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Opinión
Etiquetas | Confictos y dilemas | Historia | Argentina | Latinoamércia | Liberalismo
Los hechos históricos descriptos en nuestra investigación y su ligazón con la realidades actuales nos permiten entender nuestra situación actual

Entre 1820 y 1852

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Intentar determinar los alcances económicos, políticos y sociales que tuvo el desenlace de la batalla de Caseros, es una tarea enorme, que requiere la ecuanimidad en el estudio y la investigación de nuestra historia en el siglo XIX.

Esta tarea solo puede ser realizada, con la lectura y comprensión de los textos que reflejan la discrepancia de la época.

De este modo, realizare un breve desarrollo previo a la batalla y posteriormente podremos analizar sus resultados y su vinculación con nuestros días.

Un breve resumen desde 1820 a 1852
Entre 1820 y 1852, dos proyectos políticos diferentes se enfrentaron, en la puja por organizar un Estado.

El general Juan Lavalle y Rivadavia, desde 1820 y los miembros de la Sociedad Literaria, lideraban el grupo porteño de los unitarios. En 1828, el general Juan Lavalle encabezó un levantamiento militar contra el gobernador de Buenos Aires, Manuel Dorrego, y los unitarios porteños lo eligieron gobernador y lo reconocieron como jefe, Salvador Alaría del Carril, Juan Cruz Varela y Florencio Varela fueron de los más activos del unitarismo.

Manuel Dorrego era un federal, que no coincidía en todo con los caudillos provinciales.

Se lo reconocía como el jefe de los federales doctrinarios, él consideraba al federalismo como una doctrina política de sólidos fundamentos jurídicos, y no la simple autonomía sostenida por la fuerza de un régimen autocrático, como lo entendían los caudillos.

El federalismo, según sus planteos, era una garantía del régimen republicano y de la libertad, y el mejor camino para estimular la cultura, la población y la riqueza del país.

El hacendado Juan Manuel de Rosas era el jefe de los federales bonaerenses que defendían la autonomía de la provincia de Buenos Aires, este grupo estaba también conformado Braulio Costa, y hacendados y terratenientes como Tomás de Anchorena, Juan N. Terrero y José María Rojas.

La diferencia entre los proyectos opuestos básicamente se daba en la forma de organización política que proponían, en el centralismo, todos los niveles de gobierno están subordinados al poder central, y unifican la legislación y la administración en todo el país más allá de particularidades regionales o diversidades culturales.

El federalismo, en cambio, se basa en la asociación voluntaria o federación de Estados o poderes regionales, que delegan algunas de sus atribuciones para constituir el Estado o poder central.

Después de 1810, las provincias mostraron un fuer­te localismo en defensa de sus intereses, en colisión con los in­tereses de Buenos Aires. Muchos de estos gobiernos provinciales comen­zaron a declararse federales, cuando comprobaron los privilegios de la ciudad, con su puerto.

La forma unitaria de gobierno fue sostenida no sólo por grupos porteños sino también por los grupos sociales del interior cuyos ingresos dependían de acti­vidades económicas relacionadas con el puerto de Buenos Aires.

Varios fueron los intentos de constituir la unidad nacional, bajo un común denominador, la primera constitución argentina fue sancionada en 1819, por el Congreso de Tucumán. Era de carácter centralista y conservador, fue rechazada por las provincias, que deseaban la instalación de una confederación.

En 1824, se convoca nuevamente a un Congreso Constituyente, que en 1826, sanciona una nueva constitución, la cual fue asimismo resistida por las provincias, por los mismos motivos y no alcanzó a entrar en vigencia.

En 1820 Juan Manuel de Rosas había incursionado en política al apoyar para Gobernador a su colega Martín Rodríguez.

El electo presidente por el Congreso en 1826, Bernardino Rivadavia, lo nombra Comandante General de la Campaña, a mando del ejército más importante de las Provincias Unidas del Río de la Plata, circunstancia clave en la crisis sucesiva, agudizada por la caída de Rivadavia y, posteriormente, por el fusilamiento de Manuel Dorrego a manos de Juan Lavalle.

En 1827, Rosas era un dirigente militar, representante de la aristocracia conservadora, alineado a la corriente federalista, adversa a la influencia foránea y a las iniciativas de corte liberal preconizadas por la tendencia unitaria, en la que militaba el gobernador de Buenos Aires.
Las fuerzas conjuntas de Rosas y Estanislao López derrotaron a Juan Lavalle e inmediatamente fue la elección de Juan José Viamonte como Gobernador de Buenos Aires, facilitando el ascenso en el camino a Rosas.

Una Convención reunida en Santa Fe para reformar la constitución, luego frustrada por la guerra civil de 1828-1831, dio igualmente forma al denominado Pacto Federal en 1831, considerada como Carta Magna argentina por años.

Este pacto o tratado suscripto por las provincias de Buenos Aires, Entre Ríos y Santa Fe, constituía una alianza entre las provincias federales para hacer frente a la recientemente formada Liga Unitaria del Interior, formada por las provincias de San Luis, La Rioja, Catamarca, Mendoza, San Juan, Tucumán, Córdoba, Salta y Santiago del Estero quienes habían nombrando al General José María Paz como Jefe Supremo Militar.

A su vez, este pacto establecía que el gobierno de la provincia de Buenos Aires estaba "encargado de las relaciones exteriores de la Confederación Argentina".

El nombrado gobernador de Buenos Aires en 1829, Juan Manuel de Rosas, se mostró renuente a realizar la convocatoria a un Congreso Constituyente que exigía el Pacto Federal.

En su primer Gobierno 1829 – 1832, nombrado por la legislatura porteña, el Restaurador de las Leyes contó además con Facultades Extraordinarias, para poner en orden a la provincia.

Declaró como enemigos a los miembros del Partido Unitario y los opositores que no pertenecían a este partido también. Con todos esos enemigos, Rosas fue implacable, muchos huyeron al extranjero.

Gracias a la habilidad con que manejó los instintos y las tendencias de las masas criollas, Rosas consiguió la unanimidad de las opiniones en su favor, e infundir en el ánimo popular la convicción de que todos sus enemigos, constituían un solo grupo caracterizado por su centralismo irreducible y su extranjerismo anticriollo.

