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​Nosotros sí que estamos perdiendo el sueño por su culpa

¡Viva el ocho de marzo!

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Este ha sido el penúltimo rebuzno de este rucio que nos mal gobierna. Digo el penúltimo porque, mientras le quede un hálito de vida, no cesará de decir sandeces, mentiras y exabruptos.

Lo ha declarado en defensa de Irene Montero que, en un video que ella misma ha difundido, ha revelado, con esa facundia digna de la mejor barriobajera que se precie, y pobreza de vocabulario, que conocía el riesgo que se corría con el coronavirus, manifestándose en esa fecha.

En el Congreso, Órgano en el que estamos representados todos los españoles, ha expresado sin que se le caiga la cara de vergüenza: “El país que necesitamos es el de la igualdad real y efectiva entre hombres y mujeres, y yo lo digo alto y claro: ¡Viva el 8 de marzo!"

El 8 de marzo ha traído muchas muertes y desgracias a un gran número de familias de nuestra España: Hijos que han perdido a sus padres, nietos que se han quedado sin sus abuelos y casas en las que falta alguno de sus miembros.

¿Se ha parado esta cabeza de chorlito a pensar el mal que ha ocasionado con sus palabras a todos los que se han quedado sin algún familiar?

¿Cree que puede abrir la boca, decir lo que quiera, aunque sufran los demás?

Con esto indica la dureza de su corazón y que no siente ni un adarme de pena por los que han fallecido y sus familias, pero ya sabemos que, en la inmensa egolatría y narcisismo que empapa todas las fibras de su ser, sólo se preocupa de sí mismo y no siente la más mínima compasión ni lástima por los fallecidos y sus familiares.

Al general Millán Astray, fundador de la Legión española, se le atribuye, que gritó, en cierta ocasión: ¡Viva la muerte! Cosa que parece ser que no fue cierta, según las últimas revisiones llevadas a cabo por historiadores.

En el himno de la Legión se exalta a la muerte y los legionarios están orgullosos de ser sus novios.

El Presidente, en mala hora, de nuestro Gobierno no es un legionario ni tiene por qué lanzar vivas a la muerte, como ha hecho. Si quiere puede hacerlo, en privado y en voz baja, ante un grupo de amigos con los que esté bromeando, pero no en el Congreso y para toda España.

Pero este insensato, jamás mide la gravedad de sus palabras. ¿No se ha dado cuenta de que ha exaltado a la muerte que ha causado tanto dolor a tantísimas personas?

Su incapacidad, su indecisión, su falta de previsión y su incompetencia ha hecho que en España ostente el vergonzoso deshonor de tener la ratio más alta de fallecidos e infestados entre los sanitarios y más muertes por millón de habitantes que cualquier otro país.

A él, que ha logrado dormir pactando con los que decía que la harían perder el sueño lo mismo que al 95% de los españoles, ¿qué más le da?

Nosotros sí que estamos perdiendo el sueño por su culpa.

¡Viva el ocho de marzo!

​Nosotros sí que estamos perdiendo el sueño por su culpa
Manuel Villegas
viernes, 5 de junio de 2020, 08:46 h (CET)

Este ha sido el penúltimo rebuzno de este rucio que nos mal gobierna. Digo el penúltimo porque, mientras le quede un hálito de vida, no cesará de decir sandeces, mentiras y exabruptos.

Lo ha declarado en defensa de Irene Montero que, en un video que ella misma ha difundido, ha revelado, con esa facundia digna de la mejor barriobajera que se precie, y pobreza de vocabulario, que conocía el riesgo que se corría con el coronavirus, manifestándose en esa fecha.

En el Congreso, Órgano en el que estamos representados todos los españoles, ha expresado sin que se le caiga la cara de vergüenza: “El país que necesitamos es el de la igualdad real y efectiva entre hombres y mujeres, y yo lo digo alto y claro: ¡Viva el 8 de marzo!"

El 8 de marzo ha traído muchas muertes y desgracias a un gran número de familias de nuestra España: Hijos que han perdido a sus padres, nietos que se han quedado sin sus abuelos y casas en las que falta alguno de sus miembros.

¿Se ha parado esta cabeza de chorlito a pensar el mal que ha ocasionado con sus palabras a todos los que se han quedado sin algún familiar?

¿Cree que puede abrir la boca, decir lo que quiera, aunque sufran los demás?

Con esto indica la dureza de su corazón y que no siente ni un adarme de pena por los que han fallecido y sus familias, pero ya sabemos que, en la inmensa egolatría y narcisismo que empapa todas las fibras de su ser, sólo se preocupa de sí mismo y no siente la más mínima compasión ni lástima por los fallecidos y sus familiares.

Al general Millán Astray, fundador de la Legión española, se le atribuye, que gritó, en cierta ocasión: ¡Viva la muerte! Cosa que parece ser que no fue cierta, según las últimas revisiones llevadas a cabo por historiadores.

En el himno de la Legión se exalta a la muerte y los legionarios están orgullosos de ser sus novios.

El Presidente, en mala hora, de nuestro Gobierno no es un legionario ni tiene por qué lanzar vivas a la muerte, como ha hecho. Si quiere puede hacerlo, en privado y en voz baja, ante un grupo de amigos con los que esté bromeando, pero no en el Congreso y para toda España.

Pero este insensato, jamás mide la gravedad de sus palabras. ¿No se ha dado cuenta de que ha exaltado a la muerte que ha causado tanto dolor a tantísimas personas?

Su incapacidad, su indecisión, su falta de previsión y su incompetencia ha hecho que en España ostente el vergonzoso deshonor de tener la ratio más alta de fallecidos e infestados entre los sanitarios y más muertes por millón de habitantes que cualquier otro país.

A él, que ha logrado dormir pactando con los que decía que la harían perder el sueño lo mismo que al 95% de los españoles, ¿qué más le da?

Nosotros sí que estamos perdiendo el sueño por su culpa.

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