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Clan Samaniego y Secta Moon

Quienes en Paraguay no dejan de vociferar contra la supuesta injerencia de países bolivarianos, no demuestran una susceptibilidad parecida con infames sectas orientales
Luis Agüero Wagner
viernes, 2 de mayo de 2014, 07:12 h (CET)
Dicen que a medida que pasa el tiempo, se nota que en cuestión de colores hay siempre prioridades, y el chauvinismo y nacionalismo selectivo de algunos políticos paraguayos lo demuestra.

El 2 de mayo de 2008 el diario Ultima Hora, de la capital paraguaya, informaba que tanto la senadora electa por el Partido Colorado Lilian Samaniego, como su hermano y entonces diputado Arnaldo, habían emprendido un viaje a Estados Unidos para participar de una asamblea de la Secta Moon. Dicha secta cobró notoriedad en Paraguay cuando los pobladores de Puerto Casado exigieron la expropiación de 52 mil hectáreas de tierra de la mencionada comunidad religiosa, motivando una enérgica campaña de defensa ejercida sobre todo por el diario ABC color.

Mas recientemente, el 3 de diciembre del 2013, Samaniego emprendió un nuevo viaje para “cumplir” con Moon, al decir del diario capitalino “La Nación”. La vinculación de los Samaniego con dicha secta constituye un contrasentido a su posición de rechazo a la injerencia foránea en Paraguay cuando se trata de países como Venezuela, Bolivia o Cuba. Queda claro que dicha pose se da en un contexto ideológico definido, y es bien selectiva.

Para comprender el alcance de estos vínculos, ex conveniente que el lector conozca una breve historia de la secta en cuestión.

Denominada oficialmente ALADO, la secta Moon se conoce por sus influencias en las altas esferas del poder mundial. Autodefinida como cristiana pero rechazada por las demás iglesias de la misma religión, desembarcó hace unos años por segunda vez en Paraguay, y con proyectos megalomaníacos que generaron una gran polémica en la prensa, el mundillo político y la opinión pública. Uno de los motivos de las discusiones fue el hecho de que los empresarios de la secta compraron extensiones tan grandes de territorio paraguayo que habían quedado literalmente en posesión de varias ciudades del país establecidas en sus nuevos dominios.

La reputación de la secta seudo-religiosa que predica la paz, pero se enriquece con la guerra, generó honda preocupación en amplios sectores de la sociedad paraguaya, que había escuchado hablar de sus andanzas e influencias, así como de sus vinculaciones con los herederos del dictador Alfredo Stroessner, que gobernó al país entre 1954 y 1989. Moon, que en 1982 y 1985 estuvo en la cárcel en Estados Unidos por evadir impuestos, había traficado con jerarcas del régimen militar paraguayo las armas que fabricaban sus cuatro empresas dedicadas al rubro: fusiles M-16, metralletas M-60, lanzacohetes M-79 con licencia norteamericana y ametralladoras antiaéreas Vulcano. Otras de sus empresas más inocentes se dedican a industrializar el té de gingseng, reportándole ganancias anuales por más de diez millones de dólares; Illwha Pharmaceutical Co., Ilshin Handicraft y la Tanganita Minus Industrial. En Japón Moon posee más de 60 compañías, diarios y hasta una empresa cinematográfica. Se conoce que entre 1975 y 1984, fluyeron de Tokio a Nueva York ganancias por 800 millones de dólares que fueron a engrosar las cuentas de Moon, quien convirtió a su movimiento en una gran máquina mundial de hacer dinero.

Un influyente allegado de Moon y líder de su brazo derecho CAUSA, Bo Hi Park, mantuvo estrechos vínculos de negocios con Stroessner e incluso lo visitó en Asunción en marzo de 1981. Luego de departir con el dictador, este ex coronel coreano afirmó a la prensa que Stroessner era un hombre elegido por Dios para dirigir a su país. Palabras parecidas hoy dedican al clan Samaniego algunos de los peores especimenes de la fauna política paraguaya.

Bo Hi Park había creado la K-CIA (Korean Central Intelligence Agency) de la que fue director y desde donde promovió la práctica de la tortura en su país. También fundó la radio Asia Libre, que irradiaba furibundos programas anticomunistas. Luego fue nombrado agregado militar en Washington y más tarde diplomático.

En la década del 70 desembarcó en Argentina, donde el inicio de sus actividades coincidió de pura casualidad con el golpe militar del 24 de marzo de 1976 que entronizó a Videla y su junta. A partir de 1979 las actividades de la secta se hicieron públicas y contaron con el respaldo del general Ramón Díaz Bessone, secretario de Planeamiento de Videla.