En 1835 la Legislatura porteña ofreció nuevamente a J. M. De Rosas el antiguo cargo, lo aceptó, pero impuso sus condiciones: quería la "Suma del poder Público".

Las atribuciones extraordinarias y la acción de la Sociedad Popular Restauradora, le permiten a Rosas eliminar la oposición, hubo destituciones y fusilamientos en masa, y se decretó el uso obligatorio de las divisas punzó.

Se pegaban carteles ofensivos e intimidatorios como: "¡Mueran los salvajes asquerosos unitarios!" o "¡Vivan los federales!".

En esos años, Gran Bretaña antes y luego Francia, miraban hacia el Río de la Plata, el acceso a los mercados del Río de la Plata estaba dado a través de dos puertos competidores de Montevideo y Bs. As. La situación interna en la Banda Oriental era complicada, ya que dos bandos políticos estaban enfrentados.

Rosas intervino en este conflicto y esta decisión perjudicaba a las potencias europeas, Gran Bretaña y Francia decidieron, en 1845 bloquear el puerto de Bs. As. con el propósito de presionar a Rosas para terminar con el conflicto.

Los verdaderos propósitos de las potencias eran: 1) Convertir a Montevideo en factoría comercial para las potencias marítimas, 2) Obligar a la libre navegación del Plata y sus afluentes, 3) Independizar Entre Ríos y Corrientes, 4) Fijar los límites del Estado Oriental y Paraguay, y el nuevo estado de la Mesopotamia con prescindencia del Brasil, 5) Conservar el estado de cosas en el resto de la Confederación, si Rosas accedía a sus razones sin recurrir a las armas o diese libertad de comercio. En caso contrario, levantar contra él a las fuerzas locales adversarias suficientes para obrar apoyados por las fuerzas navales y poner en Bs. As. un gobierno que de muestras de amistad hacia Europa.

La escuadra Anglofrancesa , se propuso navegar el Río Paraná llevando a la práctica un intento de la libre navegación de los ríos internos. Los barcos no entrarían en el puerto de Bs. As, sino en Corrientes.


La réplica de Rosas fue rápida.
En noviembre de 1845, “Vuelta de Obligado”, era un paraje sobre el Paraná, donde el río forma un recodo pronunciado que dificultaba la navegación de vela, las fuerzas rosistas prepararon la principal fortificación para evitar que las naves extranjeras avanzaran.

Este intento falló, y Bs. As. sufrió con esta derrota graves perdidas humanas y materiales.

La escuadra Anglofrancesa fue severamente dañada, por lo que tuvieron que repararla en cuarenta días.

“Vuelta de Obligado” repercute en los diarios, Chile y Brasil cambian su sentimiento y se vuelcan a la causa de la Confederación.

En 1849, Juan Manuel de Rosas firma acuerdos de paz, por separado con Gran Bretaña y Francia. Con la primera se consensuará que: "...Inglaterra evacuará Martín García y devolverá los buques apresados; las divisiones argentinas quedarán en la Banda Oriental hasta que el gobierno francés desarme a la Legión Extranjera y celebre un Tratado de Paz; se reconoce que la navegación del Paraná es interior de la República Argentina y sujeta solamente a sus leyes y reglamentos; Oribe como presidente de la República Oriental y aliado de la Confederación, dan su conformidad..."
Francia, un año más tarde, firma un acuerdo similar, con la Confederación.

La finalización del conflicto con las potencias europeas en términos favorables al respeto por la soberanía nacional, fue reconocida por todos los sectores. El Sr Guillermo Brent, encargado de negocios de Estados Unidos, afirmó lo siguiente: "Estoy absolutamente convencido...de que en ningún otro momento de la historia de estos países, se ha enardecido más el patriotismo y se han mitigado y suprimido las diferencias internas,"

J. B. Alberdi, unitario adversario de Rosas expresó: "En el suelo extranjero en el que resido, no como proscrito, pues he salido de mi patria según sus leyes... Rosas no es un simple tirano a mis ojos; si en su mano hay una vara sangrienta de hierro, también veo en su cabeza la escarapela de Belgrano. No me ciega tanto el amor de partido para no conocer lo que es Rosas bajo ciertos aspectos. Se, por ejemplo, que Simón Bolívar no ocupó tanto el mundo con su nombre como el actual gobernador de Bs. As; Se que el nombre de Washington es adorado en el mundo, pero no más conocido que el de Rosas; sería necesario no ser argentino para desconocer la verdad de estos hechos y no envanecerse de ellos".

“El episodio de Obligado, una simple batalla colonial para Francia y Gran Bretaña, es para los Argentinos la expresión de una terca decisión de defender la independencia nacional. Así lo entendió San Martín que en los suburbios de la vejez dirigió a Rosas cálidas palabras de aliento. Y para los argentinos de hoy, cuya idea de nacionalidad está vinculada a la de liberación de modo inseparable, tiene una virtud permanente. Todos los día hay una vuelta de Obligado que defender, aunque baterías costeras y convoyes invasores asuman otras formas, otros hombres, otras insignias..." dijo Felix Luna.

La Batalla de Caseros
Entre 1829 y 1832 la gobernación de Buenos Aires, vivía una anarquía, por el enfrentamiento de Unitarios y Federales, hasta la llegada del federal Juan Manuel de Rosas a la gobernación de Buenos Aires.

Con Rosas, los conflictos se aplacaron, pero no terminaron, Entre Ríos resultaba un punto estratégico por su posición geográfica, la cercanía de Buenos Aires, de la Banda Oriental y del Imperio del Brasil, resultaba vital para los propósitos de su gobernador.

Como gobernador de Entre Ríos Urquiza, colaboró en el poder con Juan Manuel de Rosas, pero en 1851, disgustado por la dominación política y económica de la Provincia de Buenos Aires, se sublevó contra él, junto con los liberales uruguayos.

Pero Urquiza en 1850, ya había respondido a los brasileños sobre su neutralidad en un futuro conflicto, considerando que sería un acto de traición a la Patria.

