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Si en algo tienen en común estos fenómenos es en la notable combinación de los ingredientes del hartazgo de los partidos tradicionales

El día después

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La entrada de Vox en el Parlamento de Andalucía y la fuerza pérdida de apoyos de la bancada progresista en la cámara territorial no puede por menos que servir a un análisis profundo y sosegado. No por menos, atribuir este resultado a hechos nimios no tendría más como resultado un aumento de la ceguera de quien no quiera ver algo muy sencillo: El hartazgo de la sociedad y la falta de conexión entre los discursos políticos constitucionalistas y la ciudadanía. Asistimos en formato made in Spain o Andalucía a una tendencia trumpista que ya en Europa toma el rostro de insignes liderazgos como los de Jean Maire Le Pen en Francia o del primer ministro italiano Salviani , ejemplos de moderación - entiéndase la ironía y el sarcasmo-. Y es que, si en algo tienen en común estos fenómenos es en la notable combinación de los ingredientes del hartazgo de los partidos tradicionales, la falta de respuestas a sus problemas atribuibles por desconocimiento en muchos casos a la gestión de dichos partidos, la incertidumbre ante el futuro de las clases obreras, el deseo casi religioso o de fe de estas a encontrar en el populismo mensajes claros que entronquen con su anhelo de seguridad personal y la búsqueda de los valores patrios como elemento primordial frente a todo aquel que no forme parte de dicho concepto- ya sea por raza o condición-, en definitiva un coctel de resultado explosivo que ya no sólo late en el corazón de Europa sino que llega a España a través del hasta ahora feudo socialista de Andalucía. Hoy la ultraderecha de Vox se ha rebelado con un importante número de apoyos en el sur de España, y lo ha hecho además con el apoyo de partidos antieuropeístas, con un discurso contrario a cualquier tipo de aborto,con un programa a favor de la liquidación de las autonomías y del adoctrinamiento escolar en la idea del patriotismo, la monarquía y la religión como pensamiento único así como la eliminación de la ley contra la violencia de género que hoy protege a miles de mujeres , medidas acompañadas de otras como el impulso a acciones bélicas contra el Yihadismo por parte de España , la derogación de la ley de memoria histórica o el homenaje a favor de quienes lucharon junto con Franco en la Guerra Civil Española. Hechos estos que sólo vienen a dibujar el esquema político de quienes claman desde estas siglas por ser la voz del pueblo.


En definitiva, el día después de las elecciones en Andalucía viene a reflejar unos datos claros, la baja participación del electorado progresista, el importante apoyo de los nuevos votantes y jóvenes a opciones como Vox, la caída del voto progresista en los comicios y la fragmentación del voto aún mayor. Elementos todos ellos que parece tendrán continuidad en los comicios de las próximas elecciones generales , europeas y municipales en donde parece que la ultraderecha volverá a rugir con fuerza para tristeza de una democracia que vuelve a ver de cerca el totalitarismo patrio de los que nunca se fueron. 

El día después

Si en algo tienen en común estos fenómenos es en la notable combinación de los ingredientes del hartazgo de los partidos tradicionales
Josu Gómez Barrutia
martes, 4 de diciembre de 2018, 00:00 h (CET)

La entrada de Vox en el Parlamento de Andalucía y la fuerza pérdida de apoyos de la bancada progresista en la cámara territorial no puede por menos que servir a un análisis profundo y sosegado. No por menos, atribuir este resultado a hechos nimios no tendría más como resultado un aumento de la ceguera de quien no quiera ver algo muy sencillo: El hartazgo de la sociedad y la falta de conexión entre los discursos políticos constitucionalistas y la ciudadanía. Asistimos en formato made in Spain o Andalucía a una tendencia trumpista que ya en Europa toma el rostro de insignes liderazgos como los de Jean Maire Le Pen en Francia o del primer ministro italiano Salviani , ejemplos de moderación - entiéndase la ironía y el sarcasmo-. Y es que, si en algo tienen en común estos fenómenos es en la notable combinación de los ingredientes del hartazgo de los partidos tradicionales, la falta de respuestas a sus problemas atribuibles por desconocimiento en muchos casos a la gestión de dichos partidos, la incertidumbre ante el futuro de las clases obreras, el deseo casi religioso o de fe de estas a encontrar en el populismo mensajes claros que entronquen con su anhelo de seguridad personal y la búsqueda de los valores patrios como elemento primordial frente a todo aquel que no forme parte de dicho concepto- ya sea por raza o condición-, en definitiva un coctel de resultado explosivo que ya no sólo late en el corazón de Europa sino que llega a España a través del hasta ahora feudo socialista de Andalucía. Hoy la ultraderecha de Vox se ha rebelado con un importante número de apoyos en el sur de España, y lo ha hecho además con el apoyo de partidos antieuropeístas, con un discurso contrario a cualquier tipo de aborto,con un programa a favor de la liquidación de las autonomías y del adoctrinamiento escolar en la idea del patriotismo, la monarquía y la religión como pensamiento único así como la eliminación de la ley contra la violencia de género que hoy protege a miles de mujeres , medidas acompañadas de otras como el impulso a acciones bélicas contra el Yihadismo por parte de España , la derogación de la ley de memoria histórica o el homenaje a favor de quienes lucharon junto con Franco en la Guerra Civil Española. Hechos estos que sólo vienen a dibujar el esquema político de quienes claman desde estas siglas por ser la voz del pueblo.


En definitiva, el día después de las elecciones en Andalucía viene a reflejar unos datos claros, la baja participación del electorado progresista, el importante apoyo de los nuevos votantes y jóvenes a opciones como Vox, la caída del voto progresista en los comicios y la fragmentación del voto aún mayor. Elementos todos ellos que parece tendrán continuidad en los comicios de las próximas elecciones generales , europeas y municipales en donde parece que la ultraderecha volverá a rugir con fuerza para tristeza de una democracia que vuelve a ver de cerca el totalitarismo patrio de los que nunca se fueron. 

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