World Vision advierte sobre una emergencia humanitaria prolongada que ha dejado a la infancia haitiana atrapada entre el fuego cruzado de las pandillas, el hambre y la falta de atención global.

En Haití, una generación entera está creciendo en medio del miedo. Las niñas y niños ya no juegan, no caminan hacia la escuela, no sueñan con el futuro. En su lugar, se enfrentan al sonido de los disparos, el hambre y el trauma emocional de vivir en un país donde la violencia armada se ha convertido en algo cotidiano.
World Vision ha escuchado sus voces y las ha reunido en un nuevo informe basado en la consulta directa a 840 personas desplazadas, incluyendo 271 niñas, niños y adolescentes. “Una generación que vive con miedo (sueños y oportunidades secuestrados por la violencia de pandillas en Haití)” revela una realidad desgarradora: la infancia haitiana está siendo sistemáticamente despojada de sus derechos más fundamentales, como la alimentación, la educación, la protección y el cuidado emocional.
“Nos dijeron: ‘tengo miedo de salir de mi casa, pero también tengo miedo de quedarme en ella’. Esa frase resume lo que vive esta generación”, señala Stephen Ralph Henri, director de Incidencia de World Vision en Haití.
Las cifras del informe reflejan el coste humano de una violencia sostenida: el 71,6% de los niños y niñas consultados ha pasado hambre; una de cada tres niñas y niños ha dejado de asistir a clases; el 29% considera que ir a la escuela es una actividad de alto riesgo; un 43,5% presenta síntomas físicos de trauma, como palpitaciones o insomnio; y el 2% expresó no querer seguir viviendo. A esto se suma que el 94% de las personas adultas no accede adecuadamente a alimentos y el 97% no logra conseguir productos esenciales. La mitad de las familias consultadas ha sido víctima directa de actos violentos, y el 15% de los adultos fue amenazado con ser reclutado por grupos armados.
Mishelle Mitchell, directora regional de Relaciones Institucionales y Advocacy de World Vision en América Latina y Caribe, añade: “Esta crisis exige una respuesta colectiva. Desde nuestra región, levantamos la voz frente a una de las emergencias más ignoradas del continente. La infancia haitiana no necesita solo compasión, sino una acción sostenida, decidida y urgente”.
Uno de los hallazgos más alarmantes del informe es que niñas y niños expresaron tener miedo incluso de permanecer en sus propios hogares. Actividades básicas como jugar, ir a la iglesia o salir al mercado se han vuelto riesgos cotidianos. La infancia ha sido desplazada no solo de sus comunidades, sino también de su derecho a crecer en paz.
“La violencia que azota Haití no es un episodio aislado. Es el reflejo de un colapso estructural: décadas de inestabilidad política, pobreza crónica y abandono institucional que han vaciado las escuelas, los hospitales y los servicios básicos. En muchos territorios, el poder lo ejercen las pandillas, no el Estado”, explica el Dr. Lesly Michaud, director nacional de World Vision en Haití. En este contexto, World Vision mantiene presencia activa en Haití y en República Dominicana, con una respuesta binacional, coordinada y multisectorial como parte de su estrategia regional. La organización provee alimentos, agua, saneamiento, protección infantil, apoyo psicosocial, educación y servicios de salud en comunidades afectadas por el desplazamiento, la violencia o el retorno forzado. Además, impulsa el desarrollo de medios de vida sostenibles, empoderando a familias para producir alimentos nutritivos y adaptarse al cambio climático.
“Nuestro compromiso es permanecer. Pero necesitamos más capacidad para llegar más lejos. Solicitamos a los donantes y a las agencias de cooperación una acción decidida y solidaria para expandir nuestro alcance junto con socios locales”, añade Michaud.
World Vision hace un llamamiento urgente a las autoridades haitianas para restablecer el Estado de derecho, proteger a la población civil —en especial a niñas, niños y mujeres—, garantizar el funcionamiento de las escuelas, hospitales y centros comunitarios, y facilitar el acceso humanitario en zonas como Puerto Príncipe y Plateau Central.
Asimismo, exhorta a los donantes y organismos multilaterales a financiar con urgencia asistencia humanitaria integral, invertir en salud mental, educación y protección. Finalmente, llama a la sociedad civil a movilizar recursos, fortalecer redes comunitarias de protección y visibilizar esta crisis en todos los espacios posibles.
“No podemos permitirnos perder a una generación entera. Esta no es solo una emergencia humanitaria. Es una prueba moral para la comunidad internacional. Si no actuamos ahora, el coste será irreversible”, concluye.
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