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El Real Madrid alcanzó su novena victoria consecutiva europea después de sobrevivir al entramado granítico del Olimpia Milano y dibujar un maravilloso tercer acto con Campazzo y Randolph (16 puntos) como guías.

El baloncesto alegre de Laso se impone al baloncesto táctico de Messina (76-67)

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Dos pensamientos antagónicos de entender el baloncesto. O como un juego alegre o como un deporte sujeto a la más absoluta rigidez táctica. Lo que viene a ser comprender el baloncesto de Laso o de Messina. Con el primero, el público se divierte; con el segundo, el aficionado no acaba de verse reflejado. El Real Madrid acabó sumando su novena victoria consecutiva europea (alcanza su mejor registro desde 2017) no sin antes completar un sinuoso ejercicio de resistencia y paciencia. Porque antes de celebrar se tuvo que superar el entramado táctico de Messina. El italiano volvió a Madrid (aunque ya lo hizo con CSKA) con una buena dosis de motivación, aunque acabó sucumbiendo después de un excelso tercer acto del Real Madrid.

Ni una simple ráfaga de viento a favor. Once puntos de desventaja (30-41) y con veinte infaustos minutos anteriores sometidos a la táctica de Messina. Las sensaciones tampoco eran positivas. Ni el juego, ni esa mezcla de defensa y ataque, ni el ambiente, ni esa búsqueda constante de soluciones. El Armani Milan (con cuatro derrotas seguidas en su casillero en sus últimas citas europeas) estaba silenciando el Palacio de los Deportes. Insólita situación en este curso. Una situación bastante incómoda. Hasta desconocida. De repente, acaeció una especie de tormenta perfecta de buen baloncesto. El Real Madrid despertó, encontró el camino correcto y cogió el timón del encuentro. Volteó a Messina. Lo hizo con esa defensa agobiante (Tavares y Deck al frente) y con esa forma feroz de atacar: rápidos (Campazzo con alma máter con 12 asistencias), certeros (excelente Randolph con 3 triples) y ambiciosos. El parcial fue demoledor. Ese 30-41 se transformó en un 49-48.

Aunque ese tercer cuarto de resurrección (seis puntos menos que en los diez minutos anteriores: 30 a 24) se cerró con una exigua ventaja (54-52), el Real Madrid ya era el Real Madrid. La forma de entender el baloncesto de Laso empezó a imponerse al pensamiento de Messina. Eran las bases sobre las que acabó edificándose un triunfo de mucho mérito. Un triunfo muy trabajado y en terrenos bastante comprometidos. Cinco puntos seguidos de Laprovittola sirvieron una primera renta (63-54), la cual tuvo continuidad con los puntos de Mickey (74-63), que acabó con 15 puntos en su estadística. Eran pequeñas ventajas no definitorias, pero sí bastantes alentadoras. El Real Madrid se manejó ya con soltura y acabó consolidando su noveno triunfo consecutivo en Europa. Y el público desfiló a sus casas satisfecho, conscientes del éxito del baloncesto ofensivo sobre la táctica.

Un bloque sólido con Micov
Porque en los veinte minutos anteriores, el Real Madrid fue una sombra del Real Madrid. En esos dos primeros cuartos, sólo 30 puntos (18 puntos en el primer cuarto y 12, en el segundo). Una puntuación inusual. Nunca antes había sucedido en este curso. La razón del monumental atasco estaba exclusivamente en la defensa del Armani Milan. Sin ninguna fisura, con máxima concentración e innumerables ayudas. Otra razón estaba en el rebote: 21 contra 11. No había debate en las zonas. Tanto en defensa como en ataque, el Armani Milán sumaba (destacable actuación de Micov con 22 puntos) y restaba opciones con una facilidad abrumadora. De todos sus puntos, sólo hubo un triple al descanso.

Era el baloncesto de Messina. Un enorme técnico que ha obtenido considerables réditos (campeón de Europa y primer europeo en dirigir un encuentro en la NBA, meca, curiosamente, del espectáculo) y que volvió a Madrid con una alta dosis de motivación. Su baloncesto control tuvo controlado al Real Madrid hasta que sus obreros, y no apto a estrellas (ahora se explica la salida de Mike James este pasado verano) acabaron sucumbiendo a la diversión que desprende el juego que desliza este Real Madrid. El tercer cuarto fue un ejemplo de este ejercicio de brillante. El baloncesto de Laso derrotó al baloncesto de Messina.

