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Pero el negocio de los avales prometidos por el Gobierno, 100.000 millones no acaba con estos 20.000 millones

​Bancos y multinacionales no representan a la verdadera derecha

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Existe, creemos, una idea equivocada, que las izquierdas se han encargado de propalar, sobre el concepto político de “derechas”. Alguien se ha encargado de fijar una serie de circunstancias que diferencian con claridad a las izquierdas de las derechas, unas particularidades que hemos extraído de un artículo publicado por el rotativo ABC dónde textualmente se dice: “Uno de los usos más empleados de la palabra derecha se da justamente a instancias del ámbito político en donde se la emplea para designar a un tipo de pensamiento político que prioriza la conservación del orden como política fundamental de cualquier gestión de gobierno. Pero la derecha tiene más definiciones que la caracterizan como tal y entonces a lo expuesto debemos sumar: la defensa de la libertad individual, de la propiedad privada, del libre mercado, entre las más destacadas.” Nosotros podríamos añadir otro factor que consistiría, seguramente, en el factor religioso frente al laicismo absoluto defendido por las izquierdas.

Sin embargo, la propaganda de las izquierdas, el empeño de los defensores del comunismo o el socialismo, lo que los activistas de izquierdas se han esforzado en difundir, especialmente entre las clases menos favorecidas de la sociedad, sus ideas rompedoras, insistiendo en una derecha formada por los bancos, las grandes empresas multinacionales, los lobbies, los cartels, etc., cuando todos estos grupos económicos se caracterizan por no ser ni de derechas ni de izquierdas, sino que tienen su propia filosofía que consiste básicamente en: “ hagamos lo que mejor nos conviene a nosotros, lo que nos conduzca a conseguir mayores ganancias, a pactar con el diablo si esto favoreciera a nuestra cuenta de resultados y a apartar, sin escrúpulo alguno, cualquier obstáculo que comprometiera el pleno desarrollo de nuestra actividad económica”.

Esta especie de masonería (estas sectas no son ajenas a estos manejos de carácter mafioso, con proyecciones internacionales) basada en políticas exclusivas de sectores económicos privilegiados y dotados de gran poder, habitualmente se viste con el camuflaje de los partidos de derechas, pero no son más que rémoras, que parásitos no deseables que contribuyen, más que cualquier otro factor negativo, a la falsa fama de las derechas de ser una organización encargada de ir contra de los trabajadores, de ser ajena la igualdad, los beneficios sociales y dispuesta a negar el que las clases humildes accedan a la cultura. Pero la verdad es que la verdadera derecha, a la que votan más de diez millones de ciudadanos, la que forma el meollo de la clase media, los profesionales, los comerciantes, los miembros de las FF.AA y una parte significativa de los autónomos que tenemos en este país, la que verdaderamente es representativa del verdadero espíritu de nuestra derecha, es la que defiende la verdadera igualdad de oportunidades, la libertad, el orden, la unidad entre todos las regiones de España, la solidaridad, el esfuerzo, el mérito, la libertad religiosa, la defensa de nuestras tradiciones y, por encima de todo, el orden, las garantías jurídicas basadas en nuestra Constitución, y la defensa de la ética y la moral, para evitar que nuestra nación se convierta en un país sin principios e ingobernable.

Estos días estamos viendo como algunos bancos, especialmente los que ocupan la cúspide de la banca española, no han tenido inconveniente en seguir apoyando al gobierno de la nación y, en especial, a este señor, Pedro Sánchez, que ha dado muestras de ser todo menos un verdadero patriota cuando ha tenido ocasión de demostrar estar por encima de sus intereses de partido y los suyos propios, para abrazar sus deberes para con todos los españoles respecto a la defensa de la salud del pueblo, su interés por adelantarse a los acontecimientos que todos los países ya se preparaban para afrontar, a sus cálculos electorales, algo que no ha dejado de hacer en sus sucesivas comparecencias ante los medios de comunicación; una postura que han compartido sus ministros y el señor Fernando Simó, un científico que se viene caracterizando por sus continuas meteduras de pata en sus pronósticos. Un Gobierno que pretende justificar su demora en afrontar una situación de extremo peligro de la, que ya se le había advertido, repetidamente, desde la OMS y otros países europeos.

