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Quince familias

El pasado viernes incorporamos a la ONG con la que colaboro quince familias en riesgo de exclusión social
Manuel Montes Cleries
lunes, 30 de septiembre de 2019, 10:22 h (CET)

Me imagino que esta situación le preocupa muy poco a los dirigentes políticos de nuestra querida España. Bastante tienen con organizar unas nuevas elecciones que les permitan seguir aferrados al sillón, al poder, al prestigio y, como no, al dinero.

Estamos en plena recesión. Los expertos así lo recogen en función de los parámetros actuales. Sin embargo, los bares del centro, los restaurantes de todo tipo y la proliferación de lugares de entretenimiento, dan una imagen de nuestro país muy lejana a la realidad. Los millones de euros se reparten a gogó entre la gente del fútbol y corren entre los traficantes de personas y de estupefacientes. Mientras, los españolitos de a pie han comenzado a vender y comprar artículos de segunda mano. Por otra parte los “influencers” de las redes, siguen maleducando y mantienen engañados a nuestra juventud con la difusión de unos valores funestos.

Un hecho. Nos han llegado las quince familias sin recursos, que dan título a este artículo, derivadas desde los servicios sociales y posteriormente una más desde el materno infantil. Son muchas. No es una casualidad. Cada día hay más ricos y como contrapartida más pobres. Esas cifras que se manejan en las estadísticas nos hablan de cruceros, pisos de lujo y estrellas Michelin; caídas en la producción, déficit en las grandes cuentas del estado y aumento del desempleo. Yo diría como Ortega y Gasset: “no es eso, no es eso”.

Los políticos no entienden el mensaje del pueblo que los suspende una vez tras otra. “Menos manteles y más comida”, decía mi tío Enrique. Los emigrantes, los parados, los jubilados y tantos otros “sufridores” de nuestra sociedad gritan sin grandes aspavientos que se pongan al tajo en vez de dilucidar si son de izquierda o de derecha; si son galgos o son podencos; si hay que enterrar o desenterrar a Franco.

¿Donde está la buena noticia de hoy? Es muy sencilla. El martes atenderemos a esas 16 familias ofreciéndoles leche, potitos, cereales, zumos, toallitas y pañales, como llevamos haciendo con otras desde hace diez años. Gracias a Dios, a las fundaciones bancarias, a los servicios sociales del ayuntamiento, a los socios y a los voluntarios, a lo largo de esta década hemos atendido a unos 200 niños de media en sus necesidades básicas y en la formación de sus madres.

Al final tenemos que estar contentos. Pero estaremos mucho más satisfechos el día en que haya trabajo para todos, los ricos sean un poco menos ricos y los pobres bastante menos pobres. Desgraciadamente siguen conviviendo “epulones y lázaros”.

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De las distintas burocracias públicas, ya sean de mayor o menor nivel en la escala de mando sobre la ciudadanía, alguien podría decir que se encuentran en la línea del progreso de moda. Baste añadir que cumplen con este propósito, porque disponen de una página web para atender mejor a la gente.

¿Hemos perdido o estamos en trance de perder competencias memorísticas? Mala noticia en ese caso, pues la memoria actúa como argamasa de nuestro yo y como fundamento de los procesos cognitivos. Ya hace casi seis décadas que Frances Amelia Yates, historiadora británica, publicó un libro titulado “El arte de la memoria”, en el que desgranaba las distintas técnicas de memorización o recuerdo utilizadas a lo largo del tiempo.

Surge el comentario de hoy desde las actitudes adoptadas en relación con las actividades diarias, con especial referencia a la velocidad y precipitación de las acciones; causantes de tantos agobios como imprecisiones y olvidos, sin tiempo para el mínimo remanso reflexivo. Todo ello se refleja en el lenguaje, suele ser muy expresivo en esos trances, con el uso de muletillas reiterativas, por la amputación progresiva de frases y palabras, en un balbuceo constante.

 
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