El baloncesto alegre de Laso se impone al baloncesto táctico de Messina (76-67)

El Real Madrid alcanzó su novena victoria consecutiva europea después de sobrevivir al entramado granítico del Olimpia Milano y dibujar un maravilloso tercer acto con Campazzo y Randolph (16 puntos) como guías.
Rafael Merino
martes, 17 de diciembre de 2019, 21:51 h (CET)
Dos pensamientos antagónicos de entender el baloncesto. O como un juego alegre o como un deporte sujeto a la más absoluta rigidez táctica. Lo que viene a ser comprender el baloncesto de Laso o de Messina. Con el primero, el público se divierte; con el segundo, el aficionado no acaba de verse reflejado. El Real Madrid acabó sumando su novena victoria consecutiva europea (alcanza su mejor registro desde 2017) no sin antes completar un sinuoso ejercicio de resistencia y paciencia. Porque antes de celebrar se tuvo que superar el entramado táctico de Messina. El italiano volvió a Madrid (aunque ya lo hizo con CSKA) con una buena dosis de motivación, aunque acabó sucumbiendo después de un excelso tercer acto del Real Madrid.

Ni una simple ráfaga de viento a favor. Once puntos de desventaja (30-41) y con veinte infaustos minutos anteriores sometidos a la táctica de Messina. Las sensaciones tampoco eran positivas. Ni el juego, ni esa mezcla de defensa y ataque, ni el ambiente, ni esa búsqueda constante de soluciones. El Armani Milan (con cuatro derrotas seguidas en su casillero en sus últimas citas europeas) estaba silenciando el Palacio de los Deportes. Insólita situación en este curso. Una situación bastante incómoda. Hasta desconocida. De repente, acaeció una especie de tormenta perfecta de buen baloncesto. El Real Madrid despertó, encontró el camino correcto y cogió el timón del encuentro. Volteó a Messina. Lo hizo con esa defensa agobiante (Tavares y Deck al frente) y con esa forma feroz de atacar: rápidos (Campazzo con alma máter con 12 asistencias), certeros (excelente Randolph con 3 triples) y ambiciosos. El parcial fue demoledor. Ese 30-41 se transformó en un 49-48.

Aunque ese tercer cuarto de resurrección (seis puntos menos que en los diez minutos anteriores: 30 a 24) se cerró con una exigua ventaja (54-52), el Real Madrid ya era el Real Madrid. La forma de entender el baloncesto de Laso empezó a imponerse al pensamiento de Messina. Eran las bases sobre las que acabó edificándose un triunfo de mucho mérito. Un triunfo muy trabajado y en terrenos bastante comprometidos. Cinco puntos seguidos de Laprovittola sirvieron una primera renta (63-54), la cual tuvo continuidad con los puntos de Mickey (74-63), que acabó con 15 puntos en su estadística. Eran pequeñas ventajas no definitorias, pero sí bastantes alentadoras. El Real Madrid se manejó ya con soltura y acabó consolidando su noveno triunfo consecutivo en Europa. Y el público desfiló a sus casas satisfecho, conscientes del éxito del baloncesto ofensivo sobre la táctica.

Un bloque sólido con Micov
Porque en los veinte minutos anteriores, el Real Madrid fue una sombra del Real Madrid. En esos dos primeros cuartos, sólo 30 puntos (18 puntos en el primer cuarto y 12, en el segundo). Una puntuación inusual. Nunca antes había sucedido en este curso. La razón del monumental atasco estaba exclusivamente en la defensa del Armani Milan. Sin ninguna fisura, con máxima concentración e innumerables ayudas. Otra razón estaba en el rebote: 21 contra 11. No había debate en las zonas. Tanto en defensa como en ataque, el Armani Milán sumaba (destacable actuación de Micov con 22 puntos) y restaba opciones con una facilidad abrumadora. De todos sus puntos, sólo hubo un triple al descanso.

Era el baloncesto de Messina. Un enorme técnico que ha obtenido considerables réditos (campeón de Europa y primer europeo en dirigir un encuentro en la NBA, meca, curiosamente, del espectáculo) y que volvió a Madrid con una alta dosis de motivación. Su baloncesto control tuvo controlado al Real Madrid hasta que sus obreros, y no apto a estrellas (ahora se explica la salida de Mike James este pasado verano) acabaron sucumbiendo a la diversión que desprende el juego que desliza este Real Madrid. El tercer cuarto fue un ejemplo de este ejercicio de brillante. El baloncesto de Laso derrotó al baloncesto de Messina.

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