La cachorra de la saga Botín, Ana Botín, la presidenta del Banco de Santander, ha sido la primera en salir en apoyo del gobierno de Sánchez. Seguramente se preguntarán ¿cómo una señora supermillonaria, como es ella, puede apoyar a un gobierno filocomunista como es el de Sánchez-Iglesias, que hoy nos dirige? ¡Milagros del capitalismo bancario! Es evidente que algo pensaban sacar de ello y no hemos tardado en poder comprobar que estábamos en lo cierto al sospechar que, en este apoyo, había trampa. Veamos, la señora Botín parece que se ha especializado en operaciones financieras de alto beneficio para su banco y para ella. Un ejemplo que todavía colea es el de la martingala financiera, con el apoyo de Europa, para hacerse con un banco, el Banco Popular, que no estaba, ni mucho menos, en una situación extrema, sino simplemente pasaba por unos momentos de falta de liquidez, lo que dista mucho de constituir un problema estructural que situara al banco en peligro de quiebra. Lo cierto es que, por un solo euro, un miserable euro, la señora Botín se quedó el Popular para añadirlo a su inmenso patrimonio y ¡oh milagro, sin hacerse cargo de su pasivo! ¡Así se las ponían a Fernando VII, un negocio redondo! Un pelotazo que seguramente le ha reportado pingües ganancias al banco de Santander, pero que ha puesto, a todos los acreedores del Banco Popular, entre ellos muchos pequeños inversionistas, ante el luctuoso hecho de perder toda la inversión y, además, con casi nulas posibilidades de recobrar, a través de los tribunales, todo o una parte de lo perdido.

El precio de que la señora Botín se mantuviera tan cercana al Gobierno, que no mencionara el problema que va a representar el aumento espectacular del desempleo derivado de la incidencia del coronavirus en la economía del país, ni se refiriera a los enormes fallos del ejecutivo en cuanto a la previsión, adopción de medidas sanitarias para paliar la pandemia y la gestión de ministerios, como el de Sanidad, que ha dado lugar a pifiadas como la de comprar a China test que han resultado inservibles para el uso al que debían ser destinados. Por cierto, el señor Illa sigue sin presentar su dimisión y el señor Simó parece que conserva su empleo de coordinador de las medidas del Gobierno contra el coronavirus. Pues, como decíamos, el precio de este apoyo del banco del Santander a la gestión gubernamental, parece ser que consiste en una sabrosa tajada del pastel que va a representar para algunos bancos, no todos, la posibilidad de conceder créditos garantizados por el Estado, a empresas necesitadas de ellos con el objetivo de intentar superar los efectos de la crisis económica en la que nos ha situado la dichosa pandemia. Cien mil millones de euros que la banca va a poder repartir en créditos, con dinero del ICO, piensan que van a ser la clave para una recuperación rápida (algo que estará por ver).

Al parecer van a ser cuatro los bancos que se van a repartir la parte del león, el 50% de los avales del Estado para financiar la crisis. Se trata de que el Gobierno ha decidido repartir esas garantías en función de la cuota de mercado de las entidades bancarias entre las que se distribuyan estos créditos del ICO y sus avales. ¿Cuáles han sido las entidades financieras que han salido más beneficiadas por este reparto? Pues, las más favorecidas, al parecer, van a ser Caixabank y el banco de Santander que, con otras tres, el Sabadell, Bankia y el BBVA van a repartirse, entre ellas, los 10.000 millones de euros en avales,( más de la mitad del total de los 20.000 millones que el Estado ha puesto en circulación) y, evidentemente, las más beneficiadas de las cinco entidades, van a ser Caixabank, con 3.000 millones y Santander, con 3.200 millones, el mayor pedazo de la tarta) ¿ Hay ahora alguien que se sorprenda de la actitud de la señora Ana Botín ante un trato tan preferente como el que le ha concedido, el gobierno de Sánchez, a la entidad bancaria que ella dirige?