Si el entrerriano tenía semejante actitud en una guerra de la Confederación con el Brasil, como debemos entender al mismo Urquiza, aliándose al Imperio, con el ejército bajo su mando.

Él 3 de febrero de 1852 las fuerzas Rosistas, compuestas por no más de 22.000 hombres fueron vencidas en Monte Caseros por la Alianza tripartita integrada por: el Brasil, Uruguay y Entre Ríos.

El Brasil, mantenía como objetivo, impedir que siguiese la intervención rosista en Uruguay y obtener la libre navegación de los ríos. Este ejército estaba compuesto por 28.000 hombres argentinos, 2.000 de Uruguay y 4.200 de Brasil, y en Colonia había quedado una guarnición de 12.000.

Con la derrota de Rosas, comenzó entre quienes participaron de su caída, una lucha de poder ya que Buenos Aires, se encontraba más rica que nunca, por el aislamiento económico y político desarrollado por Rosas que le permitió su crecimiento.

Las tropas vencedoras entraron a Buenos Aires, seguidas por el caos de saqueos y robos, a pesar de ser las encargadas de mantener el orden. Fue notable el malestar porteño, con la entrada triunfal de Urquiza, con poncho a rayas coloradas y principalmente con las medidas que tomó para pacificar a la provincia.

¿Cuál era nuestra situación en 1852? ¿Qué perdió y que gano el País después de la batalla? Estos interrogantes son los que desearía explicar, digo desearía porque personajes como Rosas y Peron, fueron y son protagonistas de incontables discusiones políticas.

Ambos representan las antinomias más importantes de nuestra historia. Con ellos se puede estar en contra o a favor, pero nunca neutral, sus políticas marcaron un cambio en las concepciones establecidas, que produjo enconos o admiración.

En el año 1852 nuestro país, a pesar de haber soportado años de bloqueo, gozaba de una economía floreciente, gracias a la Ley de Aduanas de 1835 y la industria nativa se desarrollaba con beneficios en todas las provincias. Los inmigrantes llegaban de diversas partes del mundo.

El fin de los problemas con las potencias europeas, marcaba el tiempo de resolver el conflicto con el Imperio esclavista del Brasil. Lo cual determinaba, que una victoria de los países de la cuenca del Plata, daría paso a la formación de una Unión de los países hispanoamericanos bajo la guía de la Confederación Argentina y en vez un triunfo Imperial determinaría la secesión de Paraguay, Bolivia y Uruguay del cuerpo de Argentina y convertir el continente en simples seguidores del Imperio del Brasil, manejado siempre por otro imperio, el británico.

Las cosas comenzaban a cambiar, del gobierno formaron parte los antiguos unitarios, quienes defendían los intereses portuarios y proclamaban el sistema librecambista que mantuviera la preeminencia económica de Buenos Aires.

Buenos Aires había abandonado con Rosas, el librecambio, y adoptado el proteccionismo con un triple objeto: a) quitar los recelos del interior hacia el "puerto" consolidando la unión nacional; b) crear una riqueza industrial y agrícola argentina, en procura de su independencia económica; c) hacer poco vulnerable el país a un bloqueo extranjero, como ocurriría si la entrada o salida de productos por Buenos Aires, fuese el fundamento de su vida económica.

Se convoco a una Asamblea Constitucional en Santa Fe, que adoptó en 1853 una Constitución basada en las ideas de Juan Bautista Alberdi y del diputado Juan María Gutiérrez.

Gracias a la cual, Urquiza, asume como el primer presidente constitucional en marzo de 1854.

La constitución promulgada estableció un gobierno representativo, republicano y federal.

El federalismo que adoptó fue moderado ya que reconoció la autonomía de las provincias pero también organizó un poder central. El poder legislativo sería bicameral, el poder ejecutivo unipersonal y elegido por un colegio electoral, sin posibilidad de reelección y el poder judicial independiente.

Las constituciones provinciales debían tener aprobación del gobierno nacional y los gobiernos provinciales podían ser juzgados por el Congreso Nacional.

El gobierno nacional podía suspender las garantías constitucionales por medio del estado de sitio e intervenir las provincias.

Se declaraba a la ciudad de Buenos Aires sede de las autoridades nacionales.

Pero lo más importante es analizar algunas de las consecuencias de Caseros más directas e inmediatas que sucedieron a la derrota.

Por ejemplo, Urquiza al realizar la alianza con los brasileños, pactó la entrega definitiva de la zona conocida como Misiones Orientales, que pertenecía por derecho a la Argentina, este territorio es de igual superficie que la provincia de Entre Ríos y también había firmado con el Imperio Brasilero, el reintegro de los fondos entregados para costear la campaña contra Rosas, este endeudamiento externo, después de Caseros se registra como un compromiso externo de la Confederación.

El país cambia su política exterior en forma radical, el "Sistema Americano", que representaba a las naciones americanas, para enfrentar las estrategias europeas, son dejadas sin efecto, en pos de una política más a fin con las potencias extranjeras.

También la sanción de la Constitución Nacional, en la cual se establece que había que abrir nuestros ríos a la "civilización", pensamiento incorporado por Juan Bautista Alberdi. Con lo cual Argentina renuncia a la soberanía de nuestros ríos interiores, luego de años de bloqueo y derramamiento de sangre, argentina cede lo que tanto había luchado por conseguir.

El primer acto de gobierno, una vez derrotado Rosas, es la derogación de la Ley de Aduanas, con lo cual se firma la sentencia definitiva de la industria nacional, que en ese momento se encontraba en pleno desarrollo, tal cual lo deseaba el Imperio Británico. Dado que su proyecto era el de manipular una colonia agro-exportadora y a quien venderle sus productos industriales.

El país pasa de ser una nación antiesclavista, luego de la firma de tratados por los cuales se comprometía a la Confederación, a deportar a todo esclavo que se escapara hacia suelo argentino en busca de la libertad, que la misma Constitución Nacional establecía al abolir para siempre la esclavitud.

La Confederación pasa a ser totalmente dependiente de la diplomacia anglo-brasileña, y la República del Uruguay dependerá política y económicamente del Imperio del Brasil.

