracia real”, asegura que “uno de los objetivos fundamentales es que lo sea”. Y por eso “deben sentarse a negociar con Palestina”. Acercar posturas en un conflicto histórico como es el que une Israel con sus vecinos palestinos ocupa uno de los primeros lugares en la lista de prioridades de ambos candidatos, como piden que también lo sea para su aliado norteamericano.

Pero el primer día de ponencias que contó con todos estos protagonistas quiso ahondar un poco más en la cuestión palestina y tuvo el placer de sumar la presencia del que fuera en 2013 primer ministro de Palestina, Salam Fayyad. “El objetivo de Biden debe ser restaurar la confianza con la que Trump arrasó”, afirmaba con rotundidad el exprimer ministro. Sentar las bases de una nueva relación entre Palestina y Estados Unidos es posible, pero también recalca que el verdadero frente al que deben dar prioridad es Israel, siendo el país liderado por Joe Biden un mediador entre ambos pueblos. 

No parece del todo sencillo que posturas tan alejadas consigan llevar a cabo un acercamiento que se antoja más próximo a lo idílico que a lo realista. Principalmente porque una de las condiciones que dice Fayyad, Israel debe respetar antes de cualquier contacto es el reconocimiento de su territorio e instituciones. La situación de Palestina no parece cerca de resolverse, aunque sí es cierto que se ha progresado respecto a las inflexibles pretensiones que tenían todas las partes hace no demasiado tiempo. Mucho camino por recorrer y algunos dolores de cabeza que aún tardarán en desaparecer.

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