Y aquí cabe una reflexión sobre el conocido dicho de que “el poder corrompe a los hombres” y nos referimos a todos estos colectivos feministas que quieren suplantar al sexo contrario en la dirección de los negocios, de los partidos políticos, los gobiernos y cualesquiera que fueran las instituciones que hasta ahora, mayoritariamente, estaban dirigidas por los hombres. A medida que la presencia de las mujeres en puestos de responsabilidad va creciendo, en algunos casos exponencialmente, vamos notando que, contrariamente a lo que nos vienen predicando las asociaciones radicales de mujeres, sobre la supuesta superioridad del género femenino en cuanto a facultades de dirección, a mejores resultados en su gestión o a una forma más humana de atender las necesidades del pueblo; resulta que los resultados de su irrupción en puestos de responsabilidad no difieren sustancialmente de los obtenidos por el sexo contrario, sin que se observen en su comportamiento frente a los problemas mejoras, formas, resultados o beneficios especiales que permitan avalar esta supuesta superioridad del género femenino sobre el masculino. Fácilmente, aparte de adoptar posturas, expresiones y hasta modales que, involuntariamente, tienden a imitar los del género masculino, también se contagian con suma facilidad de sus defectos, sus tics autoritarios, sus errores y su sectarismo; cómo podemos apreciar fácilmente en todas estas señoras, militantes de Podemos, cuando se les da poder para poder imponer sus ideas, la mayoría de las cuales harían morirse de risa a un chaval de cinco años. Hay una faceta en la que sí son capaces de superar a la mayoría de los hombres, con excepción del señor Pedro Sánchez, y es en la facilidad y el aplomo como son capaces de mentir, tergiversar, descalificar, injuriar y desautorizar a sus adversarios políticos, cometiendo sin el menor rubor toda clase de tropelías si, con ello, logran sus objetivos sectarios

Pero el negocio de los avales prometidos por el Gobierno, 100.000 millones no acaba con estos 20.000 millones, sino que hay previsto que se vayan produciendo nuevas aportaciones si la economía, como no cabe duda alguna que va a requerir, obliga al gobierno a nuevas aportaciones para ayudar a salir de la crisis a los miles de empresas que se van a ver afectadas gravemente por estos peligrosos problemas sanitarios que estamos sufriendo. Y, señores, ¿quiénes van a ser los que van a conseguir mayores beneficios con estas sucesivas aportaciones de avales estatales? No es difícil adivinarlo si se tiene en cuenta que, la señora Botín, el súmmum del conservadurismo y el capitalismo más feroz, la imagen de la mujer supe-rica, resulta que, en lugar de apoyar al PP o a VOX, se deja sus ideas políticas en el tocador para adornarse con claveles socialistas y la hoz y el martillo de los comunistas, aunque sólo sea para proporcionarles una baza a los gobernantes que les permita respirar un poco sabiendo que, por muy mal que se pongan las cosas en España, por muchos que sean los disparates que cometa el Gobierno y por muy desastrosas que sean las consecuencias económicas para el país, ella nunca va a tener problemas en cambiar de coche o en residir en cualquier otro país en el que pueda vivir, con el respaldo de su inmensa fortuna.