Quizás el aspectos mas importantes a tener en cuenta, y el primer acto de gobierno de Urquiza al derogar la Ley de Aduanas, factor determinante en la relación con sus adversarios, fue que Rosas en 1835 en su mensaje del 31 de diciembre, dando cuenta a la junta del dictado de la ley Aduanas decía: "Largo tiempo hacía que la agricultura y la naciente industria fabril del país se resentían de la falta de protección, y que la clase media de nuestra población, que por la cortedad de sus capitales no puede entrar en empleos de ganadería, carecía del gran estímulo al trabajo que producen las fundadas esperanzas de adquirir con él medios de descanso a la ancianidad y de momento a sus hijos. El gobierno ha tomado este asunto en consideración y notando que la agricultura e industria extranjeras impiden esas útiles esperanzas, sin que por ello reporten ventajas en la forma y calidad... ha publicado la ley de aduana que será sometida a vuestro examen por el ministro de Hacienda". La ley prohibía la introducción de las producciones extranjeras cuyos similares criollos estaban en condiciones de satisfacer el mercado interno: tejidos de lana y algodón, algunas manufacturas de hierro, hojalata y latón, aperos para caballos, pequeñas industrias domésticas como la elaboración de velas de sebo, escobas, artículos de hueso, etc., como también las hortalizas (menos papas y garbanzos) cuyo cultivo no era suficiente.

Los unitarios imaginaban que era fundamental el dictado de una Constitución, lo habían intentado en 1819 y 1826, ambas terminaron en fracaso. Las mayores adhesiones provenían de los sectores ilustrados de las ciudades y entre comerciantes y hacendados de notoriedad.

Los unitarios representaban el ideal del progreso, que significaba atar estrechamente los intereses del país al capital extranjero y calcar sus formas y preceptos políticos y sociales.

Su apego a los valores de la civilización europea los llevó a la creencia de que con la ley y la Constitución, el país podía administrarse por un sistema de ideas universales.

Por eso no comprendieron las tradiciones y las costumbres de los hombres que constituían su pueblo. En un país incomunicado por la distancia, no advirtieron que sin la aprobación de los incultos pueblos del interior no podía haber unidad, y no la hubo.

El Ing. Luciano Regí afirmo: “Hay una verdad que no me canso de repetir, esta dice que el desconocimiento de los acontecimientos del pasado hace imposible la comprensión del presente y por ende la proyección del futuro. La historia argentina ha sido un catálogo de "mentiras a designio" destinadas a instalar dicho desconocimiento de los hechos, situación superada a través de décadas de trabajo por parte de los historiadores revisionistas.

La realidad actual
Juan José Hernandez Arregui nos dice; “El liberalismo fue al igual que otras mercancías, un producto de exportación de la Europa colonialista, que bajo el disfraz de la libertad, la democracia y el progreso, no fue otra cosa que una herramienta de opresión de los pueblos americanos.

Durante gran parte de la historia argentina, la oligarquía fue esencialmente terrateniente, grandes extensiones de tierras fueron a parar a unas pocas manos, los gobernantes dispusieron a voluntad la entrega de tierras fiscales a sus amistades. En 1930, mil personas eran dueñas de la tercera parte de la provincia de Buenos Aires, cincuenta familias eran propietarias de más de 4 millones de hectáreas.

La oligarquía conformó un núcleo cerrado de difícil acceso para cualquier nuevo rico, tener grandes extensiones de tierras daba prestigio y era el único camino para ingresar a otras "prestigiosas" entidades como la Sociedad Rural o el Jockey Club.

La oligarquía terrateniente adoptó la ideología liberal porque ella expresaba su asociación con el imperio inglés, que compraba los productos fundamentalmente de nuestra ganadería y nos vendía sus productos manufacturados. Además la clase gobernante cedió el control de los servicios esenciales al capitalismo extranjero. Con esta asociación se beneficiaban unos pocos, a la vez que impedía el nacimiento de cualquier proyecto industrial interno.

Para lograr su gran nivel de vida, la oligarquía entregó el manejo de la economía a manos extranjeras, en esta razón debe buscarse aún hoy, la inexistencia de la una industria nacional fuerte”.

La historia reciente de nuestro país, nos habla de tres momentos claves en nuestra economía, que resultaron a la vez de un beneplácito en su inicio y una aguda crisis en su final.

La década del 70 nos trajo a un señor de orejas prominentes, Doctor en Ciencia Económicas Jose Alfredo Martinez de Hoz, que discurría en largos y tediosos discursos y quien elaboró un “Plan Económico”, en el cual el tipo de cambio se mantenía fijo con respecto al dólar, aunque la economía mundial dijese otra cosa.

Lo cual permitía como dijo Rosas en 1835 ("Largo tiempo hacía que la agricultura y la naciente industria fabril del país se resentían de la falta de protección, y que la clase media de nuestra población.”) o sea abría nuestra economía a la importación indiscriminada.

El final de este intento resultó un fracaso, que aun hoy estamos pagando, ya que otro Doctor en Ciencias Económicas, Domingo Felipe Caballo, desde el Banco Central, decidió transformar gran parte de esa deuda privada en pública, trasladando el peso a toda la población.

Este Doctor en Ciencias Económicas, Domingo Felipe Caballo, reasumió como ministro de economía en 1991, en su lucha contra los malvados que querían perjudicar nuestro futuro, implemento la denominada “convertibilidad”, un sistema que según sus palabras duraría 30 años, pero que en el fondo resultaba igual al “plan económico” detallado en los 70, regular el valor dólar en $1.

Lo cual, nuevamente permitía como dijo Rosas en 1835 ("Largo tiempo hacía que la agricultura y la naciente industria fabril del país se resentían de la falta de protección, y que la clase media de nuestra población.. ”) o sea abría nuestra economía a la importación indiscriminada.

Los hechos históricos descriptos en nuestra investigación y su ligazón con la realidades actuales, transcurridos mas de 120 años de la derrota del General Juan Manuel de Rosas en Caseros, tal vez nos permiten entender nuestra situación actual de Nación-Colonia.

