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Etiquetas | Coronavirus | Pedro Sánchez | CATALUNYA

La noria del miedo

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Mientras estábamos preocupados estudiando cómo parar la destrucción del planeta nos hemos encontrado inmersos en un problema muy grave, que nunca, hasta ahora, habíamos conocido. Una pandemia ha llamado a la puerta y nos ha encontrado, como dicen por mi pueblo, “amb els pixats al ventre”, totalmente indefensos y sin preparar. La globalización nos ha hecho un triste regalo, y la muerte, triste caballo del Apocalipsis, está trotando en nuestro alrededor .

Las enfermedades no saben de pasaportes, el mundo es su territorio y lo recorren sembrando sangre, sudor y lágrimas hasta que alguien es capaz de pararlas. Ahora mismo el mundo se encuentra delante del desafío de conseguir parar este COVID 19, popularmente conocido como “coronavirus”, que ha llegado hasta aquí saltando de país en país por no haber tomado las medidas oportunas en el momento que había que hacerlo. Ahora todo son prisas, corridas, improvisaciones y sufrimientos.

Se dejaron celebrar actos multitudinarios como partidos de fútbol, manifestaciones y mitines políticos sin que nadie con cordura tuviese la valentía de suspender tanto evento multitudinario. En Valencia costó mucho aplazar la festividad valenciana más importante, las Fallas, había miedo a perder votos, y la medida, en principio, no fue bien recibida por algunos. Muchas veces pensamos que a nosotros nunca nos llegará, y las malas noticias siempre llegan cuando menos las esperas.

Y ya con centenares de muertos y miles de afectados por la enfermedad es cuando se han empezado a tomar medidas. Hasta el viernes pasado el Gobierno de España callaba y miraba hacia otro lugar, dando la impresión que se ahogaba en unas aguas que no conocía. Pedro Sánchez, el mismo viernes anunció que el día siguiente se aplicaría en todo el país el artículo 116 de la Constitución poniendo España bajo el estado de Alerta. Me recordó aquel “l’etat c’est moi” de Luis XIV, el Rey Sol francés. Quedan suspendidas las autonomías y todo el poder pasa a manos del Gobierno central, más centralista que nunca con este 155 disfrazado. mientras las playas de Gandía, Benidorm y Dénia iban llenándose de madrileños que abandonaban la capital del Estado para pasar unos días tranquilos en sus segundas residencias, lo mismo que hacían algunos barceloneses en la Cerdanya y otros madrileños en la Sierra. Nadie hizo caso del consejo de quedarse en casa para no esparcir la enfermedad, tampoco José María Aznar que con la familia huyó, con la familia, hacia Guadalmedina

El Gobierno decretó quince días de Alerta, que serán muchos más, con fuertes medidas para impedir la progresión geométrica del virus. Un poco tarde y, quel día. ninguna medida económica o social. Solo se puede salir de casa para hacer las cosas imprescindibles. Bares y restaurantes cerrados, con las peluquerías los políticos al mando de la crisis no tenían las ideas claras, primero si y después no. Y así ha ido todo, con la ayuda de una parte insolidaria de la ciudadanía que tomó al asalto los supermercados agotando las existencias de papel de water como si esta enfermedad fuera una inmensa diarrea. Y en un país como este, donde cada uno cree llevar un rey en su barriga, del rey hablaré otro día, muchos ciudadanos continúan sin entender que confinarse quiere decir quedarse encerrados en casa.

Cuando ya se superan los 11.000 infectados por el virus, y los muertos se acercan a los 500, un nuevo Consejo de Ministros ha anunciado una lluvia de millones, 200.000 millones de euros, para impedir y mitigar, en lo posible, la terrible crisis económica que se cierne sobre nosotros. Ayudas a las empresas mediante una linea de avales gubernamentales, ayudas a los autónomos, moratoria en el pago de las hipotecas, garantia de suministros de agua, gas y electricidad para los más vulnerables y hasta la promesa de que no habran desahucios mientras no se regularice la situación. Ahora tendremos que leer con precisión la letra pequeña de este decreto en el que se compromete el 20 % del PIB español para intentar salir adelante con el menor daño posible.

Y mientras Pedro Sanchez niega a Catalunya lo que acaba de autorizar a las Baleares, cerrar puertos y aeropuertos para detener la expansión del virus, desde Barcelona se está trabajando para conseguir, medicamente, un arma que pueda vencer al virus. Desde el Hospital Germans Trias Pujol y la Fundació per la Lluita contra la SIDA se ha inciado un estudio para lograr una vacuna contra el corinavirus o la fórmula que evite su propagación. Euronews se ha referido a él destacando que “Catalunya lanza un estudio innovador para detener el corinavirus”, destacando que el responsible es el conocido investigador Oriol Mitjà y su equipo. Tambien News24 y Time News se han hecho eco de la noticia.

La noria del miedo, en esta feria de la vida, se ha puesto en marcha por falta de confianza. Un presidente dubitativo, y un gabinete de crisis en el que hay más uniformados llenos de medallas que batas blancas de hospital, que cada hora van cambiando las medidas de protección, la única cosa que están haciendo se empujar esta noria ferial de el miedo a marchar más rápida y peligrosamente cada hora que pasa. Quiero que me dan confianza, no miedo.

Hagan caso, quédense en casa. Y ahora es cuando me pregunto por las medidas tomadas para que los sin techo puedan confinarse, ellos no tienen casa, ¿donde lo harán? 