No, no señores, estos no son los verdaderos votantes de derechas, simplemente son como estos otros grandes terratenientes, industriales o poderosos influencers, como el señor Roura, en Cataluña o el señor Soros, en el resto del mundo, que saben navegar entre dos aguas aparentando que son de tendencias de izquierdas, comunistas inclusive, mientras ellos manejan los hilos de las insurrecciones, las huelgas o, incluso, las crisis económicas. Y hasta aquí llegamos hoy.                                                                                                           

​Bancos y multinacionales no representan a la verdadera derecha

Pero el negocio de los avales prometidos por el Gobierno, 100.000 millones no acaba con estos 20.000 millones
Miguel Massanet
martes, 7 de abril de 2020, 13:05 h (CET)

Existe, creemos, una idea equivocada, que las izquierdas se han encargado de propalar, sobre el concepto político de “derechas”. Alguien se ha encargado de fijar una serie de circunstancias que diferencian con claridad a las izquierdas de las derechas, unas particularidades que hemos extraído de un artículo publicado por el rotativo ABC dónde textualmente se dice: “Uno de los usos más empleados de la palabra derecha se da justamente a instancias del ámbito político en donde se la emplea para designar a un tipo de pensamiento político que prioriza la conservación del orden como política fundamental de cualquier gestión de gobierno. Pero la derecha tiene más definiciones que la caracterizan como tal y entonces a lo expuesto debemos sumar: la defensa de la libertad individual, de la propiedad privada, del libre mercado, entre las más destacadas.” Nosotros podríamos añadir otro factor que consistiría, seguramente, en el factor religioso frente al laicismo absoluto defendido por las izquierdas.

Sin embargo, la propaganda de las izquierdas, el empeño de los defensores del comunismo o el socialismo, lo que los activistas de izquierdas se han esforzado en difundir, especialmente entre las clases menos favorecidas de la sociedad, sus ideas rompedoras, insistiendo en una derecha formada por los bancos, las grandes empresas multinacionales, los lobbies, los cartels, etc., cuando todos estos grupos económicos se caracterizan por no ser ni de derechas ni de izquierdas, sino que tienen su propia filosofía que consiste básicamente en: “ hagamos lo que mejor nos conviene a nosotros, lo que nos conduzca a conseguir mayores ganancias, a pactar con el diablo si esto favoreciera a nuestra cuenta de resultados y a apartar, sin escrúpulo alguno, cualquier obstáculo que comprometiera el pleno desarrollo de nuestra actividad económica”.

Esta especie de masonería (estas sectas no son ajenas a estos manejos de carácter mafioso, con proyecciones internacionales) basada en políticas exclusivas de sectores económicos privilegiados y dotados de gran poder, habitualmente se viste con el camuflaje de los partidos de derechas, pero no son más que rémoras, que parásitos no deseables que contribuyen, más que cualquier otro factor negativo, a la falsa fama de las derechas de ser una organización encargada de ir contra de los trabajadores, de ser ajena la igualdad, los beneficios sociales y dispuesta a negar el que las clases humildes accedan a la cultura. Pero la verdad es que la verdadera derecha, a la que votan más de diez millones de ciudadanos, la que forma el meollo de la clase media, los profesionales, los comerciantes, los miembros de las FF.AA y una parte significativa de los autónomos que tenemos en este país, la que verdaderamente es representativa del verdadero espíritu de nuestra derecha, es la que defiende la verdadera igualdad de oportunidades, la libertad, el orden, la unidad entre todos las regiones de España, la solidaridad, el esfuerzo, el mérito, la libertad religiosa, la defensa de nuestras tradiciones y, por encima de todo, el orden, las garantías jurídicas basadas en nuestra Constitución, y la defensa de la ética y la moral, para evitar que nuestra nación se convierta en un país sin principios e ingobernable.

Estos días estamos viendo como algunos bancos, especialmente los que ocupan la cúspide de la banca española, no han tenido inconveniente en seguir apoyando al gobierno de la nación y, en especial, a este señor, Pedro Sánchez, que ha dado muestras de ser todo menos un verdadero patriota cuando ha tenido ocasión de demostrar estar por encima de sus intereses de partido y los suyos propios, para abrazar sus deberes para con todos los españoles respecto a la defensa de la salud del pueblo, su interés por adelantarse a los acontecimientos que todos los países ya se preparaban para afrontar, a sus cálculos electorales, algo que no ha dejado de hacer en sus sucesivas comparecencias ante los medios de comunicación; una postura que han compartido sus ministros y el señor Fernando Simó, un científico que se viene caracterizando por sus continuas meteduras de pata en sus pronósticos. Un Gobierno que pretende justificar su demora en afrontar una situación de extremo peligro de la, que ya se le había advertido, repetidamente, desde la OMS y otros países europeos.

