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Todos hemos hecho el ridículo alguna vez en nuestra vida

El paracaidista

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Acabo de ver cómo se clasifica para su primera final WTA ‘una tal’ Coco Gauff, que será la próxima dominadora del tenis femenino. Solo tiene 15 años, es mujer y además de raza negra; solo le falta tener un aborto para que Santiago Abascal le quite el seguro a su pistola.


Estamos en unas semanas convulsas, tenemos muchos frentes abiertos: el paracaidista de la farola, a exhumación de Franco, la sentencia del juicio del ‘procés’ y que por fin Ansu Fati será el español que guiará a la selección.

De política yo empiezo a estar cansado de escribir, y de fútbol se encargará otra persona. Hablemos de ese paracaidista.


Me imagino a ese hombre recién levantado, dándose una ducha y ensayando el himno ante el día de su vida, desayunando y dándole el beso de buenos días a su mujer, o a su madre. Coge el coche y pone Melodia FM (ahora que tiene un rato libre) y se pregunta si la cabra del desfile será siempre la misma, o la van cambiando cada año.

Ese hombre llega a su destino, le ponen el paracaídas salta y hace su trabajo. Pero algo se tuerce y aparece de repente en la radio José María García gritando ‘¡abrazafarolas!”.


Todos hemos hecho el ridículo alguna vez en nuestra vida, en mayor o menor medida. Pero abrazar a una farola con la bandera de España el 12 de octubre, es un ridículo difícil de mejorar. Eso sí, hay que decir en su nombre que la bandera la aguantó hasta el final, signo de compromiso a la patria.


Si esto pasa hace 20 años, se comenta en los lugares de trabajo como se comentó lo del perro y la mermelada de Ricky Martin y ya está. Pero al pobre paracaidista le ha tocado la época de las redes sociales, donde sin bajarse de la farola ya se estaba comentando hasta su situación personal.


Desde aquí quiero mandarle un mensaje de ánimo al paracaidista, y de paso una entrevista en La Resistencia si me leen David Broncano o Ricardo Castella, porque el muchacho se la merece.


Y para el resto de la gente que se ríe o le critica, que se miren su propio ombligo que seguro que encontrarán algo de lo que otros se están riendo también. 

El paracaidista

Todos hemos hecho el ridículo alguna vez en nuestra vida
Eduardo Cassano
domingo, 13 de octubre de 2019, 09:54 h (CET)

Acabo de ver cómo se clasifica para su primera final WTA ‘una tal’ Coco Gauff, que será la próxima dominadora del tenis femenino. Solo tiene 15 años, es mujer y además de raza negra; solo le falta tener un aborto para que Santiago Abascal le quite el seguro a su pistola.


Estamos en unas semanas convulsas, tenemos muchos frentes abiertos: el paracaidista de la farola, a exhumación de Franco, la sentencia del juicio del ‘procés’ y que por fin Ansu Fati será el español que guiará a la selección.

De política yo empiezo a estar cansado de escribir, y de fútbol se encargará otra persona. Hablemos de ese paracaidista.


Me imagino a ese hombre recién levantado, dándose una ducha y ensayando el himno ante el día de su vida, desayunando y dándole el beso de buenos días a su mujer, o a su madre. Coge el coche y pone Melodia FM (ahora que tiene un rato libre) y se pregunta si la cabra del desfile será siempre la misma, o la van cambiando cada año.

Ese hombre llega a su destino, le ponen el paracaídas salta y hace su trabajo. Pero algo se tuerce y aparece de repente en la radio José María García gritando ‘¡abrazafarolas!”.


Todos hemos hecho el ridículo alguna vez en nuestra vida, en mayor o menor medida. Pero abrazar a una farola con la bandera de España el 12 de octubre, es un ridículo difícil de mejorar. Eso sí, hay que decir en su nombre que la bandera la aguantó hasta el final, signo de compromiso a la patria.


Si esto pasa hace 20 años, se comenta en los lugares de trabajo como se comentó lo del perro y la mermelada de Ricky Martin y ya está. Pero al pobre paracaidista le ha tocado la época de las redes sociales, donde sin bajarse de la farola ya se estaba comentando hasta su situación personal.


Desde aquí quiero mandarle un mensaje de ánimo al paracaidista, y de paso una entrevista en La Resistencia si me leen David Broncano o Ricardo Castella, porque el muchacho se la merece.


Y para el resto de la gente que se ríe o le critica, que se miren su propio ombligo que seguro que encontrarán algo de lo que otros se están riendo también. 

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