4 años en la calle, así me cuenta Aurora,
que tú pasaste, amor.
Me cuenta que te gusta que te peinen y mirar por la ventana,
y jugar con cuerdas
y que lloras a veces, si te quedas solo.
Yo sé que cada gato es distinto y único,
convivo con ellos,
los observo atentamente cada día,
son tan distintos a nosotros:
guardan su dignidad intacta desde el primer día en que se toparon con nosotros,
se ríen del amor del perro, que lo regala gratis,
ellos sólo dan su amor a quien lo merece
y no perdonan, como el pobre perro, que perdona,
porque su amor es como el aire, sin confines.
El gato, en cambio, ama por igual, las cosas, cada cosa,
se detiene en ellas y las ama, y las mira con un amor de columna
al mundo vivo,
detenidos, como las más grandes cosas vivas de este universo. Detenido es el cielo
mirándonos.
Detenida la tierra,
cobijándonos.
Detenida la luna para los enamorados, alentando al poeta.
Yo miro esos ojos felinos y veo un mundo más amplio.
4 años en la rúe. Y cinco en una casa, mi buen amigo.
Me recuerdas a esta tierra, al paso de la humanidad bajo la noche.
Dice Aurora de ti que te gusta vaguear,
Aurora, ese es el estado natural de las cosas,
pues vinimos aquí como la olas que van y vienen contentas bajo el sol,
a ser libres,
a mirar por la ventana.