La cachorra de la saga Botín, Ana Botín, la presidenta del Banco de Santander, ha sido la primera en salir en apoyo del gobierno de Sánchez. Seguramente se preguntarán ¿cómo una señora supermillonaria, como es ella, puede apoyar a un gobierno filocomunista como es el de Sánchez-Iglesias, que hoy nos dirige? ¡Milagros del capitalismo bancario! Es evidente que algo pensaban sacar de ello y no hemos tardado en poder comprobar que estábamos en lo cierto al sospechar que, en este apoyo, había trampa. Veamos, la señora Botín parece que se ha especializado en operaciones financieras de alto beneficio para su banco y para ella. Un ejemplo que todavía colea es el de la martingala financiera, con el apoyo de Europa, para hacerse con un banco, el Banco Popular, que no estaba, ni mucho menos, en una situación extrema, sino simplemente pasaba por unos momentos de falta de liquidez, lo que dista mucho de constituir un problema estructural que situara al banco en peligro de quiebra. Lo cierto es que, por un solo euro, un miserable euro, la señora Botín se quedó el Popular para añadirlo a su inmenso patrimonio y ¡oh milagro, sin hacerse cargo de su pasivo! ¡Así se las ponían a Fernando VII, un negocio redondo! Un pelotazo que seguramente le ha reportado pingües ganancias al banco de Santander, pero que ha puesto, a todos los acreedores del Banco Popular, entre ellos muchos pequeños inversionistas, ante el luctuoso hecho de perder toda la inversión y, además, con casi nulas posibilidades de recobrar, a través de los tribunales, todo o una parte de lo perdido.

El precio de que la señora Botín se mantuviera tan cercana al Gobierno, que no mencionara el problema que va a representar el aumento espectacular del desempleo derivado de la incidencia del coronavirus en la economía del país, ni se refiriera a los enormes fallos del ejecutivo en cuanto a la previsión, adopción de medidas sanitarias para paliar la pandemia y la gestión de ministerios, como el de Sanidad, que ha dado lugar a pifiadas como la de comprar a China test que han resultado inservibles para el uso al que debían ser destinados. Por cierto, el señor Illa sigue sin presentar su dimisión y el señor Simó parece que conserva su empleo de coordinador de las medidas del Gobierno contra el coronavirus. Pues, como decíamos, el precio de este apoyo del banco del Santander a la gestión gubernamental, parece ser que consiste en una sabrosa tajada del pastel que va a representar para algunos bancos, no todos, la posibilidad de conceder créditos garantizados por el Estado, a empresas necesitadas de ellos con el objetivo de intentar superar los efectos de la crisis económica en la que nos ha situado la dichosa pandemia. Cien mil millones de euros que la banca va a poder repartir en créditos, con dinero del ICO, piensan que van a ser la clave para una recuperación rápida (algo que estará por ver).

Al parecer van a ser cuatro los bancos que se van a repartir la parte del león, el 50% de los avales del Estado para financiar la crisis. Se trata de que el Gobierno ha decidido repartir esas garantías en función de la cuota de mercado de las entidades bancarias entre las que se distribuyan estos créditos del ICO y sus avales. ¿Cuáles han sido las entidades financieras que han salido más beneficiadas por este reparto? Pues, las más favorecidas, al parecer, van a ser Caixabank y el banco de Santander que, con otras tres, el Sabadell, Bankia y el BBVA van a repartirse, entre ellas, los 10.000 millones de euros en avales,( más de la mitad del total de los 20.000 millones que el Estado ha puesto en circulación) y, evidentemente, las más beneficiadas de las cinco entidades, van a ser Caixabank, con 3.000 millones y Santander, con 3.200 millones, el mayor pedazo de la tarta) ¿ Hay ahora alguien que se sorprenda de la actitud de la señora Ana Botín ante un trato tan preferente como el que le ha concedido, el gobierno de Sánchez, a la entidad bancaria que ella dirige?