Entre 1820 y 1852

Los hechos históricos descriptos en nuestra investigación y su ligazón con la realidades actuales nos permiten entender nuestra situación actual
Francisco Montesano
viernes, 24 de noviembre de 2006, 23:13 h (CET)
Intentar determinar los alcances económicos, políticos y sociales que tuvo el desenlace de la batalla de Caseros, es una tarea enorme, que requiere la ecuanimidad en el estudio y la investigación de nuestra historia en el siglo XIX.

Esta tarea solo puede ser realizada, con la lectura y comprensión de los textos que reflejan la discrepancia de la época.

De este modo, realizare un breve desarrollo previo a la batalla y posteriormente podremos analizar sus resultados y su vinculación con nuestros días.

Un breve resumen desde 1820 a 1852
Entre 1820 y 1852, dos proyectos políticos diferentes se enfrentaron, en la puja por organizar un Estado.

El general Juan Lavalle y Rivadavia, desde 1820 y los miembros de la Sociedad Literaria, lideraban el grupo porteño de los unitarios. En 1828, el general Juan Lavalle encabezó un levantamiento militar contra el gobernador de Buenos Aires, Manuel Dorrego, y los unitarios porteños lo eligieron gobernador y lo reconocieron como jefe, Salvador Alaría del Carril, Juan Cruz Varela y Florencio Varela fueron de los más activos del unitarismo.

Manuel Dorrego era un federal, que no coincidía en todo con los caudillos provinciales.

Se lo reconocía como el jefe de los federales doctrinarios, él consideraba al federalismo como una doctrina política de sólidos fundamentos jurídicos, y no la simple autonomía sostenida por la fuerza de un régimen autocrático, como lo entendían los caudillos.

El federalismo, según sus planteos, era una garantía del régimen republicano y de la libertad, y el mejor camino para estimular la cultura, la población y la riqueza del país.

El hacendado Juan Manuel de Rosas era el jefe de los federales bonaerenses que defendían la autonomía de la provincia de Buenos Aires, este grupo estaba también conformado Braulio Costa, y hacendados y terratenientes como Tomás de Anchorena, Juan N. Terrero y José María Rojas.

La diferencia entre los proyectos opuestos básicamente se daba en la forma de organización política que proponían, en el centralismo, todos los niveles de gobierno están subordinados al poder central, y unifican la legislación y la administración en todo el país más allá de particularidades regionales o diversidades culturales.

El federalismo, en cambio, se basa en la asociación voluntaria o federación de Estados o poderes regionales, que delegan algunas de sus atribuciones para constituir el Estado o poder central.

Después de 1810, las provincias mostraron un fuer­te localismo en defensa de sus intereses, en colisión con los in­tereses de Buenos Aires. Muchos de estos gobiernos provinciales comen­zaron a declararse federales, cuando comprobaron los privilegios de la ciudad, con su puerto.

La forma unitaria de gobierno fue sostenida no sólo por grupos porteños sino también por los grupos sociales del interior cuyos ingresos dependían de acti­vidades económicas relacionadas con el puerto de Buenos Aires.

Varios fueron los intentos de constituir la unidad nacional, bajo un común denominador, la primera constitución argentina fue sancionada en 1819, por el Congreso de Tucumán. Era de carácter centralista y conservador, fue rechazada por las provincias, que deseaban la instalación de una confederación.

En 1824, se convoca nuevamente a un Congreso Constituyente, que en 1826, sanciona una nueva constitución, la cual fue asimismo resistida por las provincias, por los mismos motivos y no alcanzó a entrar en vigencia.

En 1820 Juan Manuel de Rosas había incursionado en política al apoyar para Gobernador a su colega Martín Rodríguez.

El electo presidente por el Congreso en 1826, Bernardino Rivadavia, lo nombra Comandante General de la Campaña, a mando del ejército más importante de las Provincias Unidas del Río de la Plata, circunstancia clave en la crisis sucesiva, agudizada por la caída de Rivadavia y, posteriormente, por el fusilamiento de Manuel Dorrego a manos de Juan Lavalle.

En 1827, Rosas era un dirigente militar, representante de la aristocracia conservadora, alineado a la corriente federalista, adversa a la influencia foránea y a las iniciativas de corte liberal preconizadas por la tendencia unitaria, en la que militaba el gobernador de Buenos Aires.
Las fuerzas conjuntas de Rosas y Estanislao López derrotaron a Juan Lavalle e inmediatamente fue la elección de Juan José Viamonte como Gobernador de Buenos Aires, facilitando el ascenso en el camino a Rosas.

Una Convención reunida en Santa Fe para reformar la constitución, luego frustrada por la guerra civil de 1828-1831, dio igualmente forma al denominado Pacto Federal en 1831, considerada como Carta Magna argentina por años.

Este pacto o tratado suscripto por las provincias de Buenos Aires, Entre Ríos y Santa Fe, constituía una alianza entre las provincias federales para hacer frente a la recientemente formada Liga Unitaria del Interior, formada por las provincias de San Luis, La Rioja, Catamarca, Mendoza, San Juan, Tucumán, Córdoba, Salta y Santiago del Estero quienes habían nombrando al General José María Paz como Jefe Supremo Militar.

A su vez, este pacto establecía que el gobierno de la provincia de Buenos Aires estaba "encargado de las relaciones exteriores de la Confederación Argentina".

El nombrado gobernador de Buenos Aires en 1829, Juan Manuel de Rosas, se mostró renuente a realizar la convocatoria a un Congreso Constituyente que exigía el Pacto Federal.

En su primer Gobierno 1829 – 1832, nombrado por la legislatura porteña, el Restaurador de las Leyes contó además con Facultades Extraordinarias, para poner en orden a la provincia.

Declaró como enemigos a los miembros del Partido Unitario y los opositores que no pertenecían a este partido también. Con todos esos enemigos, Rosas fue implacable, muchos huyeron al extranjero.

Gracias a la habilidad con que manejó los instintos y las tendencias de las masas criollas, Rosas consiguió la unanimidad de las opiniones en su favor, e infundir en el ánimo popular la convicción de que todos sus enemigos, constituían un solo grupo caracterizado por su centralismo irreducible y su extranjerismo anticriollo.