Un jerarca católico que logró vincularse con dicha secta, fue el arzobispo de La Plata Monseñor Antonio Plaza, quien recibió de Moon 120 mil dólares para crear la carrera de periodismo en la Universidad Católica de La Plata. Toda una muestra de la atmósfera ecuménica que Videla y los suyos supieron crear defendiendo la civilización occidental y cristiana.

El 15 de noviembre de 1985, esa misma universidad otorgó a Moon y a Park el título de doctor honoris causa. La secta estableció paralelamente vínculos con los diarios La Prensa y Ámbito Financiero, de la misma manera que poco después construiría nexos con la prensa paraguaya. El apoderado legal de Moon en Argentina era el abogado Juan Carlos Almonacid, quien fuera defensor del ex cabo de la Policía Federal y ex ministro de Bienestar Social, José López Rega, conocido como “El brujo” y “El profeta Daniel”, uno de los creadores de la Alianza Anticomunista Argentina (Triple A). No hace muchos años la secta Moon volvió a ser noticia en el ámbito periodístico argentino cuando su redacción local fue vaciada manu militari tras su cierre de actividades, en un operativo en donde desaparecieron hasta objetos personales de los periodistas.

Los vínculos sudamericanos del grupo, siempre en busca de buenas compañías, también incluyeron al dictador chileno Augusto Pinochet. En Chile, la secta Moon se instaló en 1975, y en 1997 abrió la corresponsalía de Tiempos del Mundo en Santiago de Chile. A fines de la década de 1990, sin la protección del dictador, la secta Moon fue sometida a sus primeras investigaciones por la democracia chilena.

En tiempos del Plan Cóndor, el inefable Bo Hi Park recaló en Honduras, donde firmó con la Universidad hondureña un programa de adoctrinamiento de 500 estudiantes, para enseñarles “a defender los valores de la democracia occidental y luchar contra el comunismo”, y por supuesto, repartir dinero a manos llenas. Se sabe que donó 50 mil dólares a una organización dirigida por el general Gustavo Álvarez Martínez, fundador de los escuadrones de la muerte hondureños. Alvarez Martínez, coincidentemente, era graduado del Colegio Militar argentino en la década de 1960, calidad en que volvió a su país adoptivo a mediados de 1980 para colaborar con la noble causa del Proceso de Reorganización Nacional que le confió la Fuerza de Seguridad Pública (FUSEP) y la Dirección Nacional de Investigaciones (DNI), organismos que ejercieron una sistemática represión contra estudiantes universitarios, sindicalistas y campesinos. Por la misma época el militar hondureño visitó con asiduidad el Paraguay donde mantenía vínculos con el empresario financiero Federico Regúnega y por su intermedio, con el temible ministro del Interior de Stroessner, Sabino Augusto Montanaro.

Las influencias de la secta del coreano Sun Myung Moon, que cambia de nombre pero no pierde las mañas, en América del Sur también se extienden a Bolivia, donde se conoce su apoyo entre otros, al candidato militar Manfred Villa Reyes, fundador de la populista Nueva Fuerza Republicana (NFR), en las elecciones presidenciales de 2002. El militar fue alcalde de esa ciudad y edecán en los años ochenta de Luis García Meza y socio de Luis Arce Gómez, el otro narco-dictador boliviano con quien la secta hizo lucrativas transacciones.

En Paraguay la editorial de Zucolillo fue encargada hasta no hace mucho de la impresión paraguaya de Tiempos del Mundo, extraño periódico que llegó a distribuírse en 17 países de América Latina y en tres ciudades de Estados Unidos, donde también se edita bajo la batuta del mismo grupo The Washington Times. Y en todos esos lugares, coincidentemente, amalgama a editores y periodistas que provienen de diversas -e incluso antagónicas- filiaciones políticas e ideológicas.

Estas vinculaciones de Moon con ABC color explican en parte la enérgica defensa que hace el diario de la tenebrosa secta, pero pone en entredicho las enérgicas protestas que el clan Samaniego y sus acólitos lanzan proclamas de inflamado anatema contra gobiernos de la región que se asoman con interés al proceso político paraguayo.

Ya dijo Eduardo Galeano que el olvido está lleno de memoria. Nada más selectivo que la memoria de un político para decidir qué verdad olvidar, y contra quién indignarse.

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