Y aquí cabe una reflexión sobre el conocido dicho de que “el poder corrompe a los hombres” y nos referimos a todos estos colectivos feministas que quieren suplantar al sexo contrario en la dirección de los negocios, de los partidos políticos, los gobiernos y cualesquiera que fueran las instituciones que hasta ahora, mayoritariamente, estaban dirigidas por los hombres. A medida que la presencia de las mujeres en puestos de responsabilidad va creciendo, en algunos casos exponencialmente, vamos notando que, contrariamente a lo que nos vienen predicando las asociaciones radicales de mujeres, sobre la supuesta superioridad del género femenino en cuanto a facultades de dirección, a mejores resultados en su gestión o a una forma más humana de atender las necesidades del pueblo; resulta que los resultados de su irrupción en puestos de responsabilidad no difieren sustancialmente de los obtenidos por el sexo contrario, sin que se observen en su comportamiento frente a los problemas mejoras, formas, resultados o beneficios especiales que permitan avalar esta supuesta superioridad del género femenino sobre el masculino. Fácilmente, aparte de adoptar posturas, expresiones y hasta modales que, involuntariamente, tienden a imitar los del género masculino, también se contagian con suma facilidad de sus defectos, sus tics autoritarios, sus errores y su sectarismo; cómo podemos apreciar fácilmente en todas estas señoras, militantes de Podemos, cuando se les da poder para poder imponer sus ideas, la mayoría de las cuales harían morirse de risa a un chaval de cinco años. Hay una faceta en la que sí son capaces de superar a la mayoría de los hombres, con excepción del señor Pedro Sánchez, y es en la facilidad y el aplomo como son capaces de mentir, tergiversar, descalificar, injuriar y desautorizar a sus adversarios políticos, cometiendo sin el menor rubor toda clase de tropelías si, con ello, logran sus objetivos sectarios

Pero el negocio de los avales prometidos por el Gobierno, 100.000 millones no acaba con estos 20.000 millones, sino que hay previsto que se vayan produciendo nuevas aportaciones si la economía, como no cabe duda alguna que va a requerir, obliga al gobierno a nuevas aportaciones para ayudar a salir de la crisis a los miles de empresas que se van a ver afectadas gravemente por estos peligrosos problemas sanitarios que estamos sufriendo. Y, señores, ¿quiénes van a ser los que van a conseguir mayores beneficios con estas sucesivas aportaciones de avales estatales? No es difícil adivinarlo si se tiene en cuenta que, la señora Botín, el súmmum del conservadurismo y el capitalismo más feroz, la imagen de la mujer supe-rica, resulta que, en lugar de apoyar al PP o a VOX, se deja sus ideas políticas en el tocador para adornarse con claveles socialistas y la hoz y el martillo de los comunistas, aunque sólo sea para proporcionarles una baza a los gobernantes que les permita respirar un poco sabiendo que, por muy mal que se pongan las cosas en España, por muchos que sean los disparates que cometa el Gobierno y por muy desastrosas que sean las consecuencias económicas para el país, ella nunca va a tener problemas en cambiar de coche o en residir en cualquier otro país en el que pueda vivir, con el respaldo de su inmensa fortuna.

No, no señores, estos no son los verdaderos votantes de derechas, simplemente son como estos otros grandes terratenientes, industriales o poderosos influencers, como el señor Roura, en Cataluña o el señor Soros, en el resto del mundo, que saben navegar entre dos aguas aparentando que son de tendencias de izquierdas, comunistas inclusive, mientras ellos manejan los hilos de las insurrecciones, las huelgas o, incluso, las crisis económicas. Y hasta aquí llegamos hoy.                                                                                                           

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