El reciente acuerdo sobre la “financiación singular” de Cataluña no ha devuelto la memoria a la clase política sobre los otros conciertos fiscales que ahí siguen, pese a que la igualdad y la justicia son valores superiores de nuestro ordenamiento. Tema tabú cuya opacidad impregna hasta el mismo cálculo del cupo que no se trata en sede parlamentaria sino en reuniones secretas. Es patente que no contribuyen a la solidaridad con los demás.
Los conciertos no tienen nada que ver con los antiguos fueros, nacieron en el siglo XIX dentro del régimen liberal, derrotado el carlismo, y no fueron fruto de pactos legendarios. Por eso resulta petulante hablar de derechos históricos, como si fueran superiores a los derechos de los demás españoles, o de territorios forales, cuando no se rigen por fueros. La reforma de la disposición adicional primera de la Constitución es una exigencia acorde con la justicia fiscal, debiendo primar en un Estado moderno la redistribución progresiva de la riqueza.
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