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Sofistas

La enseñanza de los sofistas servía para destacar en la política y el arte de persuadir y convencer.
José Manuel López García
miércoles, 1 de octubre de 2014, 08:28 h (CET)
Ya en la antigüedad griega se reflexionaba sobre la civilización y la cultura. Porque los griegos habían entrado en contacto con las civilizaciones de Persia, Babilonia y Egipto. A pesar de disponer de unos medios de comunicación e intercambio de ideas más lentos, puesto que los viajes eran más pesados y complicados que en la actualidad los helenos lograron amplias relaciones con otros pueblos. Los sofistas empezaron a ocuparse de las cuestiones humanas o del microcosmos, y no dieron tanta importancia al macrocosmos. El método de la sofística es empírico inductivo frente a la deducción que era el procedimiento preferido por la filosofía presocrática anterior.

Lo que ambos modos de pensar tenían en común era la observación empírica. Ante la inmensa diversidad de opiniones y creencias los sofistas del siglo V a. de C. consideraban que la certeza era una meta imposible del conocimiento humano. Lo que significaba que había que conformarse con un cierto escepticismo y relativismo. En cambio, la filosofía griega anterior a este movimiento sofístico señalaba lo esencial de buscar la verdad objetiva, porque no todo es relativo, ya que existen verdades universales en el campo de la ética, etc.

La enseñanza de los sofistas servía para destacar en la política mediante el dominio de la retórica y el arte de persuadir y convencer. La participación de los ciudadanos libres atenienses en la vida política de su polis impulsaba el deseo de alcanzar un cierto nivel cultural. Es cierto que los antiguos principios aristocráticos griegos, y la virtud del carácter no les parecían suficientes para ir progresando con la práctica paulatina en la disputa política y pública. Estos profesores de retórica que eran los sofistas cobraban altos honorarios por su enseñanza en las ciudades griegas.

Como también indica Copleston: «Su programa de enseñanzas era bastante variado: gramática, interpretación de los poetas, filosofía de los mitos y de la religión, y varias otras cosas más». En efecto, eran sabios, pero sus conocimientos estaban destinados, principalmente, a ganar litigios con el talento y la habilidad. La verdad podía deformarse o, simplemente, ser ocultada o transformada en mentira para vencer en los pleitos, y en la actividad política. Esto fue objeto de las críticas de Platón, y de otros filósofos que afirmaban un saber basado en lo verdadero, y no en el engaño y la falsedad. Jenofonte criticaba muy duramente a los sofistas, ya que engañaban y no eran útiles. Sócrates en cambio desarrolla todo lo bueno que existía en la Sofística con la mayéutica, y con la búsqueda de esencias universales.

De todos modos, también conviene decir que el panhelenismo de los sofistas y su cuestionamiento crítico de la realidad de su tiempo fueron útiles, y son el antecedente del surgimiento de la filosofía de Platón y Aristóteles. Los sofistas más destacados son: Protágoras, Pródico, Hipias y Gorgias que viven entre el siglo V a. de C. y el IV.

El argumentar a favor o en contra de una afirmación enseña la habilidad persuasiva. Para Protágoras que era amigo de Pericles la libertad de expresión es uno de los fundamentos de la democracia política. Aunque el respeto a las opiniones no debe hacernos olvidar que los argumentos tienen que ser coherentes, y no ser incorrectos o falaces. Un cierto grado de escepticismo es provechoso ya que la duda no es algo negativo por sí mismo, si lo es la indecisión perpetua, y existen conocimientos firmes y seguros. Respecto al relativismo en numerosas cuestiones no se puede decir que cada sujeto tiene su verdad. Actualmente, vivimos en una cultura líquida, digital, y en cierta medida apoyada en el relativismo y escepticismo. Pero existen evidencias científicas y principios éticos, filosóficos y jurídicos universales.

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