En 1835 la Legislatura porteña ofreció nuevamente a J. M. De Rosas el antiguo cargo, lo aceptó, pero impuso sus condiciones: quería la "Suma del poder Público".

Las atribuciones extraordinarias y la acción de la Sociedad Popular Restauradora, le permiten a Rosas eliminar la oposición, hubo destituciones y fusilamientos en masa, y se decretó el uso obligatorio de las divisas punzó.

Se pegaban carteles ofensivos e intimidatorios como: "¡Mueran los salvajes asquerosos unitarios!" o "¡Vivan los federales!".

En esos años, Gran Bretaña antes y luego Francia, miraban hacia el Río de la Plata, el acceso a los mercados del Río de la Plata estaba dado a través de dos puertos competidores de Montevideo y Bs. As. La situación interna en la Banda Oriental era complicada, ya que dos bandos políticos estaban enfrentados.

Rosas intervino en este conflicto y esta decisión perjudicaba a las potencias europeas, Gran Bretaña y Francia decidieron, en 1845 bloquear el puerto de Bs. As. con el propósito de presionar a Rosas para terminar con el conflicto.

Los verdaderos propósitos de las potencias eran: 1) Convertir a Montevideo en factoría comercial para las potencias marítimas, 2) Obligar a la libre navegación del Plata y sus afluentes, 3) Independizar Entre Ríos y Corrientes, 4) Fijar los límites del Estado Oriental y Paraguay, y el nuevo estado de la Mesopotamia con prescindencia del Brasil, 5) Conservar el estado de cosas en el resto de la Confederación, si Rosas accedía a sus razones sin recurrir a las armas o diese libertad de comercio. En caso contrario, levantar contra él a las fuerzas locales adversarias suficientes para obrar apoyados por las fuerzas navales y poner en Bs. As. un gobierno que de muestras de amistad hacia Europa.

La escuadra Anglofrancesa , se propuso navegar el Río Paraná llevando a la práctica un intento de la libre navegación de los ríos internos. Los barcos no entrarían en el puerto de Bs. As, sino en Corrientes.


La réplica de Rosas fue rápida.
En noviembre de 1845, “Vuelta de Obligado”, era un paraje sobre el Paraná, donde el río forma un recodo pronunciado que dificultaba la navegación de vela, las fuerzas rosistas prepararon la principal fortificación para evitar que las naves extranjeras avanzaran.

Este intento falló, y Bs. As. sufrió con esta derrota graves perdidas humanas y materiales.

La escuadra Anglofrancesa fue severamente dañada, por lo que tuvieron que repararla en cuarenta días.

“Vuelta de Obligado” repercute en los diarios, Chile y Brasil cambian su sentimiento y se vuelcan a la causa de la Confederación.

En 1849, Juan Manuel de Rosas firma acuerdos de paz, por separado con Gran Bretaña y Francia. Con la primera se consensuará que: "...Inglaterra evacuará Martín García y devolverá los buques apresados; las divisiones argentinas quedarán en la Banda Oriental hasta que el gobierno francés desarme a la Legión Extranjera y celebre un Tratado de Paz; se reconoce que la navegación del Paraná es interior de la República Argentina y sujeta solamente a sus leyes y reglamentos; Oribe como presidente de la República Oriental y aliado de la Confederación, dan su conformidad..."
Francia, un año más tarde, firma un acuerdo similar, con la Confederación.

La finalización del conflicto con las potencias europeas en términos favorables al respeto por la soberanía nacional, fue reconocida por todos los sectores. El Sr Guillermo Brent, encargado de negocios de Estados Unidos, afirmó lo siguiente: "Estoy absolutamente convencido...de que en ningún otro momento de la historia de estos países, se ha enardecido más el patriotismo y se han mitigado y suprimido las diferencias internas,"

J. B. Alberdi, unitario adversario de Rosas expresó: "En el suelo extranjero en el que resido, no como proscrito, pues he salido de mi patria según sus leyes... Rosas no es un simple tirano a mis ojos; si en su mano hay una vara sangrienta de hierro, también veo en su cabeza la escarapela de Belgrano. No me ciega tanto el amor de partido para no conocer lo que es Rosas bajo ciertos aspectos. Se, por ejemplo, que Simón Bolívar no ocupó tanto el mundo con su nombre como el actual gobernador de Bs. As; Se que el nombre de Washington es adorado en el mundo, pero no más conocido que el de Rosas; sería necesario no ser argentino para desconocer la verdad de estos hechos y no envanecerse de ellos".

“El episodio de Obligado, una simple batalla colonial para Francia y Gran Bretaña, es para los Argentinos la expresión de una terca decisión de defender la independencia nacional. Así lo entendió San Martín que en los suburbios de la vejez dirigió a Rosas cálidas palabras de aliento. Y para los argentinos de hoy, cuya idea de nacionalidad está vinculada a la de liberación de modo inseparable, tiene una virtud permanente. Todos los día hay una vuelta de Obligado que defender, aunque baterías costeras y convoyes invasores asuman otras formas, otros hombres, otras insignias..." dijo Felix Luna.

La Batalla de Caseros
Entre 1829 y 1832 la gobernación de Buenos Aires, vivía una anarquía, por el enfrentamiento de Unitarios y Federales, hasta la llegada del federal Juan Manuel de Rosas a la gobernación de Buenos Aires.

Con Rosas, los conflictos se aplacaron, pero no terminaron, Entre Ríos resultaba un punto estratégico por su posición geográfica, la cercanía de Buenos Aires, de la Banda Oriental y del Imperio del Brasil, resultaba vital para los propósitos de su gobernador.

Como gobernador de Entre Ríos Urquiza, colaboró en el poder con Juan Manuel de Rosas, pero en 1851, disgustado por la dominación política y económica de la Provincia de Buenos Aires, se sublevó contra él, junto con los liberales uruguayos.

Pero Urquiza en 1850, ya había respondido a los brasileños sobre su neutralidad en un futuro conflicto, considerando que sería un acto de traición a la Patria.

