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Juan Pablo Mañueco

Repúblicas, Reprivadas y sectarismos (y II)

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CONCLUYENDO por ahora la cuestión de la llamada “República”, recordaremos que LA “RES PUBLICA” son los “asuntos o hechos públicos” (“res publicae” en plural, para quien ande un poco desmemoriado de la historia de los latines), los cuales pueden ser decididos por el pueblo o no, según exista o no exista lo esencial para ello, que es la democracia o la no democracia.

Lo anterior nada tiene que ver con la forma nominal de Estado (con rey o sin rey, siempre que no ejerza las funciones gubernativas), sino con que el pueblo decida o no decida los asuntos de gobierno. Es decir, que en este sentido, pueden existir y existen “Monarquías” republicanas y “Repúblicas” monárquicas y aristocráticas: donde el Gobierno lo ejerce un tirano o una camarilla de autarcas que sólo responden ante las nomenclaturas del partido o partidos, incluso aunque en dicho país se celebren elecciones periódicas.

Quiere ello decir, por tanto, que también pueden existir y hasta es lo más corriente que existan “Monarquías” o “Repúblicas” que son, en realidad, sin ninguna broma denominativa sino con toda exactitud, Reprivadas... Esta palabra sin ningún tipo de comillas: verdaderas Reprivadas de las nomenclaturas.

Para quien quisiera profundizar en la democracia, o simplemente acceder a ella porque en España, en estos momentos y en tiempos pretéritos, estamos muy lejos de alcanzarla... habría múltiples aspectos en los que podrían y deberían realizarse críticas y aportarse soluciones. Pero cuando se incide en lo accidental, esto es, en la forma nominal de Estado (y no en los contenidos democráticos, ni en la estructura del ejercicio del poder y de las diversas administraciones), hay que temerse que algo grave sucede, para que se enarbole ese error absurdo o malintencionado.

Cuando, además, no se aportan soluciones para que florezca la democracia (soluciones que podrían propugnarse aquí y ahora, y más aún por parte de políticos que están en el Gobierno nacional o en los autonómicos y municipales), sino que se exalta un periodo especialmente desdichado de la Historia de España, como fue la II “República” Española (vuelvo a situar las comillas), la cuestión se revela inquietante.

Porque la II “República” Española fue un periodo sectario que evolucionó desde bien pronto hacia un formidable caos, en donde a casi nadie le interesaba la República, sino que aspiraban a romper cualquier posibilidad de consenso para construir una verdadera Reprivada de las nomenclaturas, ya de derecha o ya de izquierda.

Si ése es el “ideal” al que se quiere volver otra vez, o peor, si esto es ya lo que se está haciendo (legislar y establecer “Estatutos” contra los otros), entrañaría un doble error: porque ahora se estaría arrojando por la borda uno de los periodos más fructíferos y consensuados de la Historia de España, el que se inició con la Constitución de 1978.

No hay nada que no se pueda hacer o llegar a hacer con la actual Constitución (incluso destituir al rey, o disminuir las pocas potestades que le restan), pero cuando ZP y sus socios ya han dado pruebas de ciscarse en dicha Constitución y en el consenso que supuso, para dar rienda suelta a sus sectarios (no son otra cosa) fervores “republicanos”... cabe temerse que algo muy grave y partidista (aún más) nos están preparando o, al menos, que en sus sueños de cantamañanas sin sustancia (que es lo que son, tanto ZP como sus socios) les gustaría perpetrarnos...

Repúblicas, Reprivadas y sectarismos (y II)

Juan Pablo Mañueco
Juan Pablo Mañueco
lunes, 17 de abril de 2006, 02:24 h (CET)
CONCLUYENDO por ahora la cuestión de la llamada “República”, recordaremos que LA “RES PUBLICA” son los “asuntos o hechos públicos” (“res publicae” en plural, para quien ande un poco desmemoriado de la historia de los latines), los cuales pueden ser decididos por el pueblo o no, según exista o no exista lo esencial para ello, que es la democracia o la no democracia.

Lo anterior nada tiene que ver con la forma nominal de Estado (con rey o sin rey, siempre que no ejerza las funciones gubernativas), sino con que el pueblo decida o no decida los asuntos de gobierno. Es decir, que en este sentido, pueden existir y existen “Monarquías” republicanas y “Repúblicas” monárquicas y aristocráticas: donde el Gobierno lo ejerce un tirano o una camarilla de autarcas que sólo responden ante las nomenclaturas del partido o partidos, incluso aunque en dicho país se celebren elecciones periódicas.

Quiere ello decir, por tanto, que también pueden existir y hasta es lo más corriente que existan “Monarquías” o “Repúblicas” que son, en realidad, sin ninguna broma denominativa sino con toda exactitud, Reprivadas... Esta palabra sin ningún tipo de comillas: verdaderas Reprivadas de las nomenclaturas.

Para quien quisiera profundizar en la democracia, o simplemente acceder a ella porque en España, en estos momentos y en tiempos pretéritos, estamos muy lejos de alcanzarla... habría múltiples aspectos en los que podrían y deberían realizarse críticas y aportarse soluciones. Pero cuando se incide en lo accidental, esto es, en la forma nominal de Estado (y no en los contenidos democráticos, ni en la estructura del ejercicio del poder y de las diversas administraciones), hay que temerse que algo grave sucede, para que se enarbole ese error absurdo o malintencionado.

Cuando, además, no se aportan soluciones para que florezca la democracia (soluciones que podrían propugnarse aquí y ahora, y más aún por parte de políticos que están en el Gobierno nacional o en los autonómicos y municipales), sino que se exalta un periodo especialmente desdichado de la Historia de España, como fue la II “República” Española (vuelvo a situar las comillas), la cuestión se revela inquietante.

Porque la II “República” Española fue un periodo sectario que evolucionó desde bien pronto hacia un formidable caos, en donde a casi nadie le interesaba la República, sino que aspiraban a romper cualquier posibilidad de consenso para construir una verdadera Reprivada de las nomenclaturas, ya de derecha o ya de izquierda.

Si ése es el “ideal” al que se quiere volver otra vez, o peor, si esto es ya lo que se está haciendo (legislar y establecer “Estatutos” contra los otros), entrañaría un doble error: porque ahora se estaría arrojando por la borda uno de los periodos más fructíferos y consensuados de la Historia de España, el que se inició con la Constitución de 1978.

No hay nada que no se pueda hacer o llegar a hacer con la actual Constitución (incluso destituir al rey, o disminuir las pocas potestades que le restan), pero cuando ZP y sus socios ya han dado pruebas de ciscarse en dicha Constitución y en el consenso que supuso, para dar rienda suelta a sus sectarios (no son otra cosa) fervores “republicanos”... cabe temerse que algo muy grave y partidista (aún más) nos están preparando o, al menos, que en sus sueños de cantamañanas sin sustancia (que es lo que son, tanto ZP como sus socios) les gustaría perpetrarnos...

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