Sé que estamos tocando géneros distintos, enfoques diferentes, y que no se deben mezclar churras con merinas. De todos modos me arriesgaré, porque creo que es menester comentar que Bienvenido a casa me ha parecido mejor que Soldados de Salamina. También respeto la opinión de que "las comparaciones son odiosas", incluso la comparto, pero agarrándonos a la corta filmografía de David Trueba (el pequeño, el más talentoso de los Trueba) viene bien de vez en cuando jerarquizar la calidad de las obras. Más si cabe cuando la mayor parte de la crítica alabó la adaptación de la novela de Javier Cercas mientras yo empezaba a sospechar si estos halagos eran sinceros o lo de siempre, es decir, empujones para afianzar la carrera de un realizador joven y (se suponía, ahora confirmado) con futuro en esto de dirigir películas.
Algunos se han apresurado a catalogar Bienvenido a casa como una sátira -tiene algo de esto-, otros hablan de una película sobre "el paso a la madurez" (pronto un género en sí mismo) y los más confusos (o los que, directamente, no han visto la película) señalan que "se trata de una historia que analiza las complicaciones de la vida en pareja y el inicio de la paternidad". Tomando una porción de verdad sobre cada una de estas aseveraciones y sacando una conclusión personal tras visionar la cinta, yo diría que se trata, ante todo, de una película de personajes, un homenaje a las parejas jóvenes.
David Trueba (también guionista) centra su mirada en Eva y Samuel (Pilar López de Ayala y Alejo Sauras), una pareja que poco después de empezar a vivir juntos tiene que enfrentarse a las dificultades de un embarazo. Él, fotógrafo de una revista generalista, y ella, violista en una orquesta, tratan de conocerse. A lo largo de la película los personajes evolucionan de una postadolescencia confusa a la madurez intelectual (y moral) de los adultos, igual de confusa pero menos histérica (según qué casos). Samuel, en mi opinión, no sabe lo que quiere, mientras Eva parece tenerlo bastante claro desde el comienzo. El personaje que interpreta Alejo Sauras se ve abocado a enfrentarse con sus instintos (y más tarde con su conciencia, aunque parece que esto no era lo que le interesaba a Trueba) y a desenraizarse de su carácter, menos voluble conforme avanza la narración. David Trueba cuenta cómo la pareja se acerca y se aleja por momentos, pero su filantropía va más allá de las infidelidades o el (des)entendimiento entre sexos.
Este esfuerzo de bondad de los protagonistas, extensible a los compañeros de trabajo de Samuel, es lo que dota de personalidad propia a un film como este, al que se le pueden achacar muchas cosas pero difícilmente hipocresía o fingimiento. Humanismo al cual es inherente en Trueba el humor (a veces satírico, en especial sobre el personaje de Santiago Segura), las situaciones estrambóticas y los individuos extravagantes: Jorge Sanz, Juan Echanove, Ariadna Gil o la madre del protagonista, Concha Velasco, son los que sazonan Bienvenido a casa con el condimento idóneo para una tarde primaveral de vida y sonrisas.