Si el entrerriano tenía semejante actitud en una guerra de la Confederación con el Brasil, como debemos entender al mismo Urquiza, aliándose al Imperio, con el ejército bajo su mando.

Él 3 de febrero de 1852 las fuerzas Rosistas, compuestas por no más de 22.000 hombres fueron vencidas en Monte Caseros por la Alianza tripartita integrada por: el Brasil, Uruguay y Entre Ríos.

El Brasil, mantenía como objetivo, impedir que siguiese la intervención rosista en Uruguay y obtener la libre navegación de los ríos. Este ejército estaba compuesto por 28.000 hombres argentinos, 2.000 de Uruguay y 4.200 de Brasil, y en Colonia había quedado una guarnición de 12.000.

Con la derrota de Rosas, comenzó entre quienes participaron de su caída, una lucha de poder ya que Buenos Aires, se encontraba más rica que nunca, por el aislamiento económico y político desarrollado por Rosas que le permitió su crecimiento.

Las tropas vencedoras entraron a Buenos Aires, seguidas por el caos de saqueos y robos, a pesar de ser las encargadas de mantener el orden. Fue notable el malestar porteño, con la entrada triunfal de Urquiza, con poncho a rayas coloradas y principalmente con las medidas que tomó para pacificar a la provincia.

¿Cuál era nuestra situación en 1852? ¿Qué perdió y que gano el País después de la batalla? Estos interrogantes son los que desearía explicar, digo desearía porque personajes como Rosas y Peron, fueron y son protagonistas de incontables discusiones políticas.

Ambos representan las antinomias más importantes de nuestra historia. Con ellos se puede estar en contra o a favor, pero nunca neutral, sus políticas marcaron un cambio en las concepciones establecidas, que produjo enconos o admiración.

En el año 1852 nuestro país, a pesar de haber soportado años de bloqueo, gozaba de una economía floreciente, gracias a la Ley de Aduanas de 1835 y la industria nativa se desarrollaba con beneficios en todas las provincias. Los inmigrantes llegaban de diversas partes del mundo.

El fin de los problemas con las potencias europeas, marcaba el tiempo de resolver el conflicto con el Imperio esclavista del Brasil. Lo cual determinaba, que una victoria de los países de la cuenca del Plata, daría paso a la formación de una Unión de los países hispanoamericanos bajo la guía de la Confederación Argentina y en vez un triunfo Imperial determinaría la secesión de Paraguay, Bolivia y Uruguay del cuerpo de Argentina y convertir el continente en simples seguidores del Imperio del Brasil, manejado siempre por otro imperio, el británico.

Las cosas comenzaban a cambiar, del gobierno formaron parte los antiguos unitarios, quienes defendían los intereses portuarios y proclamaban el sistema librecambista que mantuviera la preeminencia económica de Buenos Aires.

Buenos Aires había abandonado con Rosas, el librecambio, y adoptado el proteccionismo con un triple objeto: a) quitar los recelos del interior hacia el "puerto" consolidando la unión nacional; b) crear una riqueza industrial y agrícola argentina, en procura de su independencia económica; c) hacer poco vulnerable el país a un bloqueo extranjero, como ocurriría si la entrada o salida de productos por Buenos Aires, fuese el fundamento de su vida económica.

Se convoco a una Asamblea Constitucional en Santa Fe, que adoptó en 1853 una Constitución basada en las ideas de Juan Bautista Alberdi y del diputado Juan María Gutiérrez.

Gracias a la cual, Urquiza, asume como el primer presidente constitucional en marzo de 1854.

La constitución promulgada estableció un gobierno representativo, republicano y federal.

El federalismo que adoptó fue moderado ya que reconoció la autonomía de las provincias pero también organizó un poder central. El poder legislativo sería bicameral, el poder ejecutivo unipersonal y elegido por un colegio electoral, sin posibilidad de reelección y el poder judicial independiente.

Las constituciones provinciales debían tener aprobación del gobierno nacional y los gobiernos provinciales podían ser juzgados por el Congreso Nacional.

El gobierno nacional podía suspender las garantías constitucionales por medio del estado de sitio e intervenir las provincias.

Se declaraba a la ciudad de Buenos Aires sede de las autoridades nacionales.

Pero lo más importante es analizar algunas de las consecuencias de Caseros más directas e inmediatas que sucedieron a la derrota.

Por ejemplo, Urquiza al realizar la alianza con los brasileños, pactó la entrega definitiva de la zona conocida como Misiones Orientales, que pertenecía por derecho a la Argentina, este territorio es de igual superficie que la provincia de Entre Ríos y también había firmado con el Imperio Brasilero, el reintegro de los fondos entregados para costear la campaña contra Rosas, este endeudamiento externo, después de Caseros se registra como un compromiso externo de la Confederación.

El país cambia su política exterior en forma radical, el "Sistema Americano", que representaba a las naciones americanas, para enfrentar las estrategias europeas, son dejadas sin efecto, en pos de una política más a fin con las potencias extranjeras.

También la sanción de la Constitución Nacional, en la cual se establece que había que abrir nuestros ríos a la "civilización", pensamiento incorporado por Juan Bautista Alberdi. Con lo cual Argentina renuncia a la soberanía de nuestros ríos interiores, luego de años de bloqueo y derramamiento de sangre, argentina cede lo que tanto había luchado por conseguir.

El primer acto de gobierno, una vez derrotado Rosas, es la derogación de la Ley de Aduanas, con lo cual se firma la sentencia definitiva de la industria nacional, que en ese momento se encontraba en pleno desarrollo, tal cual lo deseaba el Imperio Británico. Dado que su proyecto era el de manipular una colonia agro-exportadora y a quien venderle sus productos industriales.

El país pasa de ser una nación antiesclavista, luego de la firma de tratados por los cuales se comprometía a la Confederación, a deportar a todo esclavo que se escapara hacia suelo argentino en busca de la libertad, que la misma Constitución Nacional establecía al abolir para siempre la esclavitud.

La Confederación pasa a ser totalmente dependiente de la diplomacia anglo-brasileña, y la República del Uruguay dependerá política y económicamente del Imperio del Brasil.