La noria del miedo

Rafa Esteve-Casanova
martes, 17 de marzo de 2020, 19:12 h (CET)

Mientras estábamos preocupados estudiando cómo parar la destrucción del planeta nos hemos encontrado inmersos en un problema muy grave, que nunca, hasta ahora, habíamos conocido. Una pandemia ha llamado a la puerta y nos ha encontrado, como dicen por mi pueblo, “amb els pixats al ventre”, totalmente indefensos y sin preparar. La globalización nos ha hecho un triste regalo, y la muerte, triste caballo del Apocalipsis, está trotando en nuestro alrededor .

Las enfermedades no saben de pasaportes, el mundo es su territorio y lo recorren sembrando sangre, sudor y lágrimas hasta que alguien es capaz de pararlas. Ahora mismo el mundo se encuentra delante del desafío de conseguir parar este COVID 19, popularmente conocido como “coronavirus”, que ha llegado hasta aquí saltando de país en país por no haber tomado las medidas oportunas en el momento que había que hacerlo. Ahora todo son prisas, corridas, improvisaciones y sufrimientos.

Se dejaron celebrar actos multitudinarios como partidos de fútbol, manifestaciones y mitines políticos sin que nadie con cordura tuviese la valentía de suspender tanto evento multitudinario. En Valencia costó mucho aplazar la festividad valenciana más importante, las Fallas, había miedo a perder votos, y la medida, en principio, no fue bien recibida por algunos. Muchas veces pensamos que a nosotros nunca nos llegará, y las malas noticias siempre llegan cuando menos las esperas.

Y ya con centenares de muertos y miles de afectados por la enfermedad es cuando se han empezado a tomar medidas. Hasta el viernes pasado el Gobierno de España callaba y miraba hacia otro lugar, dando la impresión que se ahogaba en unas aguas que no conocía. Pedro Sánchez, el mismo viernes anunció que el día siguiente se aplicaría en todo el país el artículo 116 de la Constitución poniendo España bajo el estado de Alerta. Me recordó aquel “l’etat c’est moi” de Luis XIV, el Rey Sol francés. Quedan suspendidas las autonomías y todo el poder pasa a manos del Gobierno central, más centralista que nunca con este 155 disfrazado. mientras las playas de Gandía, Benidorm y Dénia iban llenándose de madrileños que abandonaban la capital del Estado para pasar unos días tranquilos en sus segundas residencias, lo mismo que hacían algunos barceloneses en la Cerdanya y otros madrileños en la Sierra. Nadie hizo caso del consejo de quedarse en casa para no esparcir la enfermedad, tampoco José María Aznar que con la familia huyó, con la familia, hacia Guadalmedina

El Gobierno decretó quince días de Alerta, que serán muchos más, con fuertes medidas para impedir la progresión geométrica del virus. Un poco tarde y, quel día. ninguna medida económica o social. Solo se puede salir de casa para hacer las cosas imprescindibles. Bares y restaurantes cerrados, con las peluquerías los políticos al mando de la crisis no tenían las ideas claras, primero si y después no. Y así ha ido todo, con la ayuda de una parte insolidaria de la ciudadanía que tomó al asalto los supermercados agotando las existencias de papel de water como si esta enfermedad fuera una inmensa diarrea. Y en un país como este, donde cada uno cree llevar un rey en su barriga, del rey hablaré otro día, muchos ciudadanos continúan sin entender que confinarse quiere decir quedarse encerrados en casa.

Cuando ya se superan los 11.000 infectados por el virus, y los muertos se acercan a los 500, un nuevo Consejo de Ministros ha anunciado una lluvia de millones, 200.000 millones de euros, para impedir y mitigar, en lo posible, la terrible crisis económica que se cierne sobre nosotros. Ayudas a las empresas mediante una linea de avales gubernamentales, ayudas a los autónomos, moratoria en el pago de las hipotecas, garantia de suministros de agua, gas y electricidad para los más vulnerables y hasta la promesa de que no habran desahucios mientras no se regularice la situación. Ahora tendremos que leer con precisión la letra pequeña de este decreto en el que se compromete el 20 % del PIB español para intentar salir adelante con el menor daño posible.

Y mientras Pedro Sanchez niega a Catalunya lo que acaba de autorizar a las Baleares, cerrar puertos y aeropuertos para detener la expansión del virus, desde Barcelona se está trabajando para conseguir, medicamente, un arma que pueda vencer al virus. Desde el Hospital Germans Trias Pujol y la Fundació per la Lluita contra la SIDA se ha inciado un estudio para lograr una vacuna contra el corinavirus o la fórmula que evite su propagación. Euronews se ha referido a él destacando que “Catalunya lanza un estudio innovador para detener el corinavirus”, destacando que el responsible es el conocido investigador Oriol Mitjà y su equipo. Tambien News24 y Time News se han hecho eco de la noticia.

La noria del miedo, en esta feria de la vida, se ha puesto en marcha por falta de confianza. Un presidente dubitativo, y un gabinete de crisis en el que hay más uniformados llenos de medallas que batas blancas de hospital, que cada hora van cambiando las medidas de protección, la única cosa que están haciendo se empujar esta noria ferial de el miedo a marchar más rápida y peligrosamente cada hora que pasa. Quiero que me dan confianza, no miedo.

Hagan caso, quédense en casa. Y ahora es cuando me pregunto por las medidas tomadas para que los sin techo puedan confinarse, ellos no tienen casa, ¿donde lo harán? 

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