Quizás el aspectos mas importantes a tener en cuenta, y el primer acto de gobierno de Urquiza al derogar la Ley de Aduanas, factor determinante en la relación con sus adversarios, fue que Rosas en 1835 en su mensaje del 31 de diciembre, dando cuenta a la junta del dictado de la ley Aduanas decía: "Largo tiempo hacía que la agricultura y la naciente industria fabril del país se resentían de la falta de protección, y que la clase media de nuestra población, que por la cortedad de sus capitales no puede entrar en empleos de ganadería, carecía del gran estímulo al trabajo que producen las fundadas esperanzas de adquirir con él medios de descanso a la ancianidad y de momento a sus hijos. El gobierno ha tomado este asunto en consideración y notando que la agricultura e industria extranjeras impiden esas útiles esperanzas, sin que por ello reporten ventajas en la forma y calidad... ha publicado la ley de aduana que será sometida a vuestro examen por el ministro de Hacienda". La ley prohibía la introducción de las producciones extranjeras cuyos similares criollos estaban en condiciones de satisfacer el mercado interno: tejidos de lana y algodón, algunas manufacturas de hierro, hojalata y latón, aperos para caballos, pequeñas industrias domésticas como la elaboración de velas de sebo, escobas, artículos de hueso, etc., como también las hortalizas (menos papas y garbanzos) cuyo cultivo no era suficiente.

Los unitarios imaginaban que era fundamental el dictado de una Constitución, lo habían intentado en 1819 y 1826, ambas terminaron en fracaso. Las mayores adhesiones provenían de los sectores ilustrados de las ciudades y entre comerciantes y hacendados de notoriedad.

Los unitarios representaban el ideal del progreso, que significaba atar estrechamente los intereses del país al capital extranjero y calcar sus formas y preceptos políticos y sociales.

Su apego a los valores de la civilización europea los llevó a la creencia de que con la ley y la Constitución, el país podía administrarse por un sistema de ideas universales.

Por eso no comprendieron las tradiciones y las costumbres de los hombres que constituían su pueblo. En un país incomunicado por la distancia, no advirtieron que sin la aprobación de los incultos pueblos del interior no podía haber unidad, y no la hubo.

El Ing. Luciano Regí afirmo: “Hay una verdad que no me canso de repetir, esta dice que el desconocimiento de los acontecimientos del pasado hace imposible la comprensión del presente y por ende la proyección del futuro. La historia argentina ha sido un catálogo de "mentiras a designio" destinadas a instalar dicho desconocimiento de los hechos, situación superada a través de décadas de trabajo por parte de los historiadores revisionistas.

La realidad actual
Juan José Hernandez Arregui nos dice; “El liberalismo fue al igual que otras mercancías, un producto de exportación de la Europa colonialista, que bajo el disfraz de la libertad, la democracia y el progreso, no fue otra cosa que una herramienta de opresión de los pueblos americanos.

Durante gran parte de la historia argentina, la oligarquía fue esencialmente terrateniente, grandes extensiones de tierras fueron a parar a unas pocas manos, los gobernantes dispusieron a voluntad la entrega de tierras fiscales a sus amistades. En 1930, mil personas eran dueñas de la tercera parte de la provincia de Buenos Aires, cincuenta familias eran propietarias de más de 4 millones de hectáreas.

La oligarquía conformó un núcleo cerrado de difícil acceso para cualquier nuevo rico, tener grandes extensiones de tierras daba prestigio y era el único camino para ingresar a otras "prestigiosas" entidades como la Sociedad Rural o el Jockey Club.

La oligarquía terrateniente adoptó la ideología liberal porque ella expresaba su asociación con el imperio inglés, que compraba los productos fundamentalmente de nuestra ganadería y nos vendía sus productos manufacturados. Además la clase gobernante cedió el control de los servicios esenciales al capitalismo extranjero. Con esta asociación se beneficiaban unos pocos, a la vez que impedía el nacimiento de cualquier proyecto industrial interno.

Para lograr su gran nivel de vida, la oligarquía entregó el manejo de la economía a manos extranjeras, en esta razón debe buscarse aún hoy, la inexistencia de la una industria nacional fuerte”.

La historia reciente de nuestro país, nos habla de tres momentos claves en nuestra economía, que resultaron a la vez de un beneplácito en su inicio y una aguda crisis en su final.

La década del 70 nos trajo a un señor de orejas prominentes, Doctor en Ciencia Económicas Jose Alfredo Martinez de Hoz, que discurría en largos y tediosos discursos y quien elaboró un “Plan Económico”, en el cual el tipo de cambio se mantenía fijo con respecto al dólar, aunque la economía mundial dijese otra cosa.

Lo cual permitía como dijo Rosas en 1835 ("Largo tiempo hacía que la agricultura y la naciente industria fabril del país se resentían de la falta de protección, y que la clase media de nuestra población.”) o sea abría nuestra economía a la importación indiscriminada.

El final de este intento resultó un fracaso, que aun hoy estamos pagando, ya que otro Doctor en Ciencias Económicas, Domingo Felipe Caballo, desde el Banco Central, decidió transformar gran parte de esa deuda privada en pública, trasladando el peso a toda la población.

Este Doctor en Ciencias Económicas, Domingo Felipe Caballo, reasumió como ministro de economía en 1991, en su lucha contra los malvados que querían perjudicar nuestro futuro, implemento la denominada “convertibilidad”, un sistema que según sus palabras duraría 30 años, pero que en el fondo resultaba igual al “plan económico” detallado en los 70, regular el valor dólar en $1.

Lo cual, nuevamente permitía como dijo Rosas en 1835 ("Largo tiempo hacía que la agricultura y la naciente industria fabril del país se resentían de la falta de protección, y que la clase media de nuestra población.. ”) o sea abría nuestra economía a la importación indiscriminada.

Los hechos históricos descriptos en nuestra investigación y su ligazón con la realidades actuales, transcurridos mas de 120 años de la derrota del General Juan Manuel de Rosas en Caseros, tal vez nos permiten entender nuestra situación actual de Nación